EL VAQUERO ES UN
PISTOLERO
Por:
Martin Rogers
Idea
Original de Lacides López
CAPITULO PRIMERO
Frank Lassiter sintió un frescor al coronar la
colina y observar el verdor del fértil valle que se extendía ante su mirada; su
cansada cabalgadura también pareció alegrarse y lanzó un resoplido de satisfacción;
ambos lucían sudados, cansados y polvorientos.
El Rostro de Frank estaba quemado por el sol y lucia barba de varios
días sin afeitar, sus grises ojos observaron el paisaje cuidadosamente mientras
se tiraba el sombrero hacia atrás pasándose la mano por su rebelde cabello
negro medio ensortijado en un fallido intento por lucir mejor; había sido un
largo viaje desde San Francisco y estaba extenuado al igual que su montura,
atravesar el desierto no era cosa sencilla y más de uno quedó de alimento de
los buitres en las dunas; ya el sol declinaba en el horizonte y aún faltaba
mucho terreno para llegar a Green City por lo que decidió buscar un lugar donde
pernoctar y asearse un poco para comer las escasas raciones que le quedaban…
aquel viaje había sido demasiado largo.
-
Animo “Pegaso” falta poco, busquemos un lugar
con agua fresca, creo que nos merecemos un buen baño. Le dijo a su caballo mientras acariciaba
cariñosamente su cuello.
-
Hemos tenido suerte
de no padecer ninguna tormenta de arena y la ruta que seguimos es conveniente y
segura – le hablaba a su caballo.
Había una larga travesía a través del Desierto de
la Muerte, pocos osaban atravesarlo al menos que huyeran de algo; en el
recorrido era común encontrar osamenta de seres humanos y bestias que pagaban
con su vida su atrevimiento; Frank Lassiter sabía lo que hacía por lo cual decidido guarecerse durante las
horas cuando el calor era más intenso y aprovechar la noche para viajar, su
hermoso corcel negro había sido de gran ayuda.
Descendió la colina y ubicó un buen sitio donde
pasar la noche junto a un arroyuelo de aguas cristalinas y abundante pasto para
su caballo; luego de pegarse un buen baño encendió una fogata y se preparó una
frugal cena acompañada de con una tasa de café bien cargado, los cuales engulló
con avidez. Se afeitó cuidadosamente y
su lamentable aspecto cambio radicalmente, a sus 32 años Frank Lassiter era un
hombre alto, media más de 6 pies, delgado,
de piel trigueña pero tostada por el sol, vestía a la usanza vaquera con jeans
y camisas, botas altas y sombrero texano, en su cintura se podía apreciar un desgastado
cinturón canana adornado con una pistola Colt 38 largo de cacha nacarada y bien
aceitado. De aspecto felino parecía estar siempre al asecho; respiró profundo
con un hado de nostalgia reflejado en su rostro, aquel paisaje le recordaba
mucho a su tierra, en donde creció junto a sus hermanos en la hacienda de sus
padres, en donde desde muy jovencito aprendió los quehaceres del campo,
recordaba aquel día cuando su padre le permitió disparar por primera vez un
arma… sus pensamientos fueron interrumpidos por “Pegaso” quien emitió un relincho que no pasó desapercibido para
Frank que instintivamente acarició la cacha de sus armas, al tiempo que se
ponía de pie y buscaba una mejor ubicación, nunca estaba de mas ser prevenido
en una tierra tan inhóspita como el oeste americano, en donde el peligro podría
venir de cualquier parte, desde los animales salvajes, indios y facinerosos de
toda índole. El sol empezaba a declinar
en el horizonte. Un jinete se dirigía
directamente hacia el lugar donde se encontraba, esperó a que estuviera cerca,
el sujeto le saludó haciendo un gesto con la mano tocándose el ala del
sombrero.
-
Hola vaquero –
saludó desde su montura que se había detenido a unos cinco metros de distancia,
tratando de mostrar una aptitud pacifica manteniendo las manos lejos de las
armas – disculpe que le moleste, mi nombre es Lest Montgomery, soy capataz del rancho “El dólar de plata”.
Frank Lassiter lucia de pie recostado al tronco de
un frondoso pino con sus dedos pulgares hundidos en su cinturón.
-
Hola - respondió
lacónicamente.
-
No le he escuchado
su nombre.
-
No se lo he dicho.
Se hizo un corto e incómodo silencio entre ellos,
ambos se estudiaban cuidadosamente, algo común entre los curtidos hombres del
oeste que habían aprendido a desconfiar de todo y de todos.
-
Estos terrenos
pertenecen al rancho “El dólar de plata”,
hemos notado su presencia y decidimos indagar, pues se han venido presentado robos
en la región – explicó Lest Montgomery pues le pareció necesario.
-
No creo estar
haciendo algo malo…
-
Es propiedad privada
-
Estamos en el oeste
amigo; acaso está prohibido pasar por aquí… además solo pienso pernoctar y
seguir mi camino hacia Green City.
-
No es muy
recomendable quedarse por estos lares.
-
¿Es por eso que sus
hombres me apuntan con sus rifles? - Preguntó algo molesto Frank.
Lest Montgomery no pudo disimular su sorpresa,
pensaba que aquel forastero no lo había notado.
-
Es solo una medida
preventiva.
-
Tranquilo señor
Montgomery, ¿así me dijo que se llamaba?, mi nombre es Frank Lassiter y solo
estoy descansando, me dirijo a Green City y pienso pasar la noche aquí.
-
Ok señor Lassiter –
Lest Montgomery hizo una señal y de varios lugares surgieron seis hombres todos
armados con rifles Winchester – estamos en un patrullaje de rutina pues los
robos en la región se han incrementado.
-
Lamento incomodarles,
mañana temprano me iré de este lugar.
Montgomery se apeó de su montura, acercándose, era
un hombre corpulento, menos alto que Frank, de unos 45 años aproximadamente; de
algún modo Frank Lassiter dedujo que aquel sujeto no quería camorra y solo cumplía
con su deber, por lo que se relajó un poco.
Ambos hombres se chocaron sus manos, Frank les invitó a una tasa de café
y se sentaron alrededor del fuego, comenzaba hacer frio, charlaron animadamente
durante algunos minutos, tiempo en el cual aquellos hombres le pusieron al
tanto de los últimos acontecimientos acaecidos en la zona.
-
No se preocupe
amigo, lo que pasa es que hemos perdidos algunas cabezas de ganado por causa de
los ladrones, quienes azotan la región desde hace algún tiempo.
-
¿Acaso no hay
autoridad en Green City? ¿Qué ha hecho el sheriff? Pues lo que me cuentan es
grave.
Aquellos hombres se miraron entre sí, Frank notó
que algo raro ocurría, percibió una mezcla de prudencia y miedo al hablar. Montgomery que había demostrado ser una
persona perspicaz trató de explicarle, mientras liaba un cigarro hábil y
parsimoniosamente.
-
Mire Frank, usted es
un forastero, no debería decirle pero es mi deber advertirle que tenga cuidado
con el sheriff Landers, pues la gente rumora y sus actos así lo confirman que
existe una cierta complicidad entre la banda de abigeatos que azota la región y
él, ya han robado a casi todos los ganaderos de la región y no hay un solo
preso por ello, además no es un secreto que es un viejo amigo de Greg Leyton.
-
Greg Leyton?
Preguntó Frank sorprendido.
-
Acaso le conoce?
-
No, no creo – gagueo
Frank al responder mientras le ofrecía fuego a Montgomery para que encendiera
su tabaco.
-
Es un sujeto que
llegó hace un par de años a Green City con las manos vacías y hoy en día es uno
de los hombres más prósperos de la región, aparentemente es un honrado y digno
personaje pero nadie sabe de dónde ha logrado tanta fortuna en tan poco tiempo.
Frank Lassiter había quedado pensativo, su ceño
lucia fruncido.
-
Pasa algo señor
Frank? Preguntó Montgomery al notarlo.
-
No nada señor
Montgomery, el nombre de Greg Leyton me pareció conocido, pero no logro
recordar de dónde; quizás al verlo logre recordarlo.
-
Seguramente lo hará
amigo Frank. Disculpe que le pregunte… sé
que no es de mi incumbencia pero que lo trae por Green City.
-
Ando en busca de
trabajo – respondió sonriente Frank sin dudar.
-
¿Y que sabes hacer?
-
De todo un poco, me
considero un buen vaquero.
Los compañeros de Montgomery murmuraban en vos baja
entre ellos.
-
Mire Frank los
muchachos me preguntan qué porque no lo invitamos al rancho para que duerma
allá aquí pega fuerte el frio y bueno quizás decida quedarse a trabajar con
nosotros, tiene pinta de ser un buen vaquero – todos rieron a estas palabras.
-
Les agradezco a
todos por su invitación, son muy amables.
-
Disculpa a mis
hombres son unos bromistas… todo el tiempo lo hacen.
-
No se preocupe,
quizás tenga la oportunidad de demostrarles mis habilidades, he ganado varios
concursos en otros condados.
-
Tengo la sensación que
usted es una buena persona Frank y a la patrona le gusta contratar gente así
como usted.
-
Gracias por la
confianza Montgomery, esas palabras reafirman lo que he pensado de ustedes,
estoy seguro que son gente honrada y trabajadora o de lo contrario no
trabajarían con su patrona - volvieron a reír todos.
-
Bien, entonces vamos
antes de que oscurezca más, no es saludable andar de noche por esta zona,
además el frio por las noches se le cuela a uno en los huesos – habló
Montgomery
-
Amigos, no quiero
hacerles un desprecio pues han sido muy amables y además me han hecho buena compañía durante este rato, pero no
podré acompañarlos, pasaré la noche aquí y por la mañana llegaré a visitarlos
si les parece, además me encanta dormir a campo abierto, con el cielo como techo
y observando las estrellas; además estoy acostumbrado a climas como este.
-
Como guste Frank, ya
sabes cómo llegar al rancho, solo sigue hacia el este en línea recta y llegaras
a la casa.
Estuvieron de acuerdo y le explicaron cómo llegar
al rancho, no sin antes decirle que una vez conociera a su patrona no le quedaría
ganas de irse, pues era una mujer hermosísima.
-
La patrona es la
mujer más linda de la región, es una mujer fuera de concurso – el que hablaba
era un sujeto regordete llamado Gruger.
-
Ya calla Gruger a
veces eres demasiado comunicativo – le regaño Montgomery medio en broma – voy a
decirle a la doctora que estas que chorreas la baba por ella.
-
Ni se te ocurra Lest
me echaría a patadas – todos reían de las bromas.
-
De eso estoy seguro…
tiene un carácter demasiado fuerte – puntualizó Lest.
Los siete jinetes partieron en sus corceles rumbo
al rancho, ya las primeras sombras de la noche empezaban a aparecer. Frank Lassiter se frotó las manos para
calentarlas un poco pues el frio empezaba a sentirse más intensamente, sacó un
par de cobijas y las abrió cerca del fuego tendiéndose sobre ellas; en su mente
intentaba imaginar cómo sería esa doctora y se preguntaba si en verdad sería
tan bonita, se arrepintió por no aceptar la invitación de aquellos tipos; se
entretuvo pensando bobadas un buen rato hasta que el sueño lo venció… esa noche
soñó que cabalgaba junto a una hermosa mujer de cabellos dorados.
CAPITULO SEGUNDO
A Greg Leyton le gustaban los atardeceres, era un
fulano algo romántico, pero lo que más le gustaba de los atardeceres era mirar
los corrales de su hacienda “Arkansas”
repletos de ganado y a sus peones sudar la gota gorda atendiendo los quehaceres
de la enorme propiedad; se sentía sin duda orgulloso de lo que había logrado en
tan poco tiempo; y pensar que apenas un par de años atrás en Arkansas su tierra
natal… desechó de inmediato aquel pensamiento, no le gustaba recordar esa parte
de su vida; ahora era otra persona, un rico hacendado, un hombre muy respetado y
temido en todo el valle de Green City.
Hecho otra mirada a su rebaño al tiempo que le daba
otra chupada a su fino habano, no pudo evitar pensar “vamos Greg eres un tipo afortunado”, sus finos labios dibujaron una
mueca que intentaba ser una sonrisa. Una
oleada de brisa fresca estuvo a punto de tumbarle su Steton, el cual acomodó
cuidadosamente en su cabeza de largos cabellos plateados los cuales dejaban
entrever una incipiente calvicie que por supuesto no orgullecía mucho a Greg
pues pensaba que le restaba físico para conquistar a la hermosa Amber Flanagan,
sin duda la mujer más linda de la región.
Al pensar en Amber se impacientó un poco y deseó verla, pensó en
visitarla el día siguiente temprano, por ahora debía atender otros asuntos…
aquella mujer le traía loco de amor y cuando Greg Leyton quería algo casi
siempre lo lograba, por las buenas o por
las malas.
-
Morgan date prisa –
gritó – ve por Sanders, Lewis, Thorpe y Logan para que nos acompañen al pueblo.
George Morgan era un tipo alto, flaco, de pómulos
salientes y rostro huesudo, de largo cabello negro con el cual intentaba cubrir
una fea cicatriz en el pómulo izquierdo producto del roce de una bala en sus
avatares por el gran oeste; siempre estaba atento a los requerimientos de su
jefe, por eso no se hizo repetir la orden, había anticipado, como siempre, que
Greg se haría acompañar de sus mejores hombres para ir al pueblo a tomarse unos
tragos mientras jugaba a las cartas y charlaba con sus amigos.
Los seis jinetes durante una hora hasta que se detuvieron
al frente de la cantina del pueblo, un letrero bien visible anunciaba bebidas y
chicas de lo mejor; ataron sus cabalgaduras y entraron al local, donde
habitualmente solían ir a tomarse unos whiskys, jugar y disfrutar la compañía
de las chicas que trabajan en este lugar. El grupo lo encabezaba Greg Leyton,
como siempre impecablemente vestido, era un tipo elegante sin duda, pero había
algo en el que no inspiraba confianza y su mirada gélida producía miedo a
cualquiera; más de uno había encontrado la muerte al enfrentarlo y lo último
que vieron fue su cruel sonrisa, mientras sus veloces manos hacían escupir
fuego a su Colt; era sin duda un tipo de sumo cuidado. Por eso al entrar a la cantina las personas
enmudecían y le cedían el paso respetuosamente; eso a Greg le agradaba
demasiado, su ego se inflaba como un balón.
A su encuentro salió Terry Donovan el dueño de la
cantina con una sonrisa de oreja a oreja; Terry era un tipo bajito y gordo de
prominente barriga, se caracterizaba por ser un tipo ambicioso y Greg Leyton le
dejaba jugosas ganancias cuando lo visitaba.
-
Bienvenidos al “Bar
Imperial” mis queridos amigos – saludó a los recién llegados.
-
Tráenos un par de
botellas de ese veneno al que le llamas Whisky, pero del mejor, ya sabes al que
a mí me gusta Donovan.
-
Claro Greg, no
faltaba más, quieres que te acompañe una de las chicas, ayer me llegó una de
Chicago que es una verdadera delicia, como a ti te gustan.
-
Deja a esas perras
quietas, tú sabes que soy muy exclusivo en esos asuntos… gordito panzón.
Terry Donovan estaba acostumbrado a esos tratos con
Greg Leyton, que le dijera gordo y barrigón no le importaba, era la verdad y
qué… después que le dejara pingues ganancias le permitiría que le nombrara hasta
la madre si era necesario; como tenían confianza se atrevió a comentar
picaronamente.
-
Será ahora Greg…
será ahora
Enseguida comprendió que se había extralimitado al
recibir la mirada de Greg Leyton que le quiso desparecer con ella. Por eso se
apresuró a disculparse y salir corriendo a buscarle el mejor whisky.
-
Lo que tiene que
aguantarse uno Greg mucha gente no respeta en este pueblo como deberían
respetar no te parece – el que hablaba a la espalda de Greg Leyton era Thomas
Landers sheriff de Green City quien sonreía alegremente.
-
Si, un día de estos
le vuelo la tapa de los sesos te lo aseguro.
-
Tendría entonces que
encarcelarte y mandarte a la horca – rio a carcajadas el sheriff Landers.
-
¿Por tan poca cosa?
Bromeó Greg ya más tranquilo– y continuó diciendo – ven que tengo algo que preguntarte.
Se sentaron en el lugar que siempre lo hacían.
-
Cuéntame, es verdad
que mandaron otro agente a investigar la muerte del anterior.
-
Así es Greg, este asunto
ya no me empieza a gustar, el gobernador y los militares empiezan a meter sus
narices en el asunto.
-
Maldita sea Thomas, ya
cálmate, que manden a quien quieran mandar, le llenamos la barriga de plomo si
es necesario.
-
Ya tenemos
suficiente dinero como para darnos la gran vida en otro lugar, la gente no nos
quita los ojos de encima.
-
Son una manada de
cobardes, además no saben nada, hemos hecho las cosas bien y no podrían
relacionarnos con esos asuntos.
-
Me preocupa también
el viejo Kurt Flanagan, está organizando un grupo de hombres para buscar y
perseguir a los ladrones de ganado.
-
Jajajajaj – rio Greg
a carcajadas – ese viejo estúpido esta chiflado, no creo que nadie le pare
bolas, pero si se pone pesado personalmente lo voy a atar a la cola de mi
caballo y lo voy arrastrar hasta que muera sin importarme que sea mi futuro
suegro jajajajaj.
-
A Amber no le va a
gustar eso jajajaj – bromeo el sheriff.
-
Ese maldito viejo no
me puede ver ni en pintura.
-
Al igual que su hija
Greg, debes admitirlo
-
Está influenciada
por ese maldito viejo, deberíamos matarle, no es mala idea… pensó Greg en vos
alta.
-
Eres un tipo
despiadado Greg no se te salva nadie ni siquiera ese anciano decrepito.
-
Una vez ese viejo
desaparezca estoy seguro que la tendré a mis pies, pues no hay en Green City
mejor partido que yo, soy el hombre que esa mujer se merece.
-
Oye Greg perdona que
te pregunte ¿Quién te gusta más Amber o su fortuna? – bromeó el sheriff Landers
soltando una carcajada.
-
Ummm buena pregunta
Thomas… pero te diría que ambas, Amber es heredera de una gran fortuna.
Thomas Landers evitó hacer cualquier comentario
conocía desde hacía mucho tiempo ha Greg Leyton y sabia de sobra que ese era un
tema álgido y que cualquier palabra mal dicha podría ser causante para una indigesta de plomo.
Greg Leyton era un tipo posesivo, impulsivo y medio
reprimido, producto de una juventud llena de limitaciones y humillaciones que
lo arrastraron por el mundo de la delincuencia desde muy joven, le tocó
realizar diferentes actividades para poder sobrevivir, nació en Mollington, un
pequeño pueblo de Arkansas, un día vio como unos delincuentes asaltaron el
banco del pueblo y uno de los bandidos le regalo un billete al pasar por su
lado, fue como una señal que le hizo comprender que lo suyo era el dinero fácil,
al poco tiempo tomó el arma de su padrastro un tipo alcohólico que lo
maltrataba y también su caballo y se largó de pueblo para enrolarse en una banda
de delincuentes de poca monta, hasta volverse un ser despiadado capaz de matar
a sangre fría a cualquier persona con un sonrisa en los labios, pronto ascendió
hasta conseguir armar su propia banda que causó el terror en varios Estados,
era un tipo astuto y siempre mantuvo un bajo perfil, por eso las autoridades no
habían podido meterle mano; pero los Rangers de Texas desmantelaron su banda
dando de baja a la mayoría de ellos, algunos lograron escapar llevándose parte
del botín, sin que pudieran darles alcance.
Entre ellos estaban Thomas Landers, Terry Donovan, Morty Wilson y George
Morgan, los cabecillas de la banda, tipos temibles, sanguinarios y endiablados
con las armas, cruzaron el desierto huyendo hasta llegar a Green City que les
pareció un lugar adecuado para reorganizarse y seguir con sus actividades
delictivas lejos de las garras de los Rangers. Greg Leyton a pesar de no ser estudiado tenía
una mente brillante para la maldad y se ideó un plan para apoderarse de los
negocios y tierras de Green City en poco tiempo, es así como Landers se ganó la
confianza de la gente al dar de baja a un par de bribones tahúres a los cuales
venció en limpio duelo, como no había sheriff le ofrecieron el cargo a
sugerencia del nuevo hacendado recién llegado a la región Greg Leyton y del
nuevo dueño de la cantina Terry Donovan, así como del banquero Morty Wilson. Fue un plan bien ideado para apoderarse de las
tierras y del ganado de la prospera región de Green City, desde entonces
empezaron las muertes selectivas, el despojo de tierras y se incrementó el robo
de semovientes… la tranquilidad en Green City había terminado.
CAPITULO TERCERO
El anciano Kurt Flanagan, debería tener unos 80
años, era el abuelo paterno de Amber Flanagan, quien había quedado huérfana al
morir sus padres hacia un año en un trágico accidente al desbocarse el carruaje
donde viajaban y caer por un precipicio; fue una muerte muy lamentaba en el
valle pues eran unas personas muy queridas y respetadas; Amber estaba trabajando
en San Francisco y tuvo que regresarse de urgencia y hacerse cargo del Rancho “El dólar de plata” pues su abuelo Kurt
ya no estaba en condiciones de hacerlo a pesar que era un anciano lleno de
vitalidad pues parecía un roble. Para
ello conto con la ayuda de Lest Montgomery quien desde pequeño había trabajado
en la hacienda y era como un hermano mayor de Amber, el viejo lo acogió al
quedar huérfano.
La muerte de los padres de Amber dejó algunas
sospechas pues algunos testigos aseguraron ver varios jinetes perseguir el
carruaje haciendo disparos al aire y provocar que los animales se desbocaran y
rodar por un precipicio de varios metros de profundidad, pero como eran
personas que no tenían enemigos y eran muy apreciados en la región se descartó
la versión del atentado.
Kurt Flanagan fue uno de los primeros pioneros que
llegaron del Este buscando fortuna hacia el Oeste, al pasar por el valle de Green City supo que había encontrado
el lugar donde quería vivir y morir; allí sentó su hogar y construyó una
hacienda que se volvió prospera con los años de duro trabajo, allí vio nacer a
su hijo Daniel que luego se casaría con Claire Flecher una hermosa joven del
pueblo y tendrían una hija a la que llamarían Amber, a la cual le gustó desde
pequeña la medicina y por esto al crecer se fue a estudiar a San Francisco. Cuando sus padres murieron Amber acabada de
terminar sus estudios y trabaja en un hospital de San Francisco, lo hacía por
amor a la profesión pues era una persona adinerada. Amber Flanagan era feliz ayudando a las
personas necesitadas.
-
Amber me preocupa
que aún no llegue Lest y los muchachos de la correría por el rancho, tú sabes
que los delincuentes tienen azotada la región y no solo roban sino que asesinan
a quien se les cruce – dijo el viejo Kurt a su nieta.
-
Abue, no te
preocupes, Lest y los chicos saben cuidarse.
-
Pero tú sabes que
esos bandidos pueden emboscarlos y…
El viejo Kurt se interrumpió pues a la luz de la
luna un grupo de jinetes galopaban hacia la entrada del rancho, rápidamente
fueron distinguidos como Lest Montgomery y sus hombres.
-
Te lo dije abue que
no les había pasado nada malo.
Lest entró a la vivienda principal una lujosa casa,
considerada la mejor de la región, llena de lujos y amorosamente decorada, Lest
era considerado como de la familia y tenía muchos privilegios de los
patrones.
-
Que pasó Lest nos tenías
preocupados – le dijo Amber. – no acostumbran llegar tan tarde y abue se
preocupa demasiado por ustedes.
-
No te preocupes
Amber ni usted abuelo Kurt, fue que nos distrajimos demasiado con el forastero
y se nos fue el tiempo.
-
¿Cuál forastero? ¿de
quién hablas? – preguntó el viejo Kurt apresurado.
-
No me digas que
llegó otro maldito forastero al pueblo – Amber no gustaba mucho de los
forastero que últimamente estaban llegando a Green City, por razones obvias.
-
Bueno… lo
encontramos acampando cerca de la colina hacia el norte, nos llamó la atención
ver un hermoso corcel negro pastando solo y al acercarnos lo vimos, lo
observamos y no nos pareció sospechoso, luego nos acercamos a donde él y
resultó ser un muchacho agradable; me atreví invitarle al rancho.
-
No debiste hacerlo
Lest te lo hemos advertido muchas veces, esos forasteros ya han causado
demasiado daño en el valle.
-
Es cierto Lest –
puntualizo el viejo Kurt – no debiste
-
Pido me disculpen,
deben confiar en mí y estoy seguro de no equivocarme, es un simple vaquero que
anda de paso, seguro buscando trabajo y como necesitamos un par de ellos quise
contratarlo.
-
Lest tu eres un tipo
muy confiado, eres demasiado noble y el mundo está lleno de gente astuta y mala
– agregó Amber
-
Bueno ya deja en paz
a Lest hijita y más bien dile a la muchacha que le sirva la cena.
-
No te preocupes
Amber yo mismo le digo – dijo Lest en forma picara lo cual Amber entendía muy
bien pues Lest estaba enamorado de María la muchacha mestiza que cocinaba para los
de la hacienda.
-
Anda Lest seguro te
guardaron la mejor porción – bromeo Amber.
-
Ja ja ja – rio
ruidosamente Lest – eso espero Amber, eso espero
-
No lo dudes, ella también
esta loquita por ti; es una buena mujer, ya es hora que sientes cabeza.
-
Tienes razón Amber,
voy a pedirle que se case conmigo esta misma noche.
-
Claro hazlo para que
ya no tengas que levantarte a hurtadillas para meterte en su cama – rio el viejo Kurt – crees que no te he pillado
cabrón.
-
No sé de qué me
hablas Kurt… seguro lo hice sonámbulo – contestaba Lest al verse descubierto.
-
Tendremos que
organizar pronto ese matrimonio Lest – continuo diciendo el viejo Kurt
-
Le he pedido a María
que nos casemos varias veces pero ella dice que mejor nos quedemos así, creo
que no le gusta mucho el matrimonio.
-
Debemos hacer las
cosas como deben ser Lest, prepárate para el fin de semana, haremos traer al
reverendo Logan para que los case y aprovechamos para tomarnos unas copas,
comer y divertirnos un rato.
-
Caramba Kurt que
rápido organizas las cosas… como no eres tu quien se va a casar
-
Sabes que te aprecio
como a un hijo y estoy seguro que es lo que más te conviene, María es una gran
mujer.
-
Por mí no hay
problemas viejo, ahora toca convencerla a ella.
Todos reían de las ocurrencias del viejo Kurt,
además a Lest no le disgustaba la idea y sería una buena oportunidad para
comunicarles que María estaba embarazada.
Amber Flanagan además de ser una excelente medico
era una mujer sencillamente despampanante, no podría pasar desapercibida por
ningún lugar aun a pesar de no vestir elegantemente, pues le gustaba vestir a
la usanza vaquera, sus ajustados jeans moldeaban un escultural cuerpo de
piernas largas y firmes, su blusa anudada dejaba ver una estrecha cintura de
vientre plano y piel dorada, su cabello dorado caía como cascada sobre sus
hombros, sus ojos verdes de mirada triste le daban un toque especial a su
belleza, su rostro ovalado y perfecto de boca carnosa de sensuales labios y
hermosa dentadura; Amber era una mujer alta de 25 años de edad, la belleza para
ella no significaba nada, y no parecía darle importancia.
En los últimos años se había dedicado a administrar
la hacienda y atender a los clientes de la región, para ello había
acondicionado un consultorio en la propia hacienda.
Mientras el abuelo Kurt se fumaba un puro asomado a
la ventana, ella se dejó caer cansadamente en una poltrona de la sala y tomó
instintivamente una foto de sus padres entre sus manos y la acarició
cariñosamente no pudiendo evitar que lagrimas rebeldes recorrieran sus
sonrosadas mejillas. Amó a sus padres y
disfruto de ellos mientras estuvieron vivos, sin ellos se sentía sola y a pesar
de no exteriorizarlo lo sentía intensamente; Amber Flanagan necesitaba que
alguien le hiciera compañía… se sentía sola.
CAPITULO CUARTO
Frank Lassiter fue despertado por el graznar de un
cuervo que se posó sobre el árbol debajo del cual se guarnecía el vaquero,
bostezó y se retorció perezosamente, se sintió como nuevo después de semejante
cabalgata por el desierto; los primeros rayos del sol golpearon el rostro de
Frank destacando con mayor intensidad el color gris de sus ojos heredado de su
padre; al recordarlo sintió nostalgia pues era como un amigo para él, su papá
le enseñó todo lo que sabía del ganado y de las armas; recordó sus palabras
pocos días antes de que lo asesinaran: “Frank
ya eres todo un hombrecito, apenas tienes quince años y ya eres mejor que yo
con las armas, pero quiero que entiendas que las armas se usan como última
alternativa en caso de defensa… las armas no son buenas hijo”; por su mente
como una vieja película pasaba una y otra vez el momento en que aquellos
bandidos le tendieron la emboscada y calló víctima de las balas, a él le tocó
presenciarlo y corrió como loco hacia donde agonizaba su padre, sangraba
copiosamente y sus manos al levantarlo se tiñeron de rojo, lo miró con ojos
vidriosos y le dijo “te quiero hijito” y se estremeció. Veía aquellos rostros mal encarados asegurar
que fue en defensa propia, veía aquellos rostros reír a carcajadas y montar en
sus caballos y partir a galope tendido; ese día ante el cadáver de su padre
prometió vengarlo.
Se duchó en el rio, luego preparó café y algo de
comer, una vez engulló su desayuno llamó a “Pegaso” con un silbido y este
acudió presto enseguida le coloco la silla y demás aperos y montó rumbo a este
en dirección al rancho “El dólar de plata”, luego de varias horas de camino
divisó desde lejos las viviendas del rancho, dejando escapar un silbido al ver
la majestuosa construcción, se había dado cuenta de las fértiles tierras que conformaban
el rancho, sin duda el mejor de la región.
-
Bueno cualquier
vaquero estaría feliz de trabajar en esta propiedad, seguro la paga y la comida
son buenas, además necesito ganarme unos dólares pues me he quedado sin lana.
Al llegar a la casa notó que esta no parecía la
típica vivienda de un rancho del oeste, poseía jardines bien cuidados, un
diseño arquitectónico moderno, todo lucia impecable, se notaba la mano de una
mujer en todo eso. Ató a “Pegaso” al barandal, la casa parecía solitaria pues a
esa hora los peones estaban por fuera pastoreando, quitando malezas y
arreglando cercas. Miró por todos lados
y no vio a nadie por lo cual se dispuso a tocar la tallada puerta, pero no
llegó ni siguiera hacerlo pues una voz a sus espaldas lo detuvo.
-
No dé un paso más
forastero sino quieres morder el polvo – era una mujer.
Instintivamente alzó los brazos y sin voltearse
solo atinó a decir.
-
Tranquila… solo
busco trabajo.
Se produjo un prolongado silencio detrás de él; iba
a agregar algo cuando escuchó otra vos que dijo.
-
Amber, baja el arma,
él es el forastero del que te hablé anoche…
Reconoció de inmediato la voz de Lest Montgomery el
capataz del rancho que se acercaba a ellos desde la cocina en donde se estaba
despidiendo de María la muchacha de las comidas.
-
Amigo ya puedes
bajar las manos, perdona es que Amber es un poco desconfiada y no ve con buenos
ojos a los forasteros.
-
Ya cállate Lest – interrumpió
Amber de mal humor.
-
Lo siento señorita
yo… - dijo Frank sin voltearse aun.- el señor Montgomery me dijo que necesitaba
vaqueros en el rancho y quise…
Amber bajo lentamente el arma, de pronto sintió
curiosidad por ver el rostro del forastero pues la anatomía de su cuerpo le
pareció excelente, claro fue un fugaz pensamiento que alejó de su cabeza de
inmediato.
Frank Lassiter se volvió lentamente y el
espectáculo que encontró lo dejó seriamente impresionado, ante sus ojos se erguía
imponente Amber Flanagan, toda una diosa hecha mujer; Frank se acordó de las
palabras de los muchachos cuando le dijeron que al conocer a su patrona no le
darían ganas de irse… Frank Lassiter sintió la necesidad de quedarse.
-
Oye Frank ya puedes
cerrar la boca, te presento a mi patrona – dijo socarrón Montgomery
-
Disculpe señorita…
mi nombre es Frank Lassiter, soy un buen vaquero en busca de trabajo.
Por supuesto que a Amber no le desagradó para nada
Frank y hasta el mismo Lest notó de inmediato el cambio de aptitud.
-
Bien señor Lassiter,
estamos necesitando un par de trabajadores, pero primero deberá responder
algunas preguntas que deseo hacerle, no suelo contratar forasteros, pero creo
con usted haré una excepción.
-
No hay problema… a
sus órdenes señorita.
-
Sígame por favor.
-
Después de usted…
Frank Lassiter se estremeció al mirar aquel lindo trasero
contonearse delante suyo, Amber como de costumbre lucia unos ajustados jean y
una blusa anudada que dejaban ver su cintura estrecha y bien torneada.
Lest Montgomery pensó al verlos alejarse hacia la
casa que hacían buena pareja… pero al recordar el carácter de Amber descartó cualquier
probabilidad de un romance entre ellos; además Frank era un simple vaquero.
Amber y Frank estuvieron charlando un buen rato
sentados en la sala, ella le hacía muchas preguntas al parecer sin sentido que
lo único que buscaban era encontrar inconsistencias entre ellas pero no las
halló, dedujo que Frank Lassiter decía la verdad.
-
Señor Lassiter…
-
Por favor llámeme
Frank – le interrumpió
-
Bien Frank me decías
que vienes de…
-
California señorita
-
Puedes llamarme
Amber… Amber Flanagan es mi nombre, soy la dueña de estas tierras.
-
Es un gusto
conocerla y sería un placer trabajar para usted.
-
Porque Frank?
-
Bueno… he notado que
sus trabajadores la aprecian mucho y eso indica que seguramente es una persona
justa que valora a sus empleados.
-
Eso trato Frank, así
me educaron mis padres…
Frank notó cierta nostalgia al referirse a sus
padres por lo que preguntó.
-
Y sus padres
señorita Amber?
-
Están muertos…
sucedió hace un año, en un trágico y absurdo accidente; Aun no me repongo
plenamente… amaba a mis padres, ellos eran mi todo, han dejado un gran vacío en
mi corazón.
-
Lo lamento señorita
Amber, debió ser muy duro para usted; pero porque dice que “aparentemente”.
-
Bueno, según algunos
testigos el carruaje donde viajaban se despeño porque unos delincuentes los
hostigaron hasta hacer desbocar a las bestias.
-
Pero imagino que las
autoridades investigaron… siempre quedan huellas y otras pistas que diluciden
el crimen y los motivos.
-
Mis padres eran muy
estimados en la región, no tenían enemigos.
-
Entonces se trató de
un intento de robo.
-
Lo raro es que no se
llevaron nada y llevaban dinero y algunas joyas de valor.
-
Me dices que cayeron
por un despeñadero, quizás no pudieron acceder hasta el lugar de la caída.
-
Si hubiesen querido
lo habrían podido hacer dando un rodeo, no era complicado llegar hasta el lugar
y lo malo es que la lluvia borró cualquier huella que pudiesen haber dejado.
-
Ah la lluvia borró
las huellas… ¿y los testigos? Que sabes de ellos…
-
Bueno se trataba de
un par de cazadores provenientes de Torrente que se encontraban por casualidad
en el lugar, es un anciano y su nieto pero nadie les creyó, el viejo está un
poco loco y el nieto es apenas un crio de diez años.
-
Sí, no son los
mejores testigos sin duda… ¿Cómo se llama ese cazador?
-
Ummm pues no
recuerdo déjame ver… era un apellido francés – pensó un rato y de pronto
recordó – Fontaine
-
Fontaine de
Torrente… repitió mecánicamente Frank
-
Acaso lo conoce?
-
No, no, por supuesto
que no señorita, no conozco a nadie de la región.
-
En fin ya paso,
ahora lo que toca es sacar este rancho adelante, pero los delincuentes nos
están haciendo la vida imposible y nos la tienen velada, hemos perdido muchas
reses en los últimos meses.
-
Me comentó Lest que
el sheriff al parecer tiene algo que ver con los delincuentes.
-
Eso es lo que se
sospecha, pues no procede en contra de ellos, desafortunadamente no tenemos
pruebas.
Siguieron charlando entretenidamente un largo rato,
Amber le dijo que conocía San Francisco y Los Ángeles en California y descubrieron
que conocían algunos sitios en común como restaurantes, parques, hospitales, lo
que hizo más amena la conversación y fue creciendo la confianza entre ellos.
-
Perdona por
desconfiar tanto, es que los forasteros que han llegado a Green City no son de
fiar.
-
Es apenas
comprensible señorita Amber.
-
Bien y hablando de
otras cosas ¿Qué tan buen vaquero eres Frank?
-
El mejor – bromeó él
ya más confiado.
-
Personalmente voy a
verificar que sea cierto, soy una patrona muy exigente, la paga es buena y se
les da buena comida, además de que la atención médica es gratis pues soy
doctora.
-
Agradezco su
confianza Amber, espero no defraudarla; solo dígame cuando comienzo.
-
Qué tal si ahora
mismo Frank
-
Como mande patrona
Ambos rieron, el notaba que ella ya lo trataba con
mucha familiaridad, sin duda existía una gran empatía entre ellos.
-
Qué tal si hacemos
un recorrido por el rancho para que se vaya familiarizando con los quehaceres
del lugar.
-
Enseguida le preparo
un caballo… solo dígame en donde queda la pesebrera
-
No se moleste Frank
ya lo tengo listo, justamente pensaba realizar un recorrido por el rancho
cuando lo vi llegar.
-
Yo iré en “Pegaso”
-
¿en quién?
-
“Pegaso” mi caballo
– aclaró Frank
-
Aaahh ya, a
propósito es hermoso su caballo.
-
Es un animal muy
noble, es mi mejor amigo.
Hablaban mientras caminaban hacia la pesebrera,
Frank llevaba a su caballo de cabestro.
-
Es un hermoso
ejemplar, soy amante de los caballos y de las carreras y me gustaría que
considerara cruzar su caballo con alguna de mis mejores yeguas.
-
Pues eso no lo decido
yo, pero creo que “Pegaso” estaría encantado – respondió Frank algo irónico.
-
Anualmente
competimos en la “gran carrera” en Green City y hemos ganado muchas veces,
tenemos buenos caballos, pero en la última carrera fuimos derrotados
ampliamente por lo que urgimos por una renovación de nuestros caballos para
seguir siendo competitivos.
-
Mi caballo y yo
hemos ganado algunas carreras en otros condados por lo cual puedo afirmar que
mi caballo es todo un campeón.
-
No lo dudo tiene una
estampa impresionante.
Siguieron recorriendo el rancho, en el camino Amber
le iba explicando los pormenores al tiempo que aprovechaban para hablar de
cosas personales, sin duda existía gran empatía entre ellos.
Al pasar por la orilla de un pequeño lago de aguas
cristalinas rodeado de frondosos árboles decidieron poner a abrevar a los
caballos y descansar un rato por lo que se apearon de sus monturas y las
dejaron libres para que saciaran su sed al igual que ellos; luego Amber se dejó
caer sobre las hojas secas de un frondoso árbol embelesada por la belleza del
lugar cerro los ojos para escuchar mejor el silbido de las aves; Frank
aprovechó para observarla bien, Amber Flanagan era sin duda alguna una mujer
hermosa… entonces recordó el sueño de la noche anterior.
-
Suelo venir
frecuentemente a este lugar, me encanta, desde niña me ha gustado venir aquí,
me gusta recostarme en las hojas secas en la hierba y escuchar el cantico de
los pajaritos, ver saltar las ardillas, nadar en las frescas aguas del lago,
recoger bayas silvestres… le llamo “el paraíso perdido”
-
Es un lugar hermoso
Amber – comento Frank que se había sentado al lado de la chica.
De pronto se levantó y tomó a Frank de la mano y lo
arrastró hacia un árbol de retorcidas ramas.
-
Este es mi árbol
favorito – sus ojos brillaban de emoción – aquí me subia y me lanzaba al agua.
-
Aun puedes hacerlo
-
De hecho lo hago,
pero hoy no lo haré
-
Es una lástima
porque me gustaría verlo – bromeo Frank
-
Quizás en otra
ocasión te desafié a ver quién se lanza de más alto.
-
Seguro me ganaras
siento temor por las alturas – confesó
-
A mí me encanta
nadar – mientras hablaba se había alejado algunos metros de Frank quien no tuvo
tiempo de advertirle.
Sonó un disparo y Amber lanzó un grito de sorpresa.
Al volverse vio a Frank con el arma humeante en su mano… a sus pies una
serpiente de cascabel aún se retorcia con la cabeza destrozada por la bala. Instintivamente corrió y se acurrucó en los
brazos de Frank quien dudó en abrazarla.
Los hermosos ojos verdes de Amber se llenaron de lágrimas al mirar a
Frank a los ojos y decirle entre sollozos.
-
Gracias Frank has
salvado mi vida, pues si ese ofidio me hubiese picado no habría durado media
hora con vida.
-
Gracias a Dios me di
cuenta a tiempo y pude dispararle, perdona si te asusté no tuve tiempo de
avisarte.
-
Te debo la vida y
aun me pides que te disculpe? Sin duda eres un gran tipo Frank Lassiter.
Frank permaneció callado observando al reptil.
-
Abundan por estos
lugares olvidé advertirte…
-
Son comunes en casi
todo el oeste, he visto muchos, cargo entre mis pertenencias un frasquito con
un suero antiofídico que me regaló un viejo indio amigo mío.
-
Sí que estás lleno
de sorpresas Frank… eres bueno con las armas.
-
Fue algo instintivo
no tenía otra alternativa, la serpiente había iniciado el lance para morderte.
-
Buen tiro, le diste
justo en la cabeza.
-
Creo que tuve algo
de suerte…
-
Creo que es hora de
regresar.
-
Si es lo mejor
señorita Amber.
Ambos montaron sus caballos e iniciaron el regreso
al rancho galopando suavemente.
Con el paso de los días Frank demostró ser un gran
vaquero demostrando sus destrezas en el manejo de reses y la doma de caballos,
se había ganado la admiración de los demás muchachos en el manejo con el lazo y
en el amplio conocimiento y dominio de los quehaceres de la hacienda.
-
Eres un gran vaquero
Frank – le comentaba Lest Montgomery
-
Mis padres tienen un
rancho cerca de San Francisco, ahí me crie y aprendí muchas cosas del campo.
-
Hemos trabajado muy
duro esta semana; mañana iremos al pueblo a tomarnos un par de tragos nos lo
merecemos – propuso Montgomery
-
Me encantaría
acompañarles pero apenas he trabajado unos días y aun no recibo la primera paga
– les comentó Frank
-
Por eso no te
preocupes Frank yo invito – respondió Montgomery
Varios compañeros dijeron lo mismo lo que hizo
sentir alagado a Frank que no tuvo excusas para negarse.
-
Bien entonces mañana
iremos a Green City, aunque les advierto que no soy buen bebedor… un par de
copas y listo.
El viejo Kurt Flanagan le había cogido mucho cariño
a Frank y duraban charlando largas horas durante las noches, en ellas el viejo
le había contado todo los aconteceres acaecidas en la región en los últimos
años.
-
Ese fulano Greg
Leyton me trae mala espina Frank – comentaba el viejo Kurt
-
Pues aún no lo
conozco personalmente pero por lo que ustedes me cuentan de ese personaje no
deja de despertar sospechas.
El sábado a medio día Montgomery, Frank y tres
vaqueros más partieron al pueblo como lo habían planeado.
Al llegar a Green City Frank se encontró con un
pueblo prospero con mucho comercio, hermosas casas bien organizadas, varias
bodegas, cantinas y una bonita iglesia en la amplia plaza del pueblo, podría
decirse que Green City no era el típico pueblo del Oeste quizás debido al clima
benigno de la región, poseía muchas zonas verdes y la mayoría de las casas eran
de ladrillo, pero también abundaban las de madera, sus diseños arquitectónicos
eran apropiados para soportar las diferentes estaciones del año pues en el
invierno caia mucha nieve y en el verano hacia arto calor; actualmente estaban
en la mejor época del año: la primavera.
Green City estaba enclavado en un fértil valle al
pie de las Rocallosas, abundaban los riachuelos de cristalinas aguas que
formaban hermosas cascadas, abundaban los bosques de pinos, era una región propicia
para la cacería por ello en temporada llegaban muchos cazadores. Más al norte en las estribaciones de la
montaña existían explotaciones mineras lo cual contribuía a que la economía de
la región fuera prospera. Las
condiciones del suelo además eran muy convenientes para la cría y engorde de
ganado, el cual era considerado como la mejor del Estado.
Estuvieron un buen rato en la cantina, Frank se
tomó un par de copas y salió a dar una vuelta por el pueblo, sus amigos lo
esperaron allí. Anduvo por el pueblo un
buen rato, al regresar encontró los ánimos alterados, uno de sus compañeros que
jugaba carta descubrió que le estaban haciendo trampas y se fue a golpes con su
oponente, varios intervinieron para separarlos, en eso llegó Frank y al
preguntar lo que pasaba enseguida le informaron; el tahúr con el rostro
ensangrentado estaba furioso y desafió a duelo a Klinger que era el muchacho
que le había golpeado el rostro. Kliinger era un crio de unos 20 años
corpulento e inexperto en el manejo de las armas por lo que Frank intervino
conciliador.
-
Será mejor que dejen
las cosas de ese tamaño, les pido que se
calmen.
-
Y tu quien eres
metiche, apártate si no quieres que te mate tambien.
-
Amigo le pido
nuevamente que se calme, ese muchacho es mi amigo y lo que es con nuestro amigo
lo es con todos nosotros – se referia al grupo que lo acompañaba.
-
Como veo que eres un
bravucón entrometido, entonces te daré tu parte…
En sus manos apareció como por arte de magia un
Colt niquelado que resplandeció con la luz… sonó un disparo y el arma del tahúr
salió volando de su mano de la cual comenzó a manar mucha sangre; cuando todos
volvieron la vista Frank Lassiter guardaba su arma humeante todavía.
-
Sí que eres necio…
dale gracias a Dios por estar vivo aun – dijo este muy serio con un brillo
especial en la mirada.
-
Ve y busca un médico
para que te cure esa herida antes que te desangres – continuó diciendo Frank
Cuando el sujeto se disponía obedecer apareció el
sheriff Landers en la puerta del Bar Imperial.
-
Que diablos sucede
aquí… cual es el desorden, que le paso a Ferguson?
Enseguida los presentes le pusieron al tanto de la
situación.
Sus ojos se detuvieron entonces en Frank Lassiter y
se acercó con paso de perdona vidas al joven.
-
Así que tu eres el
que quiere armar camorra en mi pueblo?
-
No es así sheriff
solo evité que hubiese más problemas.
-
O sea que te crees
la autoridad en Green City para andar evitando las peleas e imponiendo el
orden.
Ambos hombres se miraban fijamente a los ojos desde
muy cerca… la gélida mirada de Frank causaba cierta desazón en Landers que
intentaba no dejarse intimidar.
-
Con todo respeto
sheriff no es esa mi intensión, como le dije solo traté de evitar que ese señor
matara a mi amigo Klinger quien lo descubrió haciendo trampas.
-
Tendré que detenerte
amigo
Los muchos presentes protestaron de inmediato y
todos estuvieron en contra del sheriff
que al ver la aptitud de la gente no insistió en detener a Frank.
-
Esta vez te dejaré
ir larguirucho, pero si alguna vez intentas alterar el orden en este pueblo te
las veras conmigo.
-
No se preocupe
sheriff.
Frank supo controlarse y no contestó nada para
evitar mayores problemas, pero pensó que sería muy difícil cumplir esa promesa.
Enseguida salieron de la cantina rumbo al rancho,
no acostumbraban llegar demasiado tarde pues el viejo Kurt se los tenía
prohibido. En el camino Montgomery
regañó fuertemente a Klinger y este le dio las gracias a Frank por salvarle la
vida.
En la mañana se presentó uno de los vaqueros a todo
galope para informar que hacían falta muchas reses de un lote que estaban
pastoreando al Sudoeste de la hacienda.
Lest Montgomery ordenó algunos vaqueros salir de inmediato hacia ese
lugar a buscar las reses, con ellos partió Frank Lassiter.
-
Son muchas reses las
faltantes – decía Lest – teníamos pastando en este lugar unas 300 y apenas contamos
35, el resto no aparece al parecer se lo han robado.
-
Busquemos por todas
partes a ver si encontramos algún rastro – dijo Frank
Se repartieron buscando cualquier pista del ganado
perdido y fue el propio Frank quien alzando la vos llamó al resto de los
muchachos, había encontrado pistas que demostraban que el ganado había sido
robado.
-
Miren las huellas del
ganado y de caballos, por este lugar cortaron los hilos de alambre y se pueden
ver huellas de botas; aún están frescas lo que nos permitirá seguir el rastro;
con suerte daremos con los ladrones.
-
Muchachos preparen
sus armas… vamos por esos bandidos – gritó Lest
Frank Lassiter no solo había demostrado ser un gran
vaquero sino un experto en seguir rastros, horas después estaban cerca de dar
alcance a los ladrones.
-
Amigos se dirigen
hacia la serranía, ahí hay muchos estrechos en donde fácilmente podemos caer en
una emboscada, sería saludable marchar con precaución, con los sentidos bien
alerta y de uno en uno para evitar sorpresas – dictaminó Frank.
Uno de los vaqueros llamado Ralph Rawson le comentó
a Montgomery en vos baja.
-
Ese Frank a pesar de
ser un simple vaquero sabe de muchas otras cosas.
-
Quien te ha dicho
que ser vaquero significa saber solo de ganado Rawson – le replicó Lest.
-
No lo digo por malo
Lest tu sabes que Frank me cae muy bien es solo un comentario.
-
Lo se Ralph, Frank
es un muchacho que ha recorrido muchas tierras a pesar de su juventud y sabe
muchas cosas, incluso he notado que es muy hábil con las armas.
-
Viste con la rapidez
con que le disparó a ese tramposo de Ferguson?
-
Si claro que lo noté
y Amber me contó que le salvó la vida cuando casi la muerde una serpiente.
-
Ese Frank es un gran
muchacho, me está enseñando algunos trucos con el ganado.
Mientras tanto en el Rancho de Greg Leyton este
hablaba con su mano derecha George Morgan.
-
Estoy preocupado, necesitamos
entregar lo más pronto posible las mil reses que negociamos con Sullivan en
Creek Mountain; también necesito hablar urgente con Monty Wilson para que
presione más a los Carson sobre la hipoteca de la hacienda, tenemos que
conseguir esas tierras, escuché un rumor que por esos lares han encontrado oro.
-
La semana pasada los
visitamos y le quitamos unas doscientas reses, las llevamos al despeñadero
donde si mal no estoy ya hay cerca de ochocientas cabezas reunidas y
completaremos las mil con las del rancho “El dólar de plata” que le quitamos
anoche.
-
¿Están bien
custodiadas?
-
Sí, tengo como diez
hombres a cargo de eso, tú sabes que es un sitio poco accesible.
-
Bien, una vez
completado ese ganado, lo llevamos de inmediato por la ruta secreta hacia Creek
Mountain; no le podemos quedar mal a Sullivan, ya conoces a ese maldito loco, es de pocas pulgas, además
ya nos adelantó el dinero y sabes lo que le pasa a los que no le cumplen. Manda
que me preparen un caballo.
-
Como digas jefe.
Greg Leyton salió de inmediato de su hacienda, tenía
en mente hacer una importante visita por lo cual se puso lo más elegante
posible.
Montó su caballo, no quiso que nadie lo acompañara,
los demás ya sabían hacia donde se dirigía Greg Leyton.
Amber le vio y no pudo evitar hacer un mohín de
fastidio; aquel sujeto le caía como una patada.
El viejo Kurt que estaba a su lado tampoco lo soportaba por lo que
decidió encerrarse en sus habitaciones antes que llegara pues no quería ni
siquiera saludarlo.
-
Buenos días señorita
Amber, es un placer verla.
-
Como está señor
Leyton – respondió Amber secamente
-
Pasaba por aquí
cerca y me dije voy a saludar a mi amiga Amber ¿No me invitas a pasar?
-
Pues estoy un poco
apurada con los quehaceres de la hacienda, pero adelante si gusta.
-
Gracias linda.
-
Y cuál es el motivo
de su visita señor Leyton.
-
Mira Amber tú de
sobras sabes a lo que vengo.
-
No tengo ni idea señor
Leyton – dijo Amber sorprendida.
-
Te he dicho que me
llames simplemente Greg… acaso no somos amigos.
-
No acostumbro llamar
a las personas mayores con tanta
confianza señor Greg, así me criaron.
-
Bueno no soy tan
viejo Amber… estoy apenas en la edad que los hombres deben casarse y ando
buscando una buena esposa.
-
Le deseo suerte
señor Leyton; Green City está repleto de mujeres bonitas.
-
Ninguna como tu
Amber.
-
Que es lo que tengo
yo de especial señor Leyton, soy una mujer común y corriente.
-
Si tu quisieras… créeme
podría ofrecerte mi reino y llenarte de lujos.
-
Qué pena señor
Leyton pero no estoy interesada…
-
Dime que tengo que
hacer para que me permitas reinar en tu corazón.
-
le agradezco no
insistir en ese asunto señor Leyton, pierde su tiempo.
-
Acaso hay alguien
más…?
-
No es de su incumbencia,
no veo el problema si lo hay o no; señor Leyton está traspasando los límites de
mi paciencia.
Greg Leyton
estaba que se quemaba por dentro de la rabia, los desprecios de Amber le
exasperaban y hacia grandes esfuerzos para no tomarla por la fuerza, lograba
contenerse pues debía mantener una imagen de persona de bien. Pensó que aquella
muchacha se merecía un par de nalgadas.
-
Cualquier mujer
desearía ser mi esposa y tú me rechazas ¿Por qué?
-
No está en mis
planes casarme por ahora señor Leyton, por esa sencilla razón; y si me disculpa
tengo cosas importantes que hacer. Hemos
perdido algunas reses y debemos recuperarlas.
Era una situación engorrosa… Greg Leyton tomó su
orgullo mancillado y llevándose la mano al ala de su fino Steton e inicio su
triste retirada. Un mal pensamiento
comenzaba a criarse en su mente “sino es mía por las buenas… lo será por
las malas”; en esos momentos no sabía si
desearla u odiarla; haciendo un gran esfuerzo logró controlarse para decirle.
-
Lamento lo de tu
ganado Amber si hubieses accedido a vendérmelas nada de eso habría pasado.
-
Como le comentó mi
abuelo nosotros tenemos comprador para nuestro ganado desde hace muchos años y
no estamos interesados en cambiarlo.
-
Estoy dispuesto a pagarlo
mejor, me gusta la calidad de su ganado.
-
Ya conoce nuestra
respuesta al respecto.
-
Si necesitas ayuda
para encontrar el ganado robado, puedo facilitarte alguno de mis hombres.
-
Se lo agradezco
señor Leyton, pero tenemos suficientes vaqueros.
-
Mira Amber si aceptas
casarte conmigo no tendrás que ocuparte de estos menesteres que no están hechos
para una dama como tu…
-
Administrar mi
hacienda me gusta tanto como la medicina y pierde su tiempo si cree que algún
día aceptaré casarme con usted señor Leyton.
-
No eres justa
conmigo Amber, yo solo te he ofrecido cariño; no encontrarás mejor partido en
toda la región.
-
Entienda que no me
interesa ningún tipo de relación con usted, no quiero ser grosera.
Greg Leyton se sentía mancillado en su amor propio,
su ego se desinflaba como globo ante la negativa de Amber y le era difícil
contenerse, ninguna mujer jamás la había hablado así.
-
Algún día te arrepentirás
y quizás sea tarde – dijo mientras salía pálido de la rabia.
-
Adiós señor Leyton.
En el fondo Amber disfrutaba torturar a Greg
Leyton, no sabia porque pero aquel sujeto le caía como una patada de mula.
Frank y Montgomery con los demás vaqueros caminaban
por un cañón que conducía a una especie de planicie en la serranía, estaban
seguros que ahí encontrarían a las reses robadas, el rastro cada vez estaba más
fresco.
-
Se dirigen hacia
allá – dijo Frank señalando a los farallones que se veian al norte.
-
Va a ser muy difícil
dar con el ganado en ese lugar, es como un laberinto de cañones estrechos al
que muchos temen entrar porque luego no encuentran la salida.
-
Tendremos que entrar
de todas maneras, el rastro está fresco y pronto les alcanzaremos, estén
preparados.
Siguiendo el rastro se adentraron por estrechos
pasillos que el tiempo había forjado en las montañas, el piso de piedra pura
hacia cada vez más difícil seguir el rastro, pero no era fácil ocultar el
rastro dejado por más de doscientas reses.
-
Mantengamos
distanciados unos de los otros, es probable que nos tiendan una emboscada y sería
muy difícil sobrevivir en estos estrechos cañones – ordenaba Frank Lassiter
quien se había convertido en el líder de los persecutores.
Luego de varias horas caminando por los estrechos
cañones formados en los farallones; al subir por las laderas de las montañas la
neblina impedía visualizar cada vez
menos el camino y por supuesto mucho menos las huellas de los abigeos, por lo
cual Frank tenía que constantemente bajar del caballo para auscultar el suelo. De
pronto retumbó un disparo y el vaquero que caminaba a la derecha de Frank se
desplomó pesadamente, instintivamente todos buscaron refugio en donde pudieron,
les disparaban desde varios lugares. Frank vio caer otro de sus amigos y
detectó de donde procedían los disparos, con gran habilidad disparó y el sujeto
se desplomo desde lo alto, su wínchester vomitó plomo varias veces más y un par
de bandidos mordieron el polvo.
-
Estamos en
desventaja Frank, es mejor retroceder – gritó Montgomery mientras disparaba.
-
No, permanezcan en
sus sitios; son pocos, pero si nos movemos nos acabarán
-
Que se te ocurre
Frank, como saldremos de ésta… nos han dado de baja a dos muchachos.
-
Déjamelo a mí Lest,
quédense en donde están.
Frank inició comenzó a trepar por la falda de la
montaña aprovechando unas profundas grietas en sus laderas, pronto alcanzó un mejor lugar en una azotea que
estaba a la misma altura de los atacantes y desde este lugar pudo dispararle a los
bandidos dando de baja a dos más gracias a su tremenda habilidad con el
Winchester, los restantes se dieron a la huida dejando la vía libre. Bajó lo
más rápido que pudo a donde se encontraban sus amigos.
-
Pronto sigamos,
luego nos encargaremos de los muertos y de los heridos.
Al llegar a la planicie pudieron ver a un par de
jinetes que se alejaban dejando una nube de polvo.
-
A por ellos – Gritó
Frank – seguro nos llevarán a donde están las reses.
-
Sigámoslos – Grito también
Montgomery
La tarde empezaba a despuntar, debían de darse
prisa para no perder el rastro de los fugitivos, pues la neblina era cada vez
más densa. Lograron seguirlos hasta el
campamento en donde también encontraron unas grandes empalizadas donde
mantenían el ganado; estaba custodiado por cinco hombres más, los cuales
departían desprevenidos hasta la llegada de los dos fugitivos quienes les
pusieron al tanto de la situación. El
grupo era dirigido por Sanders y Lewis, quienes repartieron ordenes de ocupar
posiciones estratégicas, no sabiendo que desde lejos un grupo de hombres
observaban sus pasos.
Frank era quien estaba al mando de la operación y dio
órdenes a sus amigos para atacar a los bandidos.
-
He contado ocho bandidos
pero es posible que sean más, estén alerta, Lest y Brandon ustedes ocúpense de
aquellos dos que van hacia aquella colina, ustedes tres Malory, Gruger y Garner
encárguense de esos otros dos que están detrás de las rocas tienen que dar un
rodeo y caerles por la espalda, no tengan compasión con ellos, Woody y Klinger
en aquellos arbustos está un tipo oculto les toca a ustedes; yo me encargaré de
ese de allí que parece ser el jefe, tengan mucho cuidado y disparen a matar,
calculen cuando ya todos hayamos tomado posiciones entendido – Ordenó
Frank
-
Como digas –
respondió Montgomery.
Frank esperó a que sus amigos actuaran y
sigilosamente imitando a los indios se acercó a su presa… era Sanders quien se
volvió como rayo al notar un ruido a su espalda, pero el cuchillo de Frank fue más
rápido que él y se le clavó en la garganta de Sanders. De pronto escuchó
disparos y gritos, antes que pudiera hacer algo notó que algo le golpeaba el
costado y se arrojó al piso al tiempo que sus armas escupían plomo derretido,
vio caer un sujeto pesadamente. Se llevó
la mano al costado y algo caliente y pegajoso mojó sus dedos… estaba herido.
Pudo levantarse, no sentía gran dolor aun. Escucho voces estaba preocupado por sus amigos,
reconoció a Lest y a otro vaquero venir hacia él.
-
Que pasó - preguntó inquieto.
-
Malory está muerto y
Gruger tiene una bala en la pierna, está sangrando demasiado, ¿estás bien?
-
Si, solo tengo un
rasguño en el costado ¿Qué sucedió?
Fue Garner quien explicó lo sucedido, habían sido
sorprendidos por otros dos bandidos ocultos entre las rocas.
-
Logramos dar de baja
a tres de ellos, uno logró escapar hacia donde tu estabas Frank.
-
No te preocupes por él,
pasó a mejor vida.
Una vez comprobado que no había más sobrevivientes
de los bandidos Frank ordenó liberar al ganado.
-
Abrid las puertas
para que el ganado salga… después nos encargaremos de recogerlo y devolverlo a
sus dueños, por ahora voy a detener la sangre a Gruger y para regresar de
inmediato al rancho para que Amber lo atienda. Montad los cadáveres de los
bandidos en sus monturas y azuzadles para que las bestias los lleven a donde su
jefe; quiero que reciba ese mensaje pues pronto iremos por él.
Procedieron a lo dicho e iniciaron el regreso a el
rancho “El dólar de plata” propiedad
de los Flanagan, no sin antes cruzar los cadáveres de los abigeos en sus
monturas y azuzarlos para que los llevaran de regreso a donde sus amigos. Montgomery al reconocer a uno de los muertos
había comentado que le parecía haberlo visto con los trabajadores de Greg
Leyton, pero que no estaba totalmente seguro. Recogieron a los tres compañeros
muertos y los llevaron consigo.
Greg Leyton regresó a su rancho de muy malas pulgas,
estaba que echaba chispas debido al desprecio de Amber, la maldijo una y mil
veces, aquel amor enfermizo que sentía por ella se había convertido en una obsesión
y locas ideas de venganza cruzaban por su mente, había perdido su compostura y
afloraba el verdadero Greg Leyton, un tipo cruel, sanguinario y ambicioso,
capaz de todo por lograr sus deseos.
-
Moooorgan – llamó a
gritos a su cómplice el cual estuvo como siempre presto a los llamados de su
jefe.
-
Dígame Jefe
-
Necesito que esta
misma noche le hagan una nueva visita al rancho “El dólar de plata”, quiero dejarlos sin una res, si es posible
quemen los pastizales, envenenen las aguas donde toma el agua su ganado… quiero
arruinarlos y que esa maldita Amber venga a suplicarme para que la haga mía.
-
Así se hará jefe cuente con ello.
Morgan no acostumbraba discutir las órdenes de su
jefe y trataba de cumplirlas sin preguntarse el porqué, era un tipo bruto y
flojo al que le costaba pensar demasiado, solo era bueno con las armas… eso sí.
-
Manda a Sanders a
por Wilson necesito hablarle.
-
Sanders y Lewis
están a cargo de lo del ganado que va para Creek Mountain jefe.
-
Ummm bien, entonces
manda a alguien que esté disponible.
El grupo llegó al rancho a media noche, Amber
estaba sumamente preocupada y salió corriendo al encuentro del grupo, al ver
algunos maltrechos exclamó asustada.
-
Dios mío que les
pasó muchachos… están heridos
-
Si, Gruger está
grave debes atenderlo urgente Amber – le dijo Frank que lucía una gran mancha
roja en el costado izquierdo.
-
Tú también estás
herido déjame mirarte…
-
No, no, primero
Gruger lo mío es solo un rasguño y puede esperar – le interrumpió Frank
La doctora Amber trabajó con prontitud en la herida
de Gruger que no comprometía ningún órgano vital, pero que había perdido mucha
sangre, luego de una delicada intervención quirúrgica pues ella como doctora
procuraba tener a mano lo necesario para poder realizar su trabajo y no era
casualidad pues a ella acudían a diario docenas de personas para recibir la
atención médica, su casa servía de hospital.
-
Ahora sigues tu
Frank ven quiero mirarte esa herida que continua sangrando.
Frank entró al consultorio, el cual no tenía nada
que envidiarle a cualquier consultorio médico en las ciudades; ella le ayudó
quitarse la camisa y procedió examinar la herida y limpiarla cuidadosamente.
-
Un poco más y no la
cuentas Frank Lassiter… eres un tipo afortunado
-
Lo soy Amber, pues
tengo la suerte de que me atienda la doctora más linda del mundo.
Amber alzó brevemente sus hermosos ojos azules
hacia Frank y no pudo evitar sonrojarse y como estaba saturando la herida
procuró desquitarse un poco con Frank el cual lanzó un pequeño quejido.
-
Eso es para que no
me digas mentiras– bromeo Amber.
-
Solo digo la verdad.
Ella lo volvió a mirar fugazmente al tiempo que volvía
a usar la aguja arrancando otro quejido a Frank.
-
Además de mentiroso
eres un llorón… esto no duele.
-
Ha siiii, como no es
tu piel
-
La bala atravesó tu
piel sin daños mayores, es una herida dolorosa pero sanará pronto si dejas que
te cuide juicioso.
-
Eso te lo prometo,
me encanta como me tortures – rio Frank
Amber se tomó más del tiempo requerido, estaba
disfrutando tocar el atlético cuerpo de Frank Lassiter, un tipo que le atraía
extrañamente, jamás había sentido ese sentimiento por nadie, sentía la
necesidad de acurrucarse en sus brazos y a Frank Lassiter le sucedía algo parecido,
estaba fascinado con Amber.
Lest Montgomery prácticamente no durmió esa noche y salió bien temprano con un
numeroso grupo de vaqueros a rescatar el ganado el cual había regresado hasta
los límites de rancho, apartaron las que no le pertenecían y vaquearon a las
suyas hasta los potreros. Como había
reconocido los yerros de muchas de las reses mandó avisar a sus dueños para que
aseguraran sus reses.
Al levantarse los trabajadores del rancho “Montana” de Greg Leyton se encontraron
con el espectáculo de varios caballos con sus hombres baleados cruzados en las
monturas. Greg Leyton reconoció de
inmediato a sus hombres y ordenó enterrarlos de inmediato. Morgan estaba a su lado algo nervioso,
aquello empezaba a oler mal.
-
Quien pudo hacer
esto jefe?
-
No lo sé Morgan,
pero ordena a los hombres estar alerta, coloca hombres en sitios estratégicos
no queremos otra sorpresa, personalmente encárgate de ir a la ensenada en donde
ocultamos el ganado robado y verifica que pasó, hazlo con sumo sigilo no sea
que nos estén esperando. Sea quien haya
sido lo pagará muy caro, no saben con quién se han metido.
-
Como diga jefe.
Greg Leyton tenía la frente arrugada, le preocupaba
sobremanera no poder cumplirle a Sullivan el compromiso pactado pues de no
hacerlo tendría serios problemas… lo sabía muy bien.
CAPITULO QUINTO
El viejo Kurt Lassiter había convocado una reunión
con los ganaderos de la región, los cuales lo conocían, apreciaban y
respetaban, por ello asistieron casi todos a su casa.
-
Ya saben porque los
he hecho venir, Green City en los últimos años se ha vuelto una mierda debido a
que nos ha invadido una nube de delincuentes,
no podemos quedarnos con las manos cruzadas mientras los ladrones hacen
de las suyas, es por eso que he escrito al Gobernador del Estado, a los U.S.
Marshall, al igual que a unos amigos que tengo entre los militares, todos me
han prometido enviar ayuda y estoy en espera de ello, pero como ustedes me
conocen y saben que no debemos depender de esa ayuda, el motivo por el cual los
he convocado es para proponerles conformar un grupo de hombres que nos ayude a
protegernos, ellos tendrán la misión de evitar en lo posible nos sigan robando
el ganado; ya tenemos indicios de quien
está al frente de esos robos y una vez tengamos la plena certeza y las pruebas
suficientes le vamos a colgar en la plaza del pueblo para que sirva de
escarmiento a cualquier otro que quiera hacer lo mismo.
Los aplausos no se hicieron esperar, todos estaban
de acuerdo con el viejo Kurt Flanagan que a pesar de sus años mostraba una
férrea voluntad y liderazgo entre sus amigos.
La reunión se extendió, algunos disfrutaron de la comida y de unos
tragos que les brindaron, otros se fueron enseguida, entre ellos salió Lukas
Peaton dueño de un pequeño rancho vecino de Greg Leyton, tenía la misión de
informarle de lo que se hablase en la reunión pues eran muy amigos. El viejo Kurt lo sabía y estaba seguro que
Greg Leyton lo sabría de inmediato.
-
Tenemos que
desenmascarar a Greg Leyton lo antes posible, ya nos ha causado mucho daño –
les comentaba a sus amigos de confianza
-
Ese Leyton es un
sujeto de cuidado Kurt te aconsejo esperar a que las autoridades actúen.
-
Mierda Calvert si
esperas que el Sheriff lo atrape estas mal, pues estoy seguro que esos dos se
conocían de antes y son cómplices.
-
Eso es verdad –
argumentó otro ganadero de apellido Carson.
-
No hay que
precipitarse Carson, comprendo que estés molesto pues los ladrones se han
ensañado contigo y hasta has hipotecado la hacienda.
-
No es asunto tuyo
Calvert – contestó molesto Carson que era un tipo de fuerte carácter.
-
Ya cálmense amigos,
no debemos pelear entre nosotros, tenemos un enemigo común y es al que tenemos
que combatir – intervino el viejo Kurt para aplacar los ánimos.
-
Tienes razón Kurt,
discúlpame Calvert es que estoy muy angustiado con esta situación.
-
Te comprendo,
discúlpame tú a mí Carson.
Torrente era un pueblucho de cazadores cercano a
Green City por lo cual no fue difícil dar con el paradero del cazador que
presenció el accidente de los padres de Amber, vivía solo en una pequeña cabaña
de troncos a las afueras del poblado y esporádicamente era visitado por sus
familiares, entre ellos su nieto al cual le gustaba la cacería y solía
escaparse para donde su abuelo para ir de cacería y escuchar sus inverosímiles
historias de sus hazañas como cazador.
El vaquero desmontó al frente de la cabaña, dejando
a su caballo “Pegaso” pastar libremente mientras el tocaba la puerta. Un anciano que tendría unos 80 años le abrió
la puerta, lucía una poblada barba y cabellera espolvoreada, sus pequeños
ojitos verdes se sorprendieron al ver a Frank quien lo saludo amablemente.
-
Mi nombre es Frank
Lassiter, estoy investigando la muerte de la familia Flanagan ocurrida hace un
año en Green City y me han dicho que usted presenció el accidente.
Los ojos del anciano se iluminaron de la emoción.
-
Siiii, recuerdo lo
que pasó como el primer día –su expresión cambio de repente – pero nadie me
creyó pues piensan que estoy medio loco, pero estoy seguro de lo que vi.
-
Que fue lo que vio
anciano.
-
Venga y le cuento –
haló suavemente a Frank por un brazo invitándolo a entrar a la cabaña.
Dentro reinaba el desorden, había pieles regadas
por doquier y olía terrible dentro de aquel lugar.
-
Perdone el desorden,
me dedico a la cacería y vendo pieles, a propósito tengo algunas que quizás le
interesen son de buena calidad.
-
No, no, anciano,
ahora no estoy interesado.
-
Bien, toma asiento
en ese banco de allí… mi nombre es Jean Fantaine y soy cazador desde que tengo
memoria – hizo una breve pausa para tomar un trago de una botella de ron el
cual ofreció a Frank quien lo rechazó haciendo un gesto con la mano – disculpa,
es que tenía el gaznate reseco – comento mientras se alisaba la espesa barba
con su mano.
-
Señor Fantaine ¿podría
contarme detalladamente lo que vio ese día cerca de Green City?
-
Claro mi amigo, lo
he contado miles de veces y no me creen…
-
Cuénteme, quiero
escucharlo.
-
Recuerdo que ese día
estamos en las colinas cercanas Green City siguiendo la pista de una manada de
osos pues necesitaba un par de piezas que me habían encargado, me acompañaba
Joe mi nieto que quiere ser cazador como yo y bueno me lo llevé para que fuera
aprendiendo como es este asunto, cuando de pronto escuchamos disparos, es una
zona muy boscosa, con grandes árboles, nos asomamos y vimos una carreta que era
perseguida por unos fulanos quienes disparaban constantemente, la carreta iba a
mucha velocidad y al pasar por un despeñadero que hay por ahí, perdió el
control y fueraaa se cayeron por él, creí conveniente alejarme de la zona pues
esos tipos tenían mala calaña, uno de ellos, al parecer el jefe, tenía una
cicatriz en el pómulo izquierdo.
-
Porque no intentaste
socorrer a las victimas Fontaine?
-
Tenía miedo, esos
sujetos se quedaron allí mirando desde lo alto un buen rato, pero fui yo quien
informó del accidente a unas personas que encontré en el camino.
-
¿O sea que los que
perseguían el carruaje no intentaron nada más?
-
No, solo se quedaron
allí arriba, puedes preguntarle a Joe que seguro llegará pronto.
El jovencito Joe en efecto llegó a los pocos
minutos y corroboró lo dicho por el anciano cazador Fontaine; Frank extrajo del
bolsillo algunos billetes y se los dio al anciano para luego partir de vuelta a
Green City; nadie se enteró de su visita.
Greg Leyton recibió una inesperada visita aquella
mañana y sintió una especie de hormigueo en todo el cuerpo.
-
Buenos días señor
Leyton – saludó un tipo pecoso sin desmontar de su caballo, mientras
mordisqueaba en la comisura de la boca una rama de hierba con la cual se
limpiaba los dientes.
-
Buenos días Dexter
Maxwell que te trae por aquí
-
Soy Alex, Dexter es
aquel
-
Ah bueno siempre los
confundo son igualitos.
-
Se equivoca Leyton
Alex es surdo y yo derecho.
-
Sabes que no lo
había notado… interesante; son gemelos y uno es derecho y el otro izquierdo.
-
Al grano Leyton…
dejémonos de palabrerías – interrumpió Alex Maxwell – te traemos un mensajito
del jefe.
-
Suéltala pues…
-
Te manda a decir el
jefe Sullivan que espera que le cumplas lo pactado al pie de la letra o vendrá
por ti y seguro te arrepentirás.
-
Dile a tu jefe que
se tranquilice pues le voy a cumplir.
-
Ya sabes cómo es
Leyton; espero que lo hagas o ves despidiéndote de este mundo – dijo burlón
Dexter Maxwell que había permanecido silencioso hasta el momento.
-
Un día de estos
tendré que demostrarle a Sullivan quien es quien – dijo Leyton envalentonado
Los gemelos Maxwell quienes estaban acompañados de
cuatro hombres más soltaron fuertes carcajadas lo que puso rojo de la rabia a
Leyton.
-
¿Si será que tienes
las pelotas para enfrentarte a Sullivan en un duelo a muerte frente a frente?
-
¿Y porque no? No soy
ningún manco y algún día se lo demostraré.
-
Se lo comentaremos a
Sullivan seguro le interesará esa propuesta
Al decir esto dieron media vuelta y se marcharon,
dejando muy preocupado a Leyton que se arrepintió de haber hablado demasiado.
Estaba en una encrucijada en la que estaba en juego su vida, tendría que tomar
medidas extremas para poder cumplir el pacto a su socio Sullivan pues el plazo
se acortaba.
CAPITULO SEXTO
Como cualquier pueblo del oeste americano Green
City celebraba anualmente su feria en la cual los eventos principales eran el
rodeo, concurso de habilidades y la gran carrera de caballos, en donde los
Cowboy demostraban sus capacidades. La
herida de Frank había cicatrizado totalmente.
-
El rancho “El dólar de plata” tradicionalmente se
llevaba los primeros lugares, pero en los últimos años hemos sido desplazados
por el rancho “Arkansas” – Le comentaba el viejo Kurt a Frank
-
Me han comentado que
los premios son muy buenos, voy a inscribirme en algunas pruebas – respondió
Frank
-
Perdimos una gruesa
suma de dinero en la gran carrera, apostamos fuerte en contra de Leyton.
-
Este año la gran
carrera la ganaremos nosotros…
-
Pero Frank no
contamos con un caballo que pueda ganar
-
Si lo tenemos viejo
Kurt – dijo Frank con entusiasmo – se llama “Pegaso”
-
Tu caballo Frank…?
Pero, ¿estás seguro amigo?
-
Totalmente viejo… puede
apostar lo que quiera con seguridad
El viejo Kurt sabía que Frank Lassiter no
fanfarroneaba, confiaba ciegamente en él.
-
La feria será el fin
de semana próximo… esta vez le ganaremos a este tal Leyton.
El viernes se celebraba el concurso de habilidades
vaqueras; el primer evento fue el lanzamiento de cuchillo a la cual llegaron a
la final Frank Lassiter y un sujeto indudablemente mestizo llamado Malah Fallon,
el concurso consistía en acertar la mayor cantidad de intentos en un blanco
fijo ubicado cada vez a mayor distancia; para la final la distancia era
considerable aproximadamente 20 metros, , el primero en lanzar sus cinco
intentos fue el mestizo acertando cuatro
de cinco intentos; para la distancia era muy difícil superar ese puntaje, pero
todos quedaron con la boca abierta al observar a Frank lanzar los cuchillos,
con rapidez y precisión los cinco cuchillos dieron en el blanco, los presentes
dejaron escapar un alarido de sorpresa.
-
Estúpido indio se
dejó ganar de ese desconocido - dijo Greg Leyton desde la multitud.
-
Solo tuvo suerte ese
larguirucho jefe, ya ganaremos las demás pruebas – comentó Morgan.
En la prueba con el lazo que consistía en enlazar
un novillo desde el caballo, desmontar y atarlo en el menor tiempo posible; un
vaquero del rancho “Arkansas” logró el mejor tiempo y parecía el factible
ganador hasta que le llegó el turno a un vaquero del rancho “El dólar de plata” quien lo superó
demostrando gran destreza con el lazo; Frank no participó en esta prueba.
La última prueba consistía en recoger tres objetos
pequeños sin desmontar en el menor tiempo posible, era una prueba peligrosa y
muchos jinetes salieron lesionados al intentarlo; el único en lograrlo fue
Frank quien montando a “Pegaso” dio una verdadera demostración de habilidad
como jinete; el público no cesaba de aplaudir, en todos los años jamás habían
visto un vaquero tan hábil como Frank Lassiter, quien recibió el premio al mejor vaquero de la región.
-
Felicitaciones
Frank, no sabes cuánto he disfrutado verte participar – decía Amber mientras le
daba un beso en la mejilla.
-
Bueno lo hice para
recibir el mejor premio posible… un beso tuyo – rio Frank
-
Lo acabas de
recibir… no esperes más eh
-
He notado que aquel
sujeto no te quita los ojos de encima y no puede ocultar su enfado por verte
conmigo Amber
Frank se refería a Greg Leyton que no disimulaba su
enojo debido a que los celos lo carcomían… ver a otro hombre recibir los besos
de su amada no le causaba ninguna gracia y menos si se trataba de un simple
vaquero.
-
Maldito vaquero… -
decía entre dientes – ya me las pagaras
-
Es solo un vaquero
del rancho Leyton no creo que se fije en él.
-
Pues yo creo que esa
perra está enamorada de ese sujeto Morgan, no te das cuenta como le mira.
-
Vamos jefe, solo
estás celoso por verle junto a él.
-
Espero que así sea,
porque de lo contrario tendré que matarle… esa mujer es mía.
Amber le contó a Frank que se trataba del rico
ganadero Greg Leyton, quien el año anterior le había ganado una gruesa suma de
dinero al viejo Kurt en la carrera de caballos; también le contó que la
asediaba constantemente para que se casara con él pero que a ella le
desagradaba aquel sujeto.
-
Así que ese es el
famoso Greg Leyton… - dijo solamente Frank - ¿Y el tipo con quien habla? –
preguntó de repente.
-
Creo que se llama
Morgan es uno de sus esbirros.
Frank había notado la cicatriz en el pómulo que
tenía Morgan, pero no hizo ningún comentario al respecto.
El sábado fueron juntos al rodeo en donde se
divirtieron de lo lindo viendo a los jinetes sostenerse en los lomos de briosos
caballos salvajes y sobre los robustos toros, caminaron juntos comieron algunas
golosinas, la gente se acercaba a ellos para hablarles, felicitaban a Frank por
la actuación del día anterior. Las
apuestas para la carrera estaban a favor de los
caballos de Leyton y se rumoraba que el banquero Wilson estaba apostando
mucho dinero. Greg Leyton no pudo
contenerse y buscó la manera de acercarse a la pareja.
-
Amber Flanagan, cada
día te vez más hermosa – saludo ignorando a Frank
-
Señor Leyton – fue
la fría respuesta de Amber
-
Te invito a tomarnos
un refresco y aprovechamos para hablar de la carrera de mañana.
-
Le agradezco señor
Leyton, pero ya he aceptado la invitación de Frank… además si quiere hablar de
la carrera, las apuestas es asunto de mi abuelo
-
Caramba Amber, no
creo que seas tan descortés de preferir a un simple vaquero que a mi
-
No es un simple
vaquero es mi amigo y no discrimino a nadie por ningún motivo…
-
Todas las cosas
tienen su lugar Amber, y el tuyo es a mi lado
-
Creo que está
sobrepasando la raya señor Leyton, no creo haberle dado esperanzas de que pueda
existir algo entre usted y yo, en ese sentido he sido suficientemente clara –
puntualizó Amber algo molesta, le fastidiaba el acoso de aquel sujeto y además temía
que Frank interviniera, hasta el momento había permanecido silencioso a su
lado.
-
Ruego me disculpes
Amber, la verdad no quise molestarte…
-
Con su permiso señor
Leyton… que tenga buenas tardes – dijo Amber dando por terminada la
conversación mientras alaba suavemente por el brazo a Frank
Cuando estuvieron a prudente distancia de los sujetos,
Frank comentó a Amber.
-
Es persistente ese
sujeto llamado Leyton, no sé cómo lo soportas…
-
Ya me tiene hasta la
coronilla Frank
Greg Leyton quedó que sudaba veneno, empezaba a
odiar a aquella muchacha en su negro corazón se cocinaban mil formas de hacerle
pagar todas esas ofensas recibidas, la maldijo entre dientes. Luego su mente se
iluminó empezó a tomar forma una idea torcida.
-
Morgan manda a dos
de los nuevos que provoquen a ese larguirucho que anda con Amber y que le den
una paliza. No tengo que decirte que
seas lo más discreto posible.
-
Mandaré a los dos
que llegaron ayer.
-
Hazlo de tal manera
que no nos relacionen con ese asunto, entendiste…
-
No se preocupe jefe
Momentos después dos sujetos esperaron a que pasara
junto a ellos la pareja para abordarlos de manera intempestiva, uno de ellos
atrajo bruscamente a Amber hacia él con la intensión de besarla a la fuerza,
mientras el otro se interponía en el camino de Frank; Amber lanzó un grito de
sorpresa y dolor
-
Aaaay que…
-
Ven acá gatica
preciosa, quiero darte lo tuyo – dijo el sujeto.
-
Suéltala estúpido… -
gritó Frank
-
Cuida tu boca
larguirucho de mierd…
Mientras habla el sujeto lanzo un golpe contra la
cara de Frank que hábilmente lo esquivó, al tiempo que golpeaba al sujeto con
tremenda fuerza en la mandíbula, mandándolo a comer tierra varios metros atrás;
mientras Amber forcejeaba con el otro logrando soltarse, cuando el tipo
intentaba sujetarla nuevamente Frank Lassiter se interpuso entre ambos
colocando sendos golpes en el rostro del sujeto quien con el rostro
ensangrentado rodo por el suelo; apenas tuyo tiempo de esquivar el intento del
otro sujeto de golpearle por la espalda con un largo madero; Frank era una máquina
de arrojar golpes y lo hizo con tanta presión que el tipo se desplomó
pesadamente con el rostro hecho una masa, al ver esto el que había intentado
besar a Amber salió corriendo horrorizado y se perdió en la multitud que
observaba la pelea.
-
Estas bien Amber? –
preguntó preocupado Frank
-
Estoy bien, gracias
Desde un lugar estratégico Greg Leyton había
observado la pelea y su rostro estaba crispado.
-
Yo no me enfrentaría
a este sujeto a los puños – dijo Morgan
-
Ni yo Morgan… pelea
como un demonio ese infeliz – respondió pensativo Leyton
Alguien examinó al sujeto caído y dictaminó.
-
Está muerto…
-
Se lo merecía – dijo
otro – intentaron sobrepasarse con la doctora Flanagan
-
Menos mal y ese
vaquero amigo suyo intervino
Amber y Frank consideraron que era prudente volver
al rancho, entendían perfectamente que esa provocación no había sido fortuita y
correspondía a una jugada orquestada por Leyton para vengarse de Amber.
El día siguiente era el día de la gran carrera, estaban
inscritos unos veinte y cinco caballos de la región, entre ellos tres pertenecían
a Leyton, uno de los cuales llamado “Sarko” había ganado fácilmente la carrera
el año anterior, era un pura sangre de color rojizo de fino pelambre e
imponente estampa, lo montaba uno jinete contratado por Leyton traído desde Los
Ángeles, ampliamente reconocido.
-
He apostado
cincuenta mil dólares con el viejo Kurt – comentaba Wilson – ese viejo debe
estar loco jajajaja, será como quitarle un dulce a un niño.
-
El que va a competir
por el rancho de los Flanagan es ese
muchacho flaco que anda con Amber y que ha demostrado ser un buen vaquero… yo
no me confiaría, además están apostando muy fuerte a su favor – comentó Donovan
el cantinero.
-
No deja de tener
lógica lo que dice el gordito – reconoció Leyton – pero creo que a nuestros
caballos no les gana nadie aquí
-
Además tenemos el
plan B, por si algo sale mal – dijo maliciosamente Wilson el banquero
-
Yo también he
apostado veinte grandes con el viejo Kurt – dijo Leyton
-
Entre todos hemos
apostado una gran fortuna, muchísimo más que el año anterior, suma como
doscientos mil – agregó Wilson
-
Es una bonita
cantidad, no podemos perder – dijo Leyton
Por su parte Los Flanagan en compañía de Frank
Lassiter esperaban la hora de la partida de la carrera que consistía en un
recorrido en forma de U por las polvorientas calles de Green City, terminaba el
recorrido en la plaza principal del
pueblo, los jinetes debían recorrer unas tres millas aproximadamente, por lo
cual además de ser veloces tenían que tener cierta resistencia, era necesario
planificar bien la carrera.
El Sheriff fue el encargado de dar la partida y los
participantes partieron como gamos en busca de la meta y de los cincuenta pavos
de premio que se llevaría el ganador, en
los primeros metros los caballos de Leyton tomaron la delantera, Frank montando
a “Pegaso” se mantenía en medio del lote; a medida que avanzaba la carrera
muchos se iban quedando rezagados al no corresponder al fuerte paso que
imponían los delanteros, al frente de la carrera al doblar la curva de la U iba
“Sarko” y le seguían los otros dos caballos de Leyton; Frank mantenía a
“Pegaso” a pocos metros de los delanteros, tenía una estrategia para ganar la
carrera; poco a poco empezaba a ganar terreno dejando atrás a los demás jinetes
y acercándose paulatinamente a los tres delanteros, lucia fresco y su paso era
cada vez más veloz, era inminente que alcanzaría a los primeros en cuestión de
segundos; fue entonces cuando los dos jinetes que montaban a los caballos de
Leyton que perseguían al delantero empezaron a rezagarse sospechosamente con la
clara intención de obstaculizar el paso de “Pegaso”… ese era el plan B de
Leyton.
Frank notó inmediatamente la jugada y se previno,
por eso cuando uno de los jinetes intento derribarlo con su pierna, este lo
evitó y al hacerlo estuvo a punto de caer pero logro sostenerse, fue entonces
cuando empezó a sentir los golpes que
con la fusta le descargaba el sujeto, Frank logro detener el castigo jalando
bruscamente el fuete con el que lo golpeaba el bandido quien rodó por el suelo
levantando una polvareda; mientras el otro se colocaba delante de el para
cortarle el paso… entre la multitud se escuchó un coro de protesta… era una
jugada sucia.
Mientras Frank intentaba liberarse del jinete que
le estorbada delante; el caballo de Leyton llamado “Sarko” iba ganando distancia y se alejaba más y más; Frank esperó
el momento apropiado y dándole un leve
toque con los talones a “Pegaso” indicándole que corriera a toda velocidad y
así lo hizo, partió como una exhalación dejando al que intentaba detenerle
envuelto en una espesa nube de polvo, los últimos metros fueron emocionantes,
“Pegaso” parecía volar mientras que “Sarko” se notaba cansado por el esfuerzo
realizado, pero había alcanzado una buena ventaja… el triunfo de Leyton estaba
casi que asegurado.
Amber y el viejo Kurt gritaban animando al dúo
conformado por Frank y “Pegaso”, faltando diez metros la ventaja era mínimo, el
jinete que montaba a “Sarko” lo fustigaba con violencia, mientras que Frank
parecía uno solo con su montura. El caballo de Leyton relinchaba herido y eso
le hacía perder tiempo…
Greg Leyton quien presenciaba la carrera en
compañía de Wilson, Donovan y Morgan, estaba pálido y sudoroso, sus puños
estaban crispados al notar con impotencia como el caballo del rancho “El dólar
de plata” recortaba la distancia y era inminente que sobrepasaría a su caballo
antes de llegar a la meta; y así sucedió, “Pegaso” pasó la raya de meta con una cabeza de ventaja…
era el vencedor.
El pueblo se volcó a celebrar el triunfo de la
familia Flanagan y vitoreaban el nombre de “Pegaso”
quien lucía una corona de flores como símbolo del ganador.
Amber corrió y abrazó efusivamente a Frank, quien
sonreía satisfecho. Por su parte Leyton y los suyos notaban en el publico cierto fastidio hacia ellos pues se
habían dado cuenta que intentaron hacer trampa y ese tipo de conducta eran
imperdonables en el oeste americano, por lo cual ahuecaron ala y partieron del
lugar disimuladamente. En la cantina
Leyton descargó toda su furia contra una mesa, habían perdido una gran fortuna.
Por su parte la alegría en el rancho “El dólar de plata” era inmensa, quien
celebraba con mayor efusividad era el viejo Kurt quien parecía un niño dando
saltos de alegría y abrazando a Frank.
-
Muchacho, no sabes
la alegría que me han dado tú y tu caballo.
-
Te lo dije viejo,
que este año ganaríamos nosotros.
-
Por eso aposté una
buena cantidad con lo cual recuperamos lo que perdimos el año anterior y
logramos arrancarle unos cuantos dolaretes al bandido de Leyton que debe estar
que se lo lleva el demonio ja ja ja
-
Mi mejor premio es
verlo así de feliz viejo
-
Ellos estaban
seguros que ganarían más sin embargo habían preparado una sucia jugada para
evitar que nuestros caballos ganaran.
-
Estuvieron cerca de
salirse con la suya, gracias a “Pegaso” pudimos ganar
-
Adoro a ese animal y
voy a premiarlo juntándolo con mis mejores yeguas… claro si tú lo permites.
-
Por mí no hay
problemas viejo Kurt… pero tendremos que consultarlo con él – rio Frank
divertido
-
Estoy seguro que esa
idea le gustará mucho – aseguró el viejo Kurt
El fin de semana se celebró el matrimonio de Lest
Montgomery y María Hidalgo del Corral, los invitados fueron pocos y departieron
en un ambiente familiar, la celebración fue doble al comunicarles Lest que iba
a ser padre, lo cual prendió el jolgorio y los comentarios sarcásticos entre
los asistentes.
-
Veo que te comiste
la presa antes que la sopa Lest, eres un sinvergüenza – le decía el viejo Kurt
entre risas.
-
Lest pido ser la
madrina de tu hijo – Dijo Amber
-
El padrino será
Frank
-
Será un placer Lest,
gracias por escogerme.
-
Aprovechemos la
música para bailar, hace rato que no lo hago – dijo entusiasmado el viejo Kurt
-
Bailemos Frank –
dijo Amber jalando a Frank por una mano.
Bailaron hasta tarde en la noche, Frank se tomó un
par de copas tras insistirle Amber que las tomara.
-
Hacía tiempo no me divertía
tanto Frank, debo darte las gracias por ello.
-
No creo merecer ese
honor Amber y más bien debería agradecerte por dejarme ser tu pareja… soy un
vaquero muy afortunado, no todos tienen la dicha de poder bailar con la patrona
más hermosa del mundo.
Amber reía a carcajadas.
-
Gracias por el
cumplido Frank, ya veo que el par de copas que te has tomado empiezan a hacer
efecto.
-
Empieza darme
vueltas todo Amber.
-
¿en dónde aprendiste
a bailar tan bien Frank?
-
¿crees que bailo
bien? Ja ja ja pero si tengo dos pies izquierdos
-
No lo haces mal…
eres un tipo sorprendente
-
A tu lado suelo
hacer cosas que normalmente no hago
-
¿Y eso porque?
-
Me siento bien a tu
lado Amber
-
Yo igual Frank, es
algo que no me había ocurrido con nadie.
Amber notó de repente que sus manos permanecían
entrelazadas y sintió sus mejillas se sonrosaban intensamente… pero en el fondo
sentía una gran tranquilidad estando al lado de Frank.
CAPITULO SEPTIMO
Frank Lassiter que últimamente no se despegaba de
Amber entró en el consultorio de la doctora para que ésta le examinara la
herida.
-
Señor Frank debo decirle
que esa herida tuya ha cicatrizado plenamente y por tal ya no requieres de mis
servicios.
-
Doctora pero siento
que aún me duele, examíneme bien creo que necesito de sus cuidados un poco más
– ambos reían de sus ocurrencias
-
Lo ciento vaquero debió
ser la bailada de anoche, pero ya está apto para seguir cuidando de las vacas
que para eso le pago.
-
Entonces me marcho a
cuidar las reses.
-
Frank me urge viajar
mañana temprano a Creek Mountain, a visitar un pariente que requiere de mis
servicios… ¿quieres acompañarme?
-
Claro… ¿pero y las
vacas?
-
Ellas te esperaran
vaquero no te preocupes
-
Entonces salimos
temprano
-
Iremos en mi coche
Frank es un viaje largo de tres días y debo llevar algunas cosas.
-
Así será entonces
señorita Flanagan ¿quiere que alguien más nos acompañe?
-
No, con tu compañía será
suficiente… a lo mejor “alguien” se anima contarme cosas de su vida que aun
ignoro – era una clara indirecta para Frank del que prácticamente no conocía
nada, pues era muy parco al hablar de sus cosas.
-
Quizás aproveche además
para confesarte otras cosas…
-
Como cuales Frank… adelántame
algo.
-
No, no, no lo sabrás
en su debido momento… ten paciencia.
El amor afloraba a flor de piel entre estos
jóvenes, ya no lo podían ocultar; ella deseaba escuchar de sus labios la
palabra “te amo” y el deseaba tenerla entre sus brazos y poder llenarla de
besos… pero el destino a veces nos depara otros caminos insospechados.
En Green City estaban reunidos tomándose unas copas
Greg Leyton y sus amigos entre los que se contaban Morgan, el sheriff Landers y
el banquero Monty Wilson, charlaban animadamente alrededor de una mesa sobre lo
sucedido con el ganado que estaban juntando para entregarlo en Creek
Mountain.
-
El plazo que nos dio
Sullivan vence en tres días maldita sea y no tenemos una sola cabeza de ganado
que entregarle; las cosas no nos están saliendo bien últimamente – decía Greg
Leyton – tendremos que actuar rápido y completar con nuestro propio ganado, no
le pienso quedar mal a ese Sullivan… ya lo conocen
-
Sí, hay que
cumplirle como sea a ese tipo loco – complementó Landers
-
Donde los Flanagan
podremos conseguirnos más de mil cabezas, pero están prevenidos y habrá que
darles plomo.
-
Eso a mí poco me
importa Morgan si tienes que llevarte veinte hombres hazlo y si de paso me
traes la cabellera de Kurt Flanagan podría darte un jugoso premio.
-
De cuanto estamos
hablando jefe – sonrió torcidamente Morgan
-
Diez mil pavos…
-
Huy y solo por un
vejestorio, no está mal.
-
Ese vejestorio como dices
está organizando a los ganaderos de la región y eso sería peligroso pues se nos
acaba el negocio – puntualizó Greg Leyton.
-
Esta misma noche
haremos ese trabajo jefe.
En esos momentos entró Bob Carson al
establecimiento, se le notaba descompuesto, lo acompañaba su hijo Paul; Bob
Carson contaba unos cincuenta años y su hijo unos 20, era un crio de incipiente
barba. Se dirigieron directamente a
donde estaba Monty Wilson, el banquero que siempre vestía de levita negra, pero
adornando su cintura con un Colt 38 corto de cacha nacarada.
-
Wilson eres un
maldito ladrón, ni creas que te vas a quedar con mis tierras como ya lo hiciste
con las de Wallace y la de los Whitaker, primero muerto…
-
Mire Carson no le
permito esas insinuaciones, yo no lo obligué solicitar ese préstamo.
-
Pero cambiaste las
reglas de juego y aumentaste los intereses para que no te pueda pagar.
-
No es esculpa mía
el que no pueda pagar… y como tengo las
escrituras como garantía pienso hacerla efectiva, negocios son negocios.
-
Pienso pagarte lo justo…
-
Mira Carson el plazo
ya feneció y no hay prorroga, tendrás que salir con tus mulengues para otra
parte, esas tierras ahora son mías.
-
Tendrás que matarnos
a ambos – intervino el jovenzuelo Paul Carson.
-
Calla al bebecito
Bob no sea que pierda la paciencia… - se envalentonó Wilson
-
Y que piensas hacer?
Preguntó Bob Carson, matarnos como a mi amigo Wallace.
-
Él se lo buscó Bob,
todo el mundo se dio cuenta que fue en defensa propia.
Wilson sabría que eso iba a pasar, era lo que había
buscado para finiquitar un lucrativo negocio y quedarse con las tierras de Bob
Carson, una estrategia que le había dado buenos resultados, por eso buscaba
provocarlo para poderle asesinar.
-
Mañana mismo iré a
tomar posesión de mis tierras, espero no encontrarte en ellas Bob ni a tu crio
llorón… al menos que prefieran quedarse a trabajar como peones.
-
Ya basta de burlas
maldita sabandija, te hare tragar tus palabras – gritó Bob Carson al tiempo que
se abalanzaba hacia Monty Wilson, quien no esperaba aquella reacción; el enorme
puño de Bob Carson descansó en la mandíbula de Monty Wilson quien rodó por el
piso llevándose a su paso una mesa y varias sillas, quizás la patada de una
mula no le habría dado tan fuerte… con los rojos enrojecidos por la furia se
levantó como pudo, con los ojos inyectados de sangre gritó.
-
Maldito cretino
defiéndete que voy a matarte – tenía todas las ventajas él era un pistolero,
Bob Carson era un simple campesino que poco sabia de armas.
Inició un movimiento fugaz hacia sus pistolas las
cuales descargó sobre Bob y Paul Carson quienes recibieron la lluvia de plomo
sin alcanzar a sacar sus revólveres. El recinto se llenó de humo y el
característico olor a pólvora se mezcló con el de tabaco y alcohol; los cuerpos
de los Carson se fueron desplomando como muñecos desarticulados hasta golpear
sordamente el piso de madera de la cantina, pronto un charco de sangre apareció
bajo sus inertes cuerpos… estaban completamente muertos.
-
Alguien tiene algo que decir – preguntó Wilson desafiante a
las personas presentes en la cantina – fue en legítima defensa, ellos fueron
los que comenzaron.
-
Nadie puede decir lo
contrario Wilson – dictaminó el sheriff Landers – yo como sheriff de Green City
así lo certifico.
Por supuesto que nadie dijo nada, quien estaría tan
loco de decir lo contrario, sería como dictar su sentencia de muerte, por lo
tanto todos guardaron silencio.
-
Cliff y Thompson
saquen esos fiambres de aquí – ordeno a sus ayudantes quienes permanecían
tranquilamente recostados a la barra.
-
Sí, me están
manchando el piso – dijo Terry Donovan el dueño de la cantina en tono irónico.
Al cabo rato los viejos amigos seguían tomando y
jugando a las cartas como si nada hubiese parado.
-
Bueno Greg ya el
negocio de las tierras de los Carson está finiquitado – le decía Wilson
-
Ya mandé a buscar a
unos amigos expertos en minería para que exploren la zona aurífera, si es
cierto que es tan rica dejaremos ese negocio del robo de ganado por un tiempo
para volvernos honrados mineros, eso ayudará a calmar el ánimos de los
pobladores.
Al enterarse de la muerte de los Carson a manos del
banquero Wilson en el rancho de los Flanagan, todos explotaron de rabia, pero
se calmaron pues debían proceder con prudencia y no dejarse llevar por la rabia
del momento.
-
Estas muertes no
quedarán impunes se los garantizo – prometió Frank
-
Pero que puedes
hacer tu Frank… no puedes enfrentarte solo a esos delincuentes que actúan
protegidos por la propia Ley – se quejaba el viejo Kurt
-
El castigo les
llegará en el momento justo viejo Kurt, confíe en mí.
-
Bo Carson era una
buena persona, un gran amigo, me duele demasiado su asesinato.
-
Abuelo, muy pronto
llegará la ayuda solicitada al Gobernador, seguro enviará algunos agentes que
desmantelarán esa banda y pondrán al descubierto muchas cosas.
-
Bah... estoy por
creer que no enviarán a nadie, ya hace rato que le enviamos la comunicación a
este cretino del Gobernador; cuando lo vea voy a gritarle cuatro verdades en la
cara de ese gran cabrón.
-
Cálmate abuelo, con
exaltarte no ganas nada. – le decía Amber cariñosa
-
Su amigo el
Gobernador seguro tendrá en cuenta su petición viejo Kurt – comentó Frank
-
Si en los próximos
días no llega nadie, iré personalmente a la capital para hablar con él y tendrá
que escucharme.
Todos sabían que el viejo Kurt hablaba en serio y
estaban seguros que iría hasta la capital y le diría cuatro verdades al
Gobernador en su propia cara.
CAPITULO OCTAVO
El viejo Kurt Flanagan atendiendo una sugerencia de
Frank Lassiter había ordenado a sus muchachos trasladar el ganado hacia otro
sitio más seguro y apostar hombres en puntos estratégicos pues estaban seguros
que intentarían robarlo nuevamente, por eso Lest Montgomery permanecía alerta
con unos 15 hombres custodiando aquel pequeño valle que solo tenía una entrada
y la cual era fácil de custodiar, intentar entrar por ahí era casi imposible,
sin duda la idea de Frank había sido genial, el ganado estaría seguro en ese
lugar en donde tenía abundantes pastos y agua suficiente.
Al día siguiente temprano partieron rumbo a Creek
Mountain en el coche de Amber, Frank ató su corcel al coche, el viejo Kurt
Flanagan los vio partir desde la terraza, pensando en vos alta dijo “ese par van a terminar juntos…”
Tras un largo día de camino Amber y Frank
decidieron acampar a la orilla del rio Green en donde descansarían para
emprender el viaje el día siguiente temprano.
Frank había estado pendiente de Amber sin duda una valiente mujer a la
cual no le había escuchado una sola queja.
-
Voy a encargarme de
los animales, vez preparando algo de comer Amber.
-
Como ordene jefe –
contestó ella jocosamente – pero primero enciende fuego
-
Discúlpame Amber es
que olvido que eres mi jefa – bromeo Frank
-
Tranquilo vaquero,
ya sé que solo sabes tratar a las vacas
-
Es verdad no estoy
acostumbrado tratar con mujeres, mi relación con mujeres se limita solo a mi
madre y hermanas que viven en Los Ángeles y las veo poco.
-
Lo decía por
molestar Frank, no te lo tomes en serio; además estoy seguro que más de una
mujer ha caído redondita en tus redes, tienes pinta de rompecorazones.
-
No creas Amber… soy
algo tímido con las mujeres.
-
Ja ja ja no pienses
que voy a creerte eso Frank con esa pinta seguro las atraes por montón.
-
Mejor me voy a
buscar leña para encender una fogata – con el tiempo sabrás que no te miento.
-
Aaah y es que
piensas pasar mucho tiempo conmigo?
-
Toda la vida… -
respondió Frank sin pensarlo siquiera
-
Mejor ve por la leña
rápido si quieres que prepare la comida, te advierto que no soy muy buena para
eso.
Frank preparó la fogata y atendió a los animales,
al terminar se sentó al lado de Amber junto a la Fogata, una brisa fría
empezaba a soplar desde el norte. Ella
solicita le sirvió un plato de frijoles con tocino, huevos y una jarra de café.
-
Esta delicioso Amber
y decías que no sabías cocinar.
-
Lo poco que se lo
aprendí desde niña con mi madre.
-
Creo que serias una
excelente esposa, dichoso el hombre que logre conquistarme
-
Eres muy galán Frank
tampoco conocía esa faceta tuya.
-
Yo tampoco – rio él
Después de la cena ambos se tendieron sobre sus
cobijas y alumbrados por la luz de la luna y recibiendo el calor de la fogata
se miraron fijamente hasta quedarse dormidos.
Esa misma noche unos veinte jinetes cruzaron la pradera
adentrándose en los predios de la hacienda “El
dólar de plata”, al frente cabalgaba George Morgan. Al llegar al lugar en donde pensaban
encontrar el ganado de los Flanagan se llevaron una sorpresa.
-
Maldita sea, se lo
han llevado, no hay nada… - gritó Morgan
-
Yo poder seguir
rastro y llevarte a donde estar ganado – dijo a su lado Roy Wamba un mestizo
criado entre indios.
-
Andando entonces
indio a que esperas…
Al rato llegaron al valle en donde habían llevado
el ganado los Flanagan.
-
Al otro lado de ese
estrecho se encuentra valle donde estar ganado – dijo el indio Wamba – haber
muchas cabezas de ganado, haber demasiadas huellas.
-
Vamos por él, nos lo
llevaremos todo a como dé lugar – dijo Morgan.
Estaban tan seguros que no midieron el peligro y
pronto pagaron las consecuencias de su imprudencia, al pasar por el estrecho
una lluvia de plomo les cayó desde diferentes puntos, cuando quisieron dar la
vuelta y regresar ya fue demasiado tarde para una docena de ellos que quedaron
tendidos en la tierra, el resto algunos mal heridos y otros milagrosamente sanos como el mismo Morgan
emprendieron una rápida huida… el grupo había sido seriamente diezmado.
Bien temprano se levantó Frank y preparó un oloroso
café Amber fingía dormir mientras lo observaba.
Lo vio alejarse hacia donde estaban los animales y prepararlos para
reiniciar el viaje. Decidió levantarse, tomar una taza de café y pegarse un
baño en las frescas aguas del rio Green antes de continuar el viaje.
En efecto Frank preparó los animales y pensó
asearse un poco antes de partir, confiaba en que Amber dormía aun. El rio Green en esa parte era una corriente
de aguas cristalinas de poca profundidad por eso se acercó a un vado del rio
cuando a unos tres metros sus ojos se agrandaron como platos al ver semejante
espectáculo… allí estaba Amber bañándose desnuda, dejando al descubierto su
escultural cuerpo de diosa, de piel dorada y formas perfectamente torneadas y
firmes, brillaban al reflejar los primeros rayos del sol… todo un espectáculo.
Frank se había quedado paralizado mirando el
hermoso espectáculo que apreciaban sus ojos, por unos segundos no supo que
hacer, luego reaccionó y como pudo retrocedió pues era todo un caballero y no quería que Amber pensara
que la estaba espiando, agazapado corrió hacia el campamento sintiendo su
corazón latir aceleradamente, allí esperó a que llegara, la vio venir con el
cabello húmedo aún, al llegar no pudo mirarla a los ojos, se sentía algo avergonzado
y no podía apartar de su mente aquella imagen del rio.
-
Uff me siento como nueva y lista para partir, el agua está
fresca y cristalina, no pude resistir la tentación de darme un chapuzón;
deberías probar el agua Frank está deliciosa.
-
Si, si, pensaba
hacerlo, estaba esperando a que regresaras.
-
Ve enseguida, te
espero para desayunar
-
No demoro para poder
disfrutar de los manjares que tu preparas
-
Oye Frank no te
burles… o te toca a ti la cocina.
-
Pero si no me burlo
Amber en realidad de encanta como cocinas.
-
Si claro comamos
algo.- estuvo de acuerdo Amber.
Al poco rato el carruaje partía hacia Creek
Mountain; Frank sentía el cuerpo de Amber pegado al suyo y esto lo hacía
estremecer de placer.
Morgan llegó lleno de polvo y todo desencajado a la
hacienda “Montana” donde Greg Leyton esperaba impaciente, pues le preocupaba
no poder cumplirle a Sullivan con el
negocio del ganado y el resultado de esa misión era determinante para ello;
aquel sujeto Sullivan era un tipo que no perdonaba jamás y en eso basaba su
fama de pistolero; pero eso no era lo que más temía Leyton pues él no era manco
sino que siempre se hacía acompañar por sujetos tan temibles como él. Al ver a Morgan se tensionó, vio a otros
hombres sangrar heridos y salió a su encuentro.
-
Que pasó maldita
sea…
-
Nos emboscaron jefe
no nos dieron oportunidad de defendernos, solo sobrevivimos ocho y de ellos
cuatro están mal heridos. - Morgan le contó lo sucedido a su jefe.
-
No cabe duda que les
estaban esperando, pero tu maldito estúpido como fuiste tan confiado de meterte
así a esa madriguera.
-
Lo lamento jefe
tiene razón nos confiamos demasiado.
-
No quiero ni pensar
lo que pueda pasar con Sullivan, ese loco es capaz de llenarnos el cuerpo de
plomo sin dejar de sonreír.
-
Y si le devolvemos
el dinero…
-
No me hagas reír
Morgan, tú crees que Sullivan acepta devoluciones, a él se le cumple o se le
cumple.
-
Que ha pensado jefe…
no creo que podamos reunir el ganado y cumplirle a Sullivan.
El rostro de preocupación de Greg Leyton lo decía
todo… ahora parecía más viejo que antes.
El segundo día del viaje de Amber y Frank hacia
Creek Mountain transcurrió tranquilo, el clima fue agradable, aprovecharon para
seguir afianzando su relación; Amber no cesaba de hablar de cosas de su
profesión como médico, se notaba que era algo que le apasionaba. Por su parte
Frank le contaba de su familia y que era huérfano de padre pues el suyo fue
asesinado por la espalda siendo sheriff de un condado cerca a Los Ángeles por
un Tahúr llamado Dante Sullivan.
-
Cuando conozcas a mi
madre y a mis hermanas te van a agradar mucho – comentó Frank
-
Por lo que me has
contado de ellas, estoy segura que así será, espero conocerlas pronto.
-
Primero iremos a Los
Ángeles y después las traeré a Green City ¿te parece?
-
Si, había pensado
viajar a esa ciudad a comprar algunos medicamentos y visitar a unas amistades.
-
Habrás dejado algún
novio esperándote en San Francisco, estará desesperado por verte… - dijo
socarrón Frank para molestar a Amber
-
No uno sino varios –
contestó ella pues ya conocía el sentido del humor de Frank
-
Que no se dejen ver
de mí, pues les iría mal
-
Parecería que estas
celoso Frank
-
Mucho
-
Al igual que tú no
he tenido tiempo para eso… he tenido muchos pretendientes pero siempre me
dediqué a los estudios y a mi profesión.
-
Yo solo he tenido
tiempo para las vacas – bromeo Frank
-
Ya empiezo a
sentirme celosa de ellas – rio Amber
El viaje se les hacía corto pues siempre tenían
temas de qué hablar y a pesar de que Frank era un simple vaquero se defendía
demasiado bien en otros temas y eso no dejaba de sorprender a Amber.
-
Oye Frank para ser
una persona que solo sabe de vacas y caballos me he dado cuenta que eres una
persona culta y educada; me he dado cuenta que sabes más de lo que aparentas.
-
La escuela de la
vida te enseña muchas cosas – le respondía Frank
CAPITULO NOVENO
En Creek Mountain sentado en su oficina se
encontraba Dante Sullivan un tipo flaco, alto, de piel cetrina, cara huesuda y
escaso cabello, de ojos pequeños y cejas pobladas, estaba acompañado como
siempre de dos sujetos de aspecto inocultable… eran pistoleros; lucían
revólveres bien bajos, lo que era una clara señal de la experiencia que tenían
con las armas, de movimientos felinos y miradas escurridizas… eran los temibles
gemelos Alex y Dexter Maxwell, ambidextros, usaban dos pistolas y quienes los
habían visto actuar decían que parecían un par de demonios con las armas.
-
Jefe no sé por qué
pero tengo la sospecha que Greg Leyton no le va a cumplir con el trato – decía
Alex Maxwell a Dante Sullivan
-
Entonces tendremos
que sentar un buen precedente pues a Dante Sullivan nadie le ve la cara de
tonto, nadie… Si no cumple iremos a Green City para hacerle una visita a ese
pilluelo llamado Greg Leyton, desde pequeño demostró lo que iba a ser.
-
Como fue que le
conoció jefe? Preguntó Dexter.
-
Se nos unió a la
banda en Abilene, era apenas un crio, pero aprendió rápido, en más de una
oportunidad me tocó sacarle de problemas; es un tipo de cuidado y poco
confiable.
-
Nos lo deja a
nosotros jefe.
-
No Greg Leyton es mío,
ya es hora de convencerlo de quien es más rápido con las armas – luego agregó –
pero no se preocupen que no está solo, está rodeado por tipos de mala calaña,
igual de peligrosos como él.
La pareja conformada por Amber Flanagan y Frank
Lassiter acampó nuevamente antes de llegar a Creek Mountain, lo hicieron en un
lugar apropiado donde los animales pudieran pastar y abrevar y donde nadie les
molestara, luego de cenar frugalmente conversaron animadamente un rato antes de
dormir.
-
Me preocupa mi
abuelo Kurt – comentó Amber
-
Cuéntame porqué
-
Está empecinado en
desenmascarar a Greg Leyton y temo que ese tipo le haga daño.
-
El viejo Kurt sabrá
cuidarse Amber no te preocupes – dijo Frank para tranquilizarla, pero la verdad
también estaba preocupado por el viejo
-
Ahora está
empecinado en organizar a un grupo de hombres para protegernos de los ladrones,
cuando Leyton se entere y de seguro ya lo sabe tratará de evitar eso.
-
Si, tienes razón
-
Es una banda bien
organizada pues hasta tu llegada no se tenía idea hacia donde llevaban el
ganado robado.
-
El mercado más
cercano es Creek Mountain, cuando llegue trataré de averiguar algo mientras tu
atiendes a tus parientes.
El tercer día de viaje a pocos kilómetros de Creek
Mountain se cruzaron con un grupo de cinco jinetes, quienes galopaban en
sentido contrario, ni siquiera intercambiaron saludos; eran nada más ni nada
menos que Sullivan y sus secuaces quienes se dirigían hacia Green City en busca
de Greg Leyton para pedirle cuentas sobre el negocio del ganado… el destino los
volvería a cruzar en su camino.
Horas después entraban a Creek Mountain, una
prospera región para la época, era una zona minera, maderera y ganadera; fueron
directos a una de las posadas del pueblo, en donde les atendió muy amablemente
una honorable señora.
-
Para ustedes que
están recién casados, les tengo una habitación especial con una cama con un
colchón suave.
Ambos se miraron sonrojándose.
-
No señora, no somos
pareja – aclaró Amber
-
Les ruego me
disculpen, pero la verdad que pensé que lo eran, pues lo parecen… se notan tan
enamorados – comentó la señora, sonrojando a ambos.
-
Pierda cuidado
señora, denos dos habitaciones por un día pues mañana mismo regresaremos a Green
City, estamos solo de visita – respondió Amber
-
Como gusten jovencitos.
La señora les dijo el costo de las habitaciones,
indicándoles las habitaciones que quedaban contiguas.
-
Voy a asearme, que
bien que me hace falta un buen baño – dijo Amber
-
Haré lo mismo, te
espero en el comedor para luego acompañarte a visitar a tus familiares.
-
Ahí nos vemos, no
demoro – dijo Amber con una sonrisa
A la hora se encontraron en el comedor y pidieron
un buen plato para recuperar energías, Amber lucia bella como siempre, y Frank
se había afeitado y lucia como nuevo, además se había vestido jeans nuevos y
una fina camisa a cuadros, botas y sombrero nuevos.
-
Te ves muy elegante
Frank - bromeo Amber
-
No quería desentonar
a tu lado y quería lucir como un vaquero aseado – rio Frank
-
Pues déjame decirte
que luces estupendo
-
Gracias Amber, te
ves muy bien.
-
Solo bien… que
tristeza
-
No, quise decir que
luces hermosa… si, bella – tartamudeaba Frank confundido mientras ella reía
divertida
-
Se nota a leguas que
eres un tipo tímido con las damas Frank
-
Ya te lo he dicho,
tengo poca experiencia con las mujeres, soy poco galante.
-
O sea que nunca has
tenido una novia
-
Ya te dije que no,
no he tenido tiempo para eso
Amber se divertía atacando a Frank
-
Nunca has besado a
una mujer
-
Si a mi madre en la
mejilla, por supuesto
-
No me refiero a esa
clase de besos tonto…
-
Quieres decir besos
entre marido y mujer
-
Así es…
-
Pues sabes que no…
por lo menos no recuerdo ninguno., quizás algún día borracho
-
Pero si tú me has
dicho que nunca tomas… acaso me mentiste?
-
Tienes razón, no
tomo y no he besado a ninguna mujer satisfecha – confesó Frank apenado
-
No es motivo para
sentirse apenado, me complace escuchar esas palabras Frank
-
Porque lo dices
Amber?
-
Mira Frank no sé si
eres tonto de nacimiento o te las picas… - Ahora el que reía era Frank pues
bien sabía lo que quería decir Amber
Después de cenar salieron hacia donde los
familiares de Amber, una tía de esta presentaba algunos quebrantos de salud y
se comunicaron con la doctora Amber para que le hiciera un chequeo de rutina y
aprovechaban para verse después de algún tiempo. Frank los acompañó un rato y luego se
disculpó y salió a dar una vuelta por el pueblo, necesitaba información
respecto a los compradores de ganado procedente de Green City. Se dirigió hacia
donde el comisario el cual encontró saliendo de su oficina, le abordó de
inmediato presentándose formalmente. El comisario Perkins era un tipo de edad
avanzada, corpulento, de prominente vientre y cabello canoso y espeso bigote.
-
Me dirigía a la
cantina a refrescarme con una cerveza – si gusta puede acompañarme
-
Claro comisario – respondió
Frank
En el camino conversaron animadamente y pronto
puedo Frank darse cuenta que el comisario era un tipo respetuoso de las leyes
las cuales hacia cumplir al pie de la letra; tenía un buen equipo bajo sus
órdenes y contaba con el apoyo del ejército que acantonaba en las afueras de la
ciudad. Pero Creek Mountain distaba mucho de ser una ciudad tranquila, como
toda ciudad minera era desordenada, abundaban los burdeles en donde pululaban
los facinerosos, tahúres y pistoleros de toda índole, estafadores, mejor dicho
toda la plaga del mundo podía encontrarse en Creek Mountain, mientras
disfrutaba de una espumosa cerveza y Frank de un jugo de arándano pues solo
tomaba licor en ocasiones muy especiales, le puso al tanto de la situación de
un grupo de delincuentes que negociaban ganado traído desde Green City, al
frente de los cuales estaba un sujeto llamado Dante Sullivan.
-
Mire Frank si viene
a por ellos le diré que no es misión para un solo hombre, son demasiado
peligrosos, incluso para usted Frank Sullivan.
-
Gracias por su
información comisario, no se preocupe, sabré manejar la situación.
-
No lo dudo, pero
igual puede contar con nuestra colaboración, desde hace rato que vengo detrás
de Sullivan pero es un tipo astuto no me ha dejado ponerle las manos encima.
-
Si es el mismo
Sullivan que sospecho… pronto dejara de preocuparse por el – sentenció Frank
con una extraña mirada perdida en el vacío.
-
Le repito, tenga
cuidado con ese sujeto y con los gemelos Maxwell.
-
¿los gemelos
Maxwell? – preguntó rápidamente Frank
-
Si, son sus hombres
de confianza, son como su sombra…
-
¿En dónde puedo
localizarlos?
-
Porque tanta prisa
amigo Frank, cálmese
El semblante de Frank había cambiado y sus ojos
denotaban agitación interior, fue algo fugaz, pronto recuperó la compostura.
-
Ahora estoy
completamente seguro que esas personas son las que he buscado por años para
hacerles pagar horrendos crímenes cometidos en algunos Estados de la Unión.
Frank Lassiter resumió al comisario los motivos por
los cuales perseguía a Sullivan y a los gemelos Maxwell.
-
Desafortunadamente
no podrá encontrarse con ellos por ahora, pues tengo entendido que salieron
temprano; lo sé porque los mantengo bien vigilados, se hizo acompañar por
cuatro de sus esbirros.
Frank recordó a los cinco jinetes que se cruzaron
con ellos a pocos kilómetros de Creek Mountain… “eran ellos”, pensó.
Acordándose de Amber se despidió del comisario dándole las gracias por la
información.
Amber caminaba a prisa por las polvorientas calles
de Creek Mountain, se le había hecho tarde conversando con sus parientes, al
ver que Frank no llegaba decidió regresar a la posada; a medio camino al lugar
de hospedaje dos sujetos malencarados le cerraron el paso.
-
Hola muñeca preciosa
– le dijo uno de ellos – para dónde vas con tanta prisa
-
No te asustes – dijo
el otro – solo queremos pasar un buen momento contigo
Ambos rieron estrepitosamente, Amber sabía que corría
un gran peligro, estaba segura que esos sujetos no la dejarían pasar sin
hacerle daño, maldijo no portar un arma en esos momentos.
-
Será mejor que se
aparten señores, tengo prisa – dijo Amber tratando de mostrar tranquilidad.
Los sujetos reían mientras se acercaban a ella, en
sus ojos se notaba la lujuria de tener al frente a una mujer tan linda como
Amber.
-
Tranquila mi amor,
si te portas bien, no te pasará nada malo – le dijo uno de los pillos
-
Solo queremos un
poco de cariño muñeca… - puntualizó el otro
Amber retrocedía a cada paso de los tipos… cuando
de pronto una voz potente y autoritaria se escuchó a sus espaldas.
-
Será mejor que la
dejen en paz si aprecian sus vidas señores.
Era Frank Lassiter quien tenía las manos muy cerca
de sus armas y mantenía las piernas entreabiertas… los sujetos se sorprendieron
al escuchar la voz, no habían notado su presencia. Por su parte Amber algo
agitada instintivamente se apartó de la línea de tiro dejándolos frente a
frente.
-
Señores… la señorita
se merece una disculpa de su parte, será mejor que lo hagan.
-
Y quien eres tu
pedazo de metiche… - escupió uno de los sujetos.
-
Soy quien les dará
un pasaje sin regreso al otro mundo, sino se disculpan ya…
-
Eres un fanfarrón
entrometido… eso es lo que eres y ya te daremos lo tuyo…
Sus manos volaron hacia sus pistolas intentando
sorprender a Frank quien esperaba ese movimiento pues estaba acostumbrado
lidiar con cobardes como aquellos, sonaron cuatro disparos… rapidísimos como si
fueran uno solo; salieron todos de las armas de Frank Lassiter para impactar
los miembros superiores de sus adversarios quienes sangraban con sus brazos inutilizados
caídos a los lados.
-
Agradezcan que no
les haya matado… tuvieron suerte este día – dijo Frank – lárguense antes de que
me arrepienta…
Los sujetos no se hicieron repetir la orden, sabían
que estaban vivos de milagro, aquel sujeto les había perdonado la vida; Amber
corrió hacia Frank abrazándole fuertemente sin darse cuenta.
-
Oh Frank que susto
me han dado esos sujetos… gracias por ayudarme
-
Perdóname por
demorarme en ir a buscarte Amber, me entretuve hablando con el comisario.
-
Debí esperar a que
llegaras…
-
Tranquila, ya pasó
Frank sentía el cuerpo de Amber pegado al suyo,
sentía su corazón latir acelerado y sin darse cuenta la había abrazado
suavemente por la cintura.
-
Ya puedes soltarme
Frank – bromeó Amber ya más tranquila
-
Eres tu quien me
tiene abrazado Amber.
-
No te aproveches
Frank
-
Por mi me quedaría
para siempre así contigo…
-
Me sorprende tu
rapidez con las armas… no pareces un simple vaquero
-
Solo me se defender
Amber
-
Esos tipos ni
siquiera alcanzaron a desenfundar…
-
Eran unos torpes con
las armas esos dos… es solo eso.
Emprendieron el regreso hacia el hospedaje, pues
debían descansar para emprender el viaje de regreso a Green City el día
siguiente.
Un anciano que había presenciado el duelo comentó a
un amigo que tenía al lado.
-
Ese vaquero es muy rápido
con las armas… parece un pistolero, jamás había visto algo parecido.
CAPITULO DECIMO
Por las calles de Green City cabalgaban cinco jinetes,
los cuales lucían cansados como producto de haberlo hecho durante varios días;
se trataba de Sullivan, los gemelos Dexter y dos tipos malencarados más; no
podían disimular su condición de gatilleros. La gente los miraba con recelo,
sabían que aquellos sujetos no traerían nada bueno al pueblo.
-
Busquemos un hotel
donde quedarnos, necesitamos descansar y asearnos antes de ir a por ese
sinvergüenza de Greg Leyton – les dijo Dante Sullivan a sus hombres.
-
Tengo el gaznate
reseco Sullivan, antes iré por una cerveza bien fría – Dijo uno de los sujetos
que le acompañaban de apellido Smaily
-
Iré contigo – le respondió
Hardmann el otro sujeto.
-
Vayan pero procuren
no demorar; mantengan la boca cerrada, quiero darle la sorpresita a Leyton –
puntualizó Sullivan
Bien temprano partieron de regreso a Green City la
joven pareja, Frank permanecía pensativo, Amber le observaba en silencio… le
intrigaba el hermetismo de Frank, era un tipo demasiado misterioso y guardaba
tantos secretos que no podía evitar le inquietaran pues estaba perdidamente
enamorada de él.
Frank Sullivan pensaba en otra cosa, en su mente se
proyectaba algo difusa la imagen de Dante Sullivan… había pasado mucho tiempo,
el apenas tendría unos quince años cuando presenció el asesinato de su padre
Paul Lassiter quien era U.S. Marshall, a manos de unos delincuentes que le
tendieron una emboscada; mientras se enfrentaba en un duelo a Sullivan otros le
dispararon desde un techo cercano, todos creyeron que había muerto en un duelo
limpio con Dante Sullivan… nadie le creyó lo que había visto; juró vengar la
muerte de su padre y la vida le estaba brindando esa oportunidad.
-
Porque tan callado
Frank – la vos de Amber le arrancó de sus pensamientos
-
Estaba pensando en
mi familia Amber… les extraño mucho; apenas termine con este asunto pienso
visitarles.
-
De qué asunto hablas
Frank? – pregunto Amber
-
Ah no no… cosas
personales Amber – tartamudeo Frank
-
No sabes mentir
sabes…
-
Tienes razón pero
creo que no es el momento para que lo sepas
-
Y cuál es ese
momento… vamos cuéntame ya me tienes intrigada con tanto misterio
Frank la miró fijamente, sabía que podía contar con
ella y necesitaba que ella supiera cosas que ignoraba de él.
-
Está bien Amber, voy
a contarte una historia que posiblemente hará que cambies de parecer respecto a
mi
-
Me asustas Frank…
-
Todo comenzó en un
pueblito llamado…
Frank habló durante horas y aun mientras
descansaban de su largo viaje, Amber Flanagan escuchaba en silencio.
-
Y Esa es mi
historia, no quería contártela por obvias razones que estoy seguro entenderás.
-
Claro que te entiendo Frank… pero ahora estoy
muy preocupada por ti, no dejaré que te enfrentes a esos sujetos tan peligrosos
tu solo.
-
Esa es una de las
razones por las cuales no quería contarte nada Amber, no quería preocuparte…
sabes que te amo, no te lo había dicho porque primero debo terminar con esta
peligrosa misión.
-
También te amo Frank
con todo mi corazón y temo perderte
Amber abrazó a Frank con fuerza y este la estrechó
contra su pecho, luego sus labios se entrelazaron en un apasionado beso… lo que
pasó después, bueno eso lo dejo a su imaginación, pero hasta “Pegaso” bajo su
cabeza para no mirar.
Les sorprendió la mañana abrazados y cubiertos por
las cobijas, Amber pudorosa se sonrosaba al notar la desnudez de sus cuerpos…
aquella noche seria inolvidable para ellos.
Dante Sullivan acompañado de sus hombres irrumpió
en la cantina de manera brusca, era un tipo petulante y sabia como intimidar a
sus adversarios; Thomas Landers, Terry Donovan, Morty Wilson, quienes casualmente
estaban reunidos en la cantina, precisamente planeaban la forma de escapar de
Sullivan, cuando lo vieron entrar no pudieron evitar sentir un escalofrío les
recorriera todo el cuerpo… era como sentir la presencia de la muerte.
-
Vaya, vaya, a quien
tenemos aquí, pero si es mi amigo Thomas Landres, el famoso sheriff de Green
City y sus amigotes.
-
Hola Sullivan,
precisamente hablábamos de ti – respondió Landers
-
Donde esta Greg
Leyton? - Preguntó autoritario Sullivan – o es que acaso esa cucaracha se está
escondiendo?
-
Debe estar en su
rancho Sullivan no lo vemos hace rato… - respondió nervioso Donovan, quien
comenzaba a sudar a chorros
-
Nosotros no tenemos
nada que ver con los negocios de Greg – aclaró Monty Wilson el banquero
La gente se había apartado instintivamente,
olfateaban que algo malo iba a suceder y no querían estar en medio, los hombres
de Sullivan habían tomado posiciones estratégicas.
-
Son un trio de
cobardes que no merecen vivir, prepárense, ya saben a lo que vinimos; con Dante
Sullivan nadie juega…
-
Oye Sullivan cálmate
– decía Wilson a punto de llorar – mira tenemos un trato que ofrecerte
-
No quiero ningún
trato con ustedes… ya son carroña
Era la señal acordada y que sus esbirros sabían de
memoria, era la hora de entrar en acción; sus Colt escupieron fuego contra los tres bandidos,
Thomas Landers demostró ser un tipo de cuidado al arrojarse al suelo, fue el
único que logró disparar llevándose con él a Smiley quien recibió el disparo en
el pecho; fue lo último que alcanzó hacer antes de recibir los disparos de
Sullivan y los gemelos Dexter.
En el suelo yacían los cuerpos ensangrentados de
Landers, Wilson, Donovan y por otro lado el de Smiley.
-
Sullivan los miró
fugazmente lanzándoles un escupitajo.
-
Agradézcame los
habitantes de Green City que les he librado de esta escoria – grito a los
presentes en la cantina.
No se había disipado el humo de la pólvora cuando
ya galopaban al rancho “Montana” de Greg Leyton. Este acompañado de Morgan había
decidido visitar a los Flanagan para intentar comprarles el ganado, era una
medida desesperada, pero era la única solución que se les había ocurrido para
salir de esa situación tan difícil con Sullivan. Estaban los tres conversando en la sala de la
casa.
-
Mire viejo Kurt, le
ofrezco el doble del precio que cuesta el ganado, aquí tengo el dinero.
-
Vuelvo y le repito
señor Leyton… nuestro ganado no está a la venta
-
Maldita sea viejo en
ningún lugar lo venderían por el precio que les ofrecemos
-
Así nos ofrezca el
triple no se lo venderemos Leyton
Greg Leyton descompuesto no pudo contenerse y
golpeo repetidamente al anciano Kurt Flanagan mientras Morgan vigilaba.
-
Viejo decrepito, te
lo mereces por terco – gritó enfurecido Leyton.
El viejo Kurt estaba en el suelo jadeante, su
rostro estaba ensangrentado, Greg Leyton desenfundó su revolver dispuesto a
acabar con la vida de Kurt Flanagan, cuando…
-
Hey Greg se acerca
un numeroso grupo de jinetes, creo que debemos partir pronto.
En efecto a la distancia se podía ver una espesa
nube de polvo que levantaban los corceles, eran unos 20 hombres
aproximadamente.
-
Maldición, vamos
Morgan rápido.
Cuando el grupo de jinetes llegó a la casa
Montgomery encontró en la sala al viejo Kurt y avisó a los demás.
-
Está mal – dictaminó
– y la Doctora Amber está en Creek Mountain
-
Que hacemos Lest
-
Que alguien salga a
avisarle a Amber y a Frank, mientras nosotros le atendemos, haremos lo que esté
a nuestro alcance.
La suerte estaba del lado de Greg Leyton porque por
casualidad divisó a los cuatro jinetes que llegaban a su hacienda… los
reconoció de inmediato; eran Sullivan y sus hombres.
-
Maldito Sullivan ya
está aquí, viene a por mí – chilló rabioso
Desde la colina escuchó muchos disparos y pudo ver
una gran columna de humo levantarse… le habían prendido fuego a su hacienda.
-
Vámonos de aquí
Morgan, ese desgraciado de Sullivan ya me las pagará… lo juro
-
Hacia donde iremos
Greg
-
Al pueblo, allí nos
organizaremos junto con Landers, Wilson y Donovan para darle una buena
bienvenida – Leyton ignoraba que sus amigos ya no la contaban.
El mensajero enviado para ir al encuentro de Frank
y Amber logro contactarlos pronto y estos aceleraron el viaje de regreso. Una vez llegaron Amber corrió hacia donde su
abuelo con los ojos llenos de lagrima le curó amorosamente.
Frank Lassiter visiblemente molesto juró encontrar
al culpable de lo sucedido, en conversación con Lest Montgomery llegaron a la
conclusión que el autor era Leyton, lo cual quedó confirmado cuando el viejo
Kurt le susurró al oído a Frank el nombre de Greg Leyton; aprovechando que
Amber estaba distraída se hizo acompañar de Lest y varios hombres más al rancho
“Montana” el cual encontraron hecho cenizas humeantes y colmada de cuerpos
carbonizados.
-
Quien pudo hacer
esto Frank? – preguntó extrañado Lest Montgomery
-
Dante Sullivan – fue
la respuesta de Frank
-
Dante Sullivan?
Quien es ese…?
Frank le explicó brevemente de quien se trataba y
ordenó a los muchachos partir hacia el pueblo, en donde tenía el presentimiento
de encontrar tanto a Greg Leyton como a Dante Sullivan.
Dante Sullivan y sus hombres después de no
encontrar a Leyton decidieron regresar al pueblo pues tenían la esperanza de
encontrarlo allí.
-
No me iré de este
pueblo hasta saber que Greg Leyton esté totalmente muerto – dijo rabioso
Sullivan
El rostro de Greg Leyton se puso libido al ver los
cuerpos de sus amigos cocidos a plomo, una mezcla de impotencia y miedo lo embargó,
sabía que Dante Sullivan no estaba lejos y que no le perdonaría haber
incumplido el pacto. Al preguntar por lo
sucedido alguien del público le informo que había sido obra de unos
desconocidos; al mirar los cadáveres reconoció a Smiley uno de los hombres de
Sullivan.
-
Maldito Sullivan…
-
Creo que sería
conveniente pegarnos un paseo lejos de este pueblo Greg – le sugirió Morgan
-
No es mala idea
Morgan – admitió pensativo Leyton.
Lo que no sabían era que aquella decisión la habían
tomado demasiado tarde, pues al salir de la cantina cuatro jinetes desmontaban
frente a ella… Dante Sullivan, los gemelos Dexter y aquel sujeto rubio llamado
Hardmann. Una sonrisa torcida iluminó la boca de Sullivan quien
parsimoniosamente descendió de su caballo.
-
Vaya, vaya, vaya… mi
queridísimo amigo Greg Leyton, no sabes cuánto gusto me da verte, no me dirás
que piensas marcharte de Green City sin pagarme lo que me corresponde.
-
Nunca he pensado
quedarte mal Sullivan… solo han surgido unos pequeños impases
-
Demasiado tarde Greg
tu tiempo ha expirado – la vos de Sullivan sonaba maquiavélica
-
Oye Sullivan,
bastante negocios que hemos hecho juntos, primera vez que te quedo mal, además
pensaba pagarte con creces… tu sabes que no sería capaz de brincarte en ningún
negocio.
-
Ahórrate las
explicaciones Greg, no tengo tiempo para eso, tengo un prestigio que mantener y
debo ofrecer escarmiento a mis otros socios para que no se repita.
-
Quédate con mi
rancho si quieres, cuesta muchas veces más de lo que me diste…
-
No me interesa Greg…
ya no
Estaban tan pendientes de los movimientos de ellos
que ni siquiera notaron que un grupo de jinetes había tomado posiciones
estratégicas para evitar que escaparan… solo Frank Lassiter y Lest Montgomery
se habían situado a unos cinco metros de ellos.
-
Tengo suficiente
dinero en el banco Sullivan…
Dante Sullivan conocía demasiado a Greg Leyton y sabía
que solo ganaba tiempo esperando una mínima oportunidad para llenarle el
pellejo de plomo y hacerle bailar la danza de la muerte.
-
Empiezas a aburrirme
Greg, no es ese de allí tu banquero – y señalo el cuerpo sin vida de Wilson- creo
que estamos hablando dema…
Una potente voz retumbó cerca de ellos haciendo que
las miradas se dirigieran hacia ese lugar.
-
No serás tu quien lo
mate Dante Sullivan, de eso me encargo yo… debe pagar lo que le hizo al viejo
Kurt Flanagan; luego me encargaré de ti…
-
Quien eres tu
larguirucho metiche… no sabes con quien hablas
-
Claro que se con quién
eres… Dante Sullivan, tahúr, estafador, asesino de agentes del gobierno… un
gran cobarde
Greg Leyton creía haber encontrado una oportunidad
de salvar su vida… y con las ganas que le tenía al vaquero entrometido que se
había vuelto inseparable de su amada Amber.
-
Es justo Sullivan…
déjame finiquitar este asunto primero, luego hablaremos de nuestro asunto.
Dante Sullivan estaba confiado de sus habilidades,
sabia de sobras que Greg Leyton no era rival para él y mucho menos un simple
vaquero; pensó que ahorraría un par de balas en el impertinente vaquero que
había aparecido de pronto, por tal hizo un mohín y se relajó un poco.
-
Voy a cumplir tu último
deseo Greg… para que veas que soy un buen tipo – dijo socarronamente.
Greg Leyton y Morgan se concentraron en el alto
vaquero que tenían al frente, quien lucía demasiado tranquilo.
-
Lest quiero que te
alejes un poco, déjame este asunto a mí solo…
-
Pero Frank déjame
ayudarte, son dos contra uno…
-
Aléjate y no le
quites los ojos de encima a Sullivan y sus hombres.
A mala gana Lest Montgomery se separó lentamente de
Frank, quien alzó la voz para decir:
-
Quiero advertirles
que no intenten ninguna jugada sucia porque hay hombres apostados que les
llenarían el cuero de plomo… si juegan limpio nadie les impedirá salir de aquí…
Se hizo un largo silencio…
-
Greg Leyton… no
mereces otra cosa que la horca y una vez te llene el cuerpo de plomo te colgaré
en el árbol de la plaza, no solo por
haber golpeado a un anciano indefenso sino por haber asesinado a muchas
personas honradas de este pueblo y haberles despojado de sus tierras y de su
ganado, también pagaras por el asesinato de los padres de Amber Flanagan, a los
cuales tu esbirro Morgan hizo desbocar los caballos que tiraban del carruaje
hasta hacerles caer por el precipicio.
-
¿Cómo sabes eso…? –
preguntó Leyton sin pensar
-
Lo investigué y dos
testigos reconocieron a Morgan por la cicatriz en la cara. Además quiero que
sepan que este sujeto Leyton es el jefe de la banda que tanto daño les ha
causado en complicidad del Sheriff y el banquero Wilson… El gobierno de los
Estados Unidos te condena a muerte por todos estos crímenes y por el asesinato
de varios agentes enviados a esta región para investigar dichos crímenes.
-
Ya basta de tanta
basura estúpido vaquero… te arrepentirás haber puesto tus ojos en Amber
Flanagan – era lo único que parecía importarle a aquel delincuente.
-
Greg démosle a este
sujeto lo que merece – gritó Morgan al tiempo que giraba su cuerpo y sus manos
iniciaban un frenético viaje hacia sus revólveres.
Sonaron solo dos disparos… certeros, dos cuerpos se
balancearon intentando agarrarse de la nada, en sus frentes habían aparecido dos
perfectos orificios… sus ojos reflejaban la sorpresa que ni siquiera pudieron
expresar, los cuerpos de Greg Leyton y George Morgan se desplomaron como
pesados fardos… estaban totalmente muertos; se había hecho justicia.
Dante Sullivan y sus compinches se habían quedado
perplejos, no sabían exactamente lo que había pasado, no reaccionaban… solo
habían notado un imperceptible movimiento en las manos de aquel vaquero al que
no pareció importarle el resultado de sus disparos y sus ojos habían estado
pendientes de Sullivan y sus amigos.
-
Cuidado… ese vaquero
es un pistolero – dijo Dexter Maxwell a sus amigos
-
Es muy rápido… ni
siquiera vi cuando desenfundó sus armas – dijo el pelirrojo Hardmann
-
Somos cuatro contra
uno jefe – Dijo el otro gemelo Maxwell
-
No cabe duda que ese
no es ningún vaquero… es un pistolero – puntualizó Sullivan.
La voz de Frank Lassiter sonó imponente…
-
Dante Sullivan y
ustedes tres, a nombre del Gobierno de los Estados Unidos de América, les condeno
a muerte por la autoría en la muerte de varios agentes del Gobierno y otros
tantos delitos en contra de la población como abigeato, estafa, robo a mano
armada… son escoria y mi calidad de U.S. Marshall les ejecutaré ahora mismo…
así que defiéndanse.
Frank Lassiter había sido comisionado por el
Gobierno de los Estados Unidos para realizar una limpieza en la región,
capturar o dar de baja a varios delincuentes que venían causando terror en
Green City y Creek Mountain. Dada las capacidades demostradas por Frank le
habían encomendado aquella misión especial a él solo… no necesitaban de nadie más. Frank era un conocido “pacificador” dentro de
las fuerzas especiales del Gobierno, temido por su habilidad con las armas, su
puntería era infalible, poseía entrenamiento especial en la lucha cuerpo a
cuerpo y ha cuchillo.
El rostro de Dante Sullivan cambió radicalmente de
color, su palidez era notable y perlas de sudor empezaban a surcar su cara;
trató de disimularlo, no era conveniente mostrar debilidad en esos momentos.
-
No eres manco hijo,
veo que sabes utilizar esos fierros que cargas…
-
Soy el agente
especial Frank Lassiter y te he buscado durante años Dante Sullivan para
hacerte pagar por la muerte de mi padre, el cual asesinaste por la espalda en
Los Ángeles.
-
Fr Fra Frank Lassiter – tartamudeó
-
¿Qué pasa Sullivan?…
estas pálido ¿lo conoces? - Preguntó uno de los gemelos Maxwell intrigado
-
Acaso no han
escuchado lo que se dice de él, es agente especial del Gobierno, le apodan “El
pacificador”… es un demonio con las armas, estamos en serios problemas, hagan
su mejor esfuerzo quizás con suerte alguno sobreviva…- aquellas palabras no
tranquilizaron para nada a sus hombres.
-
Es solo uno contra
cuatro… no tiene posibilidad alguna de salir vivo.
-
No necesita ayuda de
nadie créanme…
Se hizo un silencio sepulcral que podía escucharse
el zumbido de una mosca, los músculos se tensionaron, los dedos acariciaron se
movieron rítmicamente, las miradas se fijaron… Dante Sullivan no pudo evitar un
escalofrió recorriera su columna vertebral, como nunca sintió miedo, mucho
miedo; miró de reojo a sus amigos quienes lucían impávidos a su lado, estaban
acostumbrados a esa clase de duelos.
-
No seas loco
muchacho ja ja ja – rio nervioso Sullivan – somos cuatro contra uno, en
realidad crees que tienes alguna
oportunidad.
-
Estoy esperándote
Sullivan… - la voz de Frank sonaba tranquila y eso preocupaba mucho más a
Sullivan
-
Sabes que maté a tu padre
en un duelo limpio… - trataba de ganar tiempo para sorprender a Frank
-
Tu padre era un
cobarde… - buscaba desestabilizar para que cometiera algún error.
-
A los bandidos como
ustedes más temprano que tarde les llega su hora…Voy a contar hasta tres… uno…
dos…
No pudo terminar de contar pues las manos de sus
rivales se movieron desesperadamente en busca de las armas, todo sucedió en
fracciones de segundo… cuatro disparos que parecieron uno. El movimiento de las manos de los cuatro
bandidos parecía en cámara lenta comparado con los del vaquero que tenían al
frente, quien disparó cuatro veces y enfundó con la misma rapidez, algunos de
los testigos no alcanzaron a visualizar el movimiento. Cuatro certeros disparos, cuatro cuerpos
durante algunos segundos bailaron la “danza de la muerte” antes de caer
pesadamente mordiendo el polvo; sus manos engarrotadas empuñaban las armas que
no alcanzaron a disparar.
-
Se ha hecho justicia
pa… - solo dijo Frank, dando media vuelta para alejarse del lugar; sus ojos
estaban húmedos… había cumplido la promesa hecha a su padre moribundo.
Una mujer con los ojos repletos de lágrimas corría
hacia él desesperada… Era Amber
-
Frank, Frank mi
amor… ¿estás bien?
No pudo contestarle pues ya la boca de ella se
aplastaba en un desesperado beso contra la suya y claro que fue bien
correspondida; no les importó que una multitud los estuviera mirando.
Mientras ellos se besaban el pueblo reaccionó
arrastrando a los cadáveres hasta la plaza del pueblo en donde les colgaron
como escarmiento para otros bandidos que pensaran hacer lo mismo.
-
El vaquero resultó
ser un pistolero – comentó eufórico alguien en la multitud.
-
Es lo mejor que he
visto – decía alguien
-
No es un simple
vaquero, es un agente especial que mandó el Gobierno para hacer una limpieza en
la zona.
-
Esos bandidos no
alcanzaron siquiera a desenfundar – dijo otro
-
Vaya precisión… les
perforó la frente a todos… - seguían comentando
-
Es un tipo
afortunado… logró conquistar a Amber Flanagan, la mujer más bella de la región.
-
Green City debe
agradecerle por habernos librado de tanta escoria.
Mientras la gente formaba coritos para comentar lo
sucedido, una pareja se alejaba del lugar de los hechos agarrados de las manos.
-
Gracias por vengar
la muerte de mis padres… pero ¿Cómo fue que lo supiste?
-
Viaje hasta Torrente
y entrevisté al viejo cazador Fontaine que presenció lo sucedido, me dijo que
uno de los jinetes que fustigaron la carroza tenía una cicatriz en el pómulo
izquierdo. Cuando vi a Morgan supe que se trataba de él.
-
Pero si mis padres jamás
se metieron con nadie…
-
A esos desalmados no
les importaban las personas, tenían intensión de apoderarse del rancho “El dólar de plata”.
-
¿Entonces tú eres el
agente especial enviado por el Gobernador solicitado por el abuelo Kurt? - preguntó Lest a su lado
-
Así es Lest, fue el
Gobernador quien solicitó se enviara un agente especial a Green City como
respuesta a la petición del viejo Kurt.
-
Siempre tuve la
sospecha que no eras un simple cowboy Frank
-
Soy un buen vaquero…
– rio con ganas Frank.
-
Quiero decir que
además eres Agente del Gobierno.
-
Me hice Agente tras
el asesinato de mi padre… quería vengarle, seguí las huellas de Dante Sullivan
por muchos Estados de la Unión pero no había podido dar con él hasta ahora; una
vez cumplido mi propósito creo que no continuaré siendo Agente, estoy cansado
de esto y me dedicaré a otras cosas… más importantes para mí.
-
¿Otras cosas como cuáles
Frank?
-
Como formar un hogar
con la mujer que amo…
Al decir esto la atrajo a Amber hacia él y la besó
suavemente en los labios.
-
¿Quieres casarte con
este humilde vaquero Amber?
-
Claro que si Frank…
te adoro
FINAL
Años después…
-
Papá, papá, corre,
corre, que “Pegaso” va a ser papá nuevamente.
La que gritaba era una preciosa niña rubia como de cinco
años, de ojitos verdes que le brillaban de la alegría ante semejante evento.
-
Voy a llamarle “Relámpago”…
será mío, así lo prometiste padre – continuo diciendo la niña.
-
Mi caballo correrá
este año en la gran carrera y seguro ganará como lo ha hecho su padre en los últimos
años - ahora el que hablaba era un chico
flaco como de siete años que jugaba con otro chico un par de años mayor que él.
-
Tranquilo hijitos,
veamos en que podemos ayudar a esa yegua, Laurie ve por tu mamá y ustedes Dylan
y Nick avísale a Lest pues él sabe de esto que nosotros – Nick era el hijo de
Lest.
Una hora después contemplaban entusiasmados los
primeros pasos del potrillo al que la pequeña Laurie había bautizado “Relámpago”.
-
Papá que hermoso es
mi potrillo – decía Laurie
-
Es hermoso hijita como
todos sus hijos… ese “Pegaso” se ha divertido de lo lindo con las yeguas y muy
pronto volverá a ser padre.
-
No solo él se ha
divertido últimamente Frank – dijo Amber maliciosamente
-
Que me quieres decir
mi amor – preguntó Frank intrigado
-
Que vas a ser padre
nuevamente…
La felicidad de la pareja era indescriptible, Frank
Lassiter atrajo suavemente a su mujer hacia él y la besó largamente y solo la
soltó al escuchar la risa picaresca de sus hijos; luego los cuatro caminaron
agarrados de la mano hacia la mansión
del prospero rancho “El dólar de plata”.
La gente comento lo sucedido durante mucho tiempo,
hasta convertir a Frank Lassiter en una leyenda de la que hoy en día aún se
recuerda. Green City volvió a ser una
población en paz en donde los delincuentes la pensaban dos veces antes de hacer
de las suyas, pues sabían que allí vivía “el vaquero” más temido del oeste
Frank Lassiter.
FIN
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