EL PENITENTE
Saga Mitos y Leyendas de mi Pueblo.
Es una historia verídica, sucedió hace un largo tiempo, cuando aún los alrededores donde está el pozo Pelinkú eran montes prácticamente vírgenes.
Un alma en penitencia es aquella que no ha podido entrar al cielo por que aún debe pagar algo en la tierra pero que no es tan mala para ser enviada al infierno; o sea, aún tiene una oportunidad de reivindicarse. Pero ocurre que algunas de estas almas al no poder cumplir su penitencia por cualquier motivo, terminan frustradas y se vuelven agresivas.
Dos señoras, cuyos nombres prefiero no mencionar, una tarde salieron hacia los lados del Pelinkú a recoger hojas de bija para teñir las esteras que elaboraban.
Aquella tarde veranera el sol brillaba imponente en el firmamento; las dos señoras conocedoras del terreno se adentraron por las trochas y fueron directas donde abundaba el bejuco de bija y recolectaron una buena cantidad, de pronto se formó un remolino y se llevó las hojas que habían juntado. Ellas se quedaron perplejas, no sabían que pensar ante lo sucedido, de pronto escucharon un ruido como si se acercara una manada de ñeques o guartinajas, lo que fuese venía llevandose por delante al monte.
Una de las señoras salió corriendo fuera del callo de monte y la otra decidió esperar a ver de qué se trataba; pronto se arrepintió porque lo que apareció fue un enorme esqueleto con fragmentos de ropa que medio lo cubrían.
Aquella señora corrió más rápido que una liebre y alcanzó a su compañera y de inmediato se desmayó. Duro tres días sin poder hablar.
Aunque siguieron dedicadas a las labores artesanales haciendo escobas, esteras y abanicos jamás volvieron a salir a recoger hojas de bija por miedo a volverse a encontrar al penitente.
Por: Marto López
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