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jueves, 11 de junio de 2015

DEL CAMPO HACIA LA CIUDADELA NUEVA JERUSALEN

DEL CAMPO HACIA LA CIUDADELA NUEVA JERUSALEN

Por esos avatares del destino me he encontrado con una historia en un pequeño pueblo de la costa atlántica colombiana, más exactamente en la sabana sucreña; es una historia inverosímil con un marco macondiano propia de las hazañas de los “visionarios” gobernantes de nuestro país.

Baraya es el corregimiento más antiguo del Municipio de Galeras – Sucre, enclavado en los playones de Santiago y San Benito Abad, cuenta con aproximadamente ochocientos habitantes, los cuales viven básicamente de la agricultura y ganadería, además de la fabricación de escobas elaborados con varita de palma de vino.  Durante la década de los años 2000, Baraya sufrió los embates del conflicto armado y muchos de sus habitantes tuvieron que desplazarse debido a la constante presencia de la guerrilla y posteriormente de los paramilitares; en medio de los cuales se encontraba la población civil, principal víctima de una guerra absurda en donde las ideologías poco importan y solo priman intereses lóbregos. 

En esos tiempos aciagos ha Baraya le tocó poner muchos muertos; lo cual tuvo como consecuencia que la población tuviera que abandonar su terruño intentando en otro lugar encontrar la tranquilidad que le había sido robada.  Muy pronto el caserío se convirtió en una especie de “pueblo fantasma”, con calles solitarias, casas abandonadas, era una población moribunda, presa del miedo, que incluso hasta los animales parecían sonámbulos… los actores armados tenían prohibido a los habitantes transitar por los playones lo que no les permitía realizar su actividad primordial: sacar varita.

Fue gracias al Presidente Uribe Vélez cuando por fin el Estado se hizo presencia en estos olvidados lugares y se pudo erradicar la presencia subversiva; lo que permitió que con el tiempo la gente volvió a sus hogares y el pueblo pareció surgir de sus cenizas… como el ave fénix; se reconstruyeron sus viviendas, y el ánimo de sus pobladores, los cuales necesitaron más de una década para sobreponerse a las cicatrices psicológicas dejadas por un conflicto que parecía ajeno y que de la noche a la mañana golpeo a campesinos sanos, honrados y trabajadores, cuyos únicos enemigos eran las vicisitudes del clima que arruinaba sus cosechas y la falta de oportunidades para progresar.

Baraya volvió a ser ese pueblo típico de gente pujante y emprendedora, acostumbrado a la ignominia de los Gobiernos de turno; fue por eso que los barayeros celebraron tanto que en el año 2014 su calle principal fuera pavimentada por INVIAS, lo cual le cambió radicalmente la imagen de la población e inyectó en sus habitantes una nueva perspectiva, una nueva esperanza, así como incrementó las ganas hacia el progreso y el desarrollo; podríamos afirmar que Baraya sin mucha ayuda gubernamental había dado el primer paso en pro de superar las profundas secuelas dejadas por de conflicto armado.

Al recientemente esta población me ha sorprendido encontrar algunas casas solas, abandonadas… al preguntar qué le pasó a sus moradores me dijeron que se habían mudado hacia la “Ciudadela Nueva Jerusalén” construida en Galeras, pues habían sido favorecidos con viviendas de interés social por parte del Estado. Al principio me alegró la noticia, pues quien mejor que estas sufridas personas para ser beneficiarias de este programa; se trataría de unas quince familias barayeras conformadas en promedio por cinco personas, o sea, que estaríamos hablando de unas 75 personas aproximadamente que se mudarían hacia el casco urbano de Galeras.  Al charlar con varias de las personas favorecidas con el programa, me comentaban que habrían preferido que esas viviendas se las hubiesen regalado en su propio pueblo y no tener que mudarse hacia otro lugar.

El programa de vivienda Ciudadela Nueva Jerusalén, se construyó en el barrio Pueblito Español de Galeras, y consta de 300 viviendas, las cuales al ser sorteadas quedaron en manos de personas que ya poseían casas. Al preguntarnos ¿de quién es la culpa? llegamos a la conclusión que se debió a una incorrecta implementación del programa Estatal de vivienda, pues al sorteo tendrían opción porcentual los desplazados y pertenecientes a la Red Unidos de la cabecera municipal mas no de la zona rural, los cuales se inscribieron en masa; luego del sorteo nos encontramos con la lamentable situación que más del 80% de los beneficiarios de la Red Unidos tenían casas e incluso fincas, lo cual es inamisible teniendo en cuenta que existen tantas familias galeranas que carecen de una vivienda.  Un error al parecer se debió a que la Red Unidos utilizó una base de datos desactualizada de más de diez años de antigüedad que no fue depurada; al parecer estas decisiones fueron tomadas por funcionarios en la capital del país.  Personalmente consideramos que otro posible error consistió en no considerar la posibilidad de construir una parte de las viviendas en los corregimientos para que los beneficiarios recibieran la solución en sus propias poblaciones y no tener que “desplazarse” hacia el casco urbano en donde necesariamente tendrán que adaptarse a un nuevo ambiente, cambiando muchas de sus costumbres.

Ahora más de quince familias barayeras tendrán que adaptarse a una nueva vida en la Ciudadela Nueva Jerusalén en Galeras, estarán habitando mejores casas, con los servicios básicos,  pero ¿se sentirán totalmente a gusto?... tal vez si, tal vez no, pero llevarán latente consigo la tristeza de estar lejos de su tierrita querida, de sus familiares, de la parcelita que año tras año trabajaban para cultivar el pancoger, lejos de los palmares en donde a diario madrugaban a “sacar varita”, actividades de donde derivaban su sustento diario; ahora tendrán que dedicarse a otras actividades y generar mayores ingresos pues no es lo mismo vivir en el pueblito en donde todo es más barato que en la ciudad. 

 
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viernes, 5 de junio de 2015

EL VAQUERO ES UN PISTOLERO



EL VAQUERO ES UN PISTOLERO
Por: Martin Rogers
Idea Original de Lacides López

CAPITULO PRIMERO

Frank Lassiter sintió un frescor al coronar la colina y observar el verdor del fértil valle que se extendía ante su mirada; su cansada cabalgadura también pareció alegrarse y lanzó un resoplido de satisfacción; ambos lucían sudados, cansados y polvorientos.  El Rostro de Frank estaba quemado por el sol y lucia barba de varios días sin afeitar, sus grises ojos observaron el paisaje cuidadosamente mientras se tiraba el sombrero hacia atrás pasándose la mano por su rebelde cabello negro medio ensortijado en un fallido intento por lucir mejor; había sido un largo viaje desde San Francisco y estaba extenuado al igual que su montura, atravesar el desierto no era cosa sencilla y más de uno quedó de alimento de los buitres en las dunas; ya el sol declinaba en el horizonte y aún faltaba mucho terreno para llegar a Green City por lo que decidió buscar un lugar donde pernoctar y asearse un poco para comer las escasas raciones que le quedaban… aquel viaje había sido demasiado largo.
-          Animo “Pegaso” falta poco, busquemos un lugar con agua fresca, creo que nos merecemos un buen baño.  Le dijo a su caballo mientras acariciaba cariñosamente su cuello.
-          Hemos tenido suerte de no padecer ninguna tormenta de arena y la ruta que seguimos es conveniente y segura – le hablaba a su caballo.

Había una larga travesía a través del Desierto de la Muerte, pocos osaban atravesarlo al menos que huyeran de algo; en el recorrido era común encontrar osamenta de seres humanos y bestias que pagaban con su vida su atrevimiento; Frank Lassiter sabía lo que hacía  por lo cual decidido guarecerse durante las horas cuando el calor era más intenso y aprovechar la noche para viajar, su hermoso corcel negro había sido de gran ayuda.
Descendió la colina y ubicó un buen sitio donde pasar la noche junto a un arroyuelo de aguas cristalinas y abundante pasto para su caballo; luego de pegarse un buen baño encendió una fogata y se preparó una frugal cena acompañada de con una tasa de café bien cargado, los cuales engulló con avidez.  Se afeitó cuidadosamente y su lamentable aspecto cambio radicalmente, a sus 32 años Frank Lassiter era un hombre alto, media más de 6 pies,  delgado, de piel trigueña pero tostada por el sol, vestía a la usanza vaquera con jeans y camisas, botas altas y sombrero texano, en su cintura se podía apreciar un desgastado cinturón canana adornado con una pistola Colt 38 largo de cacha nacarada y bien aceitado. De aspecto felino parecía estar siempre al asecho; respiró profundo con un hado de nostalgia reflejado en su rostro, aquel paisaje le recordaba mucho a su tierra, en donde creció junto a sus hermanos en la hacienda de sus padres, en donde desde muy jovencito aprendió los quehaceres del campo, recordaba aquel día cuando su padre le permitió disparar por primera vez un arma… sus pensamientos fueron interrumpidos por “Pegaso” quien emitió un relincho que no pasó desapercibido para Frank que instintivamente acarició la cacha de sus armas, al tiempo que se ponía de pie y buscaba una mejor ubicación, nunca estaba de mas ser prevenido en una tierra tan inhóspita como el oeste americano, en donde el peligro podría venir de cualquier parte, desde los animales salvajes, indios y facinerosos de toda índole.  El sol empezaba a declinar en el horizonte.  Un jinete se dirigía directamente hacia el lugar donde se encontraba, esperó a que estuviera cerca, el sujeto le saludó haciendo un gesto con la mano tocándose el ala del sombrero.
-          Hola vaquero – saludó desde su montura que se había detenido a unos cinco metros de distancia, tratando de mostrar una aptitud pacifica manteniendo las manos lejos de las armas – disculpe que le moleste, mi nombre es Lest Montgomery, soy  capataz del rancho “El dólar de plata”.

Frank Lassiter lucia de pie recostado al tronco de un frondoso pino con sus dedos pulgares hundidos en su cinturón.
-          Hola - respondió lacónicamente.
-          No le he escuchado su nombre.
-          No se lo  he dicho.
Se hizo un corto e incómodo silencio entre ellos, ambos se estudiaban cuidadosamente, algo común entre los curtidos hombres del oeste que habían aprendido a desconfiar de todo y de todos.
-          Estos terrenos pertenecen al rancho “El dólar de plata”, hemos notado su presencia y decidimos indagar, pues se han venido presentado robos en la región – explicó Lest Montgomery pues le pareció necesario.
-          No creo estar haciendo algo malo…
-          Es propiedad privada
-          Estamos en el oeste amigo; acaso está prohibido pasar por aquí… además solo pienso pernoctar y seguir mi camino hacia Green City.
-          No es muy recomendable quedarse por estos lares.
-          ¿Es por eso que sus hombres me apuntan con sus rifles? - Preguntó algo molesto Frank.
Lest Montgomery no pudo disimular su sorpresa, pensaba que aquel forastero no lo había notado.
-          Es solo una medida preventiva.
-          Tranquilo señor Montgomery, ¿así me dijo que se llamaba?, mi nombre es Frank Lassiter y solo estoy descansando, me dirijo a Green City y pienso pasar la noche aquí.
-          Ok señor Lassiter – Lest Montgomery hizo una señal y de varios lugares surgieron seis hombres todos armados con rifles Winchester – estamos en un patrullaje de rutina pues los robos en la región se han incrementado.
-          Lamento incomodarles, mañana temprano me iré de este lugar.
Montgomery se apeó de su montura, acercándose, era un hombre corpulento, menos alto que Frank, de unos 45 años aproximadamente; de algún modo Frank Lassiter dedujo que aquel sujeto no quería camorra y solo cumplía con su deber, por lo que se relajó un poco.  Ambos hombres se chocaron sus manos, Frank les invitó a una tasa de café y se sentaron alrededor del fuego, comenzaba hacer frio, charlaron animadamente durante algunos minutos, tiempo en el cual aquellos hombres le pusieron al tanto de los últimos acontecimientos acaecidos en la zona.
-          No se preocupe amigo, lo que pasa es que hemos perdidos algunas cabezas de ganado por causa de los ladrones, quienes azotan la región desde hace algún tiempo.
-          ¿Acaso no hay autoridad en Green City? ¿Qué ha hecho el sheriff? Pues lo que me cuentan es grave.
Aquellos hombres se miraron entre sí, Frank notó que algo raro ocurría, percibió una mezcla de prudencia y miedo al hablar.  Montgomery que había demostrado ser una persona perspicaz trató de explicarle, mientras liaba un cigarro hábil y parsimoniosamente.
-          Mire Frank, usted es un forastero, no debería decirle pero es mi deber advertirle que tenga cuidado con el sheriff Landers, pues la gente rumora y sus actos así lo confirman que existe una cierta complicidad entre la banda de abigeatos que azota la región y él, ya han robado a casi todos los ganaderos de la región y no hay un solo preso por ello, además no es un secreto que es un viejo amigo de Greg Leyton.
-          Greg Leyton? Preguntó Frank sorprendido.
-          Acaso le conoce?
-          No, no creo – gagueo Frank al responder mientras le ofrecía fuego a Montgomery para que encendiera su tabaco.
-          Es un sujeto que llegó hace un par de años a Green City con las manos vacías y hoy en día es uno de los hombres más prósperos de la región, aparentemente es un honrado y digno personaje pero nadie sabe de dónde ha logrado tanta fortuna en tan poco tiempo.
Frank Lassiter había quedado pensativo, su ceño lucia fruncido.
-          Pasa algo señor Frank? Preguntó Montgomery al notarlo.
-          No nada señor Montgomery, el nombre de Greg Leyton me pareció conocido, pero no logro recordar de dónde; quizás al verlo logre recordarlo.
-          Seguramente lo hará amigo Frank.  Disculpe que le pregunte… sé que no es de mi incumbencia pero que lo trae por Green City.
-          Ando en busca de trabajo – respondió sonriente Frank sin dudar.
-          ¿Y que sabes hacer?
-          De todo un poco, me considero un buen vaquero.
Los compañeros de Montgomery murmuraban en vos baja entre ellos.
-          Mire Frank los muchachos me preguntan qué porque no lo invitamos al rancho para que duerma allá aquí pega fuerte el frio y bueno quizás decida quedarse a trabajar con nosotros, tiene pinta de ser un buen vaquero – todos rieron a estas palabras.
-          Les agradezco a todos por su invitación, son muy amables.
-          Disculpa a mis hombres son unos bromistas… todo el tiempo lo hacen.
-          No se preocupe, quizás tenga la oportunidad de demostrarles mis habilidades, he ganado varios concursos en otros condados.
-          Tengo la sensación que usted es una buena persona Frank y a la patrona le gusta contratar gente así como usted.
-          Gracias por la confianza Montgomery, esas palabras reafirman lo que he pensado de ustedes, estoy seguro que son gente honrada y trabajadora o de lo contrario no trabajarían con su patrona - volvieron a reír todos.
-          Bien, entonces vamos antes de que oscurezca más, no es saludable andar de noche por esta zona, además el frio por las noches se le cuela a uno en los huesos – habló Montgomery
-          Amigos, no quiero hacerles un desprecio pues han sido muy amables y además me han hecho  buena compañía durante este rato, pero no podré acompañarlos, pasaré la noche aquí y por la mañana llegaré a visitarlos si les parece, además me encanta dormir a campo abierto, con el cielo como techo y observando las estrellas; además estoy acostumbrado a climas como este.
-          Como guste Frank, ya sabes cómo llegar al rancho, solo sigue hacia el este en línea recta y llegaras a la casa.

Estuvieron de acuerdo y le explicaron cómo llegar al rancho, no sin antes decirle que una vez conociera a su patrona no le quedaría ganas de irse, pues era una mujer hermosísima. 
-          La patrona es la mujer más linda de la región, es una mujer fuera de concurso – el que hablaba era un sujeto regordete llamado Gruger.
-          Ya calla Gruger a veces eres demasiado comunicativo – le regaño Montgomery medio en broma – voy a decirle a la doctora que estas que chorreas la baba por ella.
-          Ni se te ocurra Lest me echaría a patadas – todos reían de las bromas.
-          De eso estoy seguro… tiene un carácter demasiado fuerte – puntualizó Lest.
Los siete jinetes partieron en sus corceles rumbo al rancho, ya las primeras sombras de la noche empezaban a aparecer.  Frank Lassiter se frotó las manos para calentarlas un poco pues el frio empezaba a sentirse más intensamente, sacó un par de cobijas y las abrió cerca del fuego tendiéndose sobre ellas; en su mente intentaba imaginar cómo sería esa doctora y se preguntaba si en verdad sería tan bonita, se arrepintió por no aceptar la invitación de aquellos tipos; se entretuvo pensando bobadas un buen rato hasta que el sueño lo venció… esa noche soñó que cabalgaba junto a una hermosa mujer de cabellos  dorados.



CAPITULO SEGUNDO

A Greg Leyton le gustaban los atardeceres, era un fulano algo romántico, pero lo que más le gustaba de los atardeceres era mirar los corrales de su hacienda “Arkansas” repletos de ganado y a sus peones sudar la gota gorda atendiendo los quehaceres de la enorme propiedad; se sentía sin duda orgulloso de lo que había logrado en tan poco tiempo; y pensar que apenas un par de años atrás en Arkansas su tierra natal… desechó de inmediato aquel pensamiento, no le gustaba recordar esa parte de su vida; ahora era otra persona, un rico hacendado, un hombre muy respetado y temido en todo el valle de Green City.
Hecho otra mirada a su rebaño al tiempo que le daba otra chupada a su fino habano, no pudo evitar pensar “vamos Greg eres un tipo afortunado”, sus finos labios dibujaron una mueca que intentaba ser una sonrisa.  Una oleada de brisa fresca estuvo a punto de tumbarle su Steton, el cual acomodó cuidadosamente en su cabeza de largos cabellos plateados los cuales dejaban entrever una incipiente calvicie que por supuesto no orgullecía mucho a Greg pues pensaba que le restaba físico para conquistar a la hermosa Amber Flanagan, sin duda la mujer más linda de la región.  Al pensar en Amber se impacientó un poco y deseó verla, pensó en visitarla el día siguiente temprano, por ahora debía atender otros asuntos… aquella mujer le traía loco de amor y cuando Greg Leyton quería algo casi siempre  lo lograba, por las buenas o por las malas.
-          Morgan date prisa – gritó – ve por Sanders, Lewis, Thorpe y Logan para que nos acompañen al pueblo.

George Morgan era un tipo alto, flaco, de pómulos salientes y rostro huesudo, de largo cabello negro con el cual intentaba cubrir una fea cicatriz en el pómulo izquierdo producto del roce de una bala en sus avatares por el gran oeste; siempre estaba atento a los requerimientos de su jefe, por eso no se hizo repetir la orden, había anticipado, como siempre, que Greg se haría acompañar de sus mejores hombres para ir al pueblo a tomarse unos tragos mientras jugaba a las cartas y charlaba con sus amigos.

Los seis jinetes durante una hora hasta que se detuvieron al frente de la cantina del pueblo, un letrero bien visible anunciaba bebidas y chicas de lo mejor; ataron sus cabalgaduras y entraron al local, donde habitualmente solían ir a tomarse unos whiskys, jugar y disfrutar la compañía de las chicas que trabajan en este lugar. El grupo lo encabezaba Greg Leyton, como siempre impecablemente vestido, era un tipo elegante sin duda, pero había algo en el que no inspiraba confianza y su mirada gélida producía miedo a cualquiera; más de uno había encontrado la muerte al enfrentarlo y lo último que vieron fue su cruel sonrisa, mientras sus veloces manos hacían escupir fuego a su Colt; era sin duda un tipo de sumo cuidado.  Por eso al entrar a la cantina las personas enmudecían y le cedían el paso respetuosamente; eso a Greg le agradaba demasiado, su ego se inflaba como un balón.

A su encuentro salió Terry Donovan el dueño de la cantina con una sonrisa de oreja a oreja; Terry era un tipo bajito y gordo de prominente barriga, se caracterizaba por ser un tipo ambicioso y Greg Leyton le dejaba jugosas ganancias cuando lo visitaba.
-          Bienvenidos al “Bar Imperial” mis queridos amigos – saludó a los recién llegados.
-          Tráenos un par de botellas de ese veneno al que le llamas Whisky, pero del mejor, ya sabes al que a mí me gusta Donovan.
-          Claro Greg, no faltaba más, quieres que te acompañe una de las chicas, ayer me llegó una de Chicago que es una verdadera delicia, como a ti te gustan.
-          Deja a esas perras quietas, tú sabes que soy muy exclusivo en esos asuntos… gordito panzón.
Terry Donovan estaba acostumbrado a esos tratos con Greg Leyton, que le dijera gordo y barrigón no le importaba, era la verdad y qué… después que le dejara pingues ganancias le permitiría que le nombrara hasta la madre si era necesario; como tenían confianza se atrevió a comentar picaronamente.
-          Será ahora Greg… será ahora
Enseguida comprendió que se había extralimitado al recibir la mirada de Greg Leyton que le quiso desparecer con ella. Por eso se apresuró a disculparse y salir corriendo a buscarle el mejor whisky.
-          Lo que tiene que aguantarse uno Greg mucha gente no respeta en este pueblo como deberían respetar no te parece – el que hablaba a la espalda de Greg Leyton era Thomas Landers sheriff de Green City quien sonreía alegremente.
-          Si, un día de estos le vuelo la tapa de los sesos te lo aseguro.
-          Tendría entonces que encarcelarte y mandarte a la horca – rio a carcajadas el sheriff Landers.
-          ¿Por tan poca cosa? Bromeó Greg ya más tranquilo– y continuó diciendo – ven que tengo algo que preguntarte.
Se sentaron en el lugar que siempre lo hacían.
-          Cuéntame, es verdad que mandaron otro agente a investigar la muerte del anterior.
-          Así es Greg, este asunto ya no me empieza a gustar, el gobernador y los militares empiezan a meter sus narices en el asunto.
-          Maldita sea Thomas, ya cálmate, que manden a quien quieran mandar, le llenamos la barriga de plomo si es necesario.
-          Ya tenemos suficiente dinero como para darnos la gran vida en otro lugar, la gente no nos quita los ojos de encima.
-          Son una manada de cobardes, además no saben nada, hemos hecho las cosas bien y no podrían relacionarnos con esos asuntos.
-          Me preocupa también el viejo Kurt Flanagan, está organizando un grupo de hombres para buscar y perseguir a los ladrones de ganado.
-          Jajajajaj – rio Greg a carcajadas – ese viejo estúpido esta chiflado, no creo que nadie le pare bolas, pero si se pone pesado personalmente lo voy a atar a la cola de mi caballo y lo voy arrastrar hasta que muera sin importarme que sea mi futuro suegro jajajajaj.
-          A Amber no le va a gustar eso jajajaj – bromeo el sheriff.
-          Ese maldito viejo no me puede ver ni en pintura.
-          Al igual que su hija Greg, debes admitirlo
-          Está influenciada por ese maldito viejo, deberíamos matarle, no es mala idea… pensó Greg en vos alta.
-          Eres un tipo despiadado Greg no se te salva nadie ni siquiera ese anciano decrepito.
-          Una vez ese viejo desaparezca estoy seguro que la tendré a mis pies, pues no hay en Green City mejor partido que yo, soy el hombre que esa mujer se merece.
-          Oye Greg perdona que te pregunte ¿Quién te gusta más Amber o su fortuna? – bromeó el sheriff Landers soltando una carcajada.
-          Ummm buena pregunta Thomas… pero te diría que ambas, Amber es heredera de una gran fortuna.

Thomas Landers evitó hacer cualquier comentario conocía desde hacía mucho tiempo ha Greg Leyton y sabia de sobra que ese era un tema álgido y que cualquier palabra mal dicha podría ser  causante para una indigesta de plomo.
Greg Leyton era un tipo posesivo, impulsivo y medio reprimido, producto de una juventud llena de limitaciones y humillaciones que lo arrastraron por el mundo de la delincuencia desde muy joven, le tocó realizar diferentes actividades para poder sobrevivir, nació en Mollington, un pequeño pueblo de Arkansas, un día vio como unos delincuentes asaltaron el banco del pueblo y uno de los bandidos le regalo un billete al pasar por su lado, fue como una señal que le hizo comprender que lo suyo era el dinero fácil, al poco tiempo tomó el arma de su padrastro un tipo alcohólico que lo maltrataba y también su caballo y se largó de pueblo para enrolarse en una banda de delincuentes de poca monta, hasta volverse un ser despiadado capaz de matar a sangre fría a cualquier persona con un sonrisa en los labios, pronto ascendió hasta conseguir armar su propia banda que causó el terror en varios Estados, era un tipo astuto y siempre mantuvo un bajo perfil, por eso las autoridades no habían podido meterle mano; pero los Rangers de Texas desmantelaron su banda dando de baja a la mayoría de ellos, algunos lograron escapar llevándose parte del botín, sin que pudieran darles alcance.  Entre ellos estaban Thomas Landers, Terry Donovan, Morty Wilson y George Morgan, los cabecillas de la banda, tipos temibles, sanguinarios y endiablados con las armas, cruzaron el desierto huyendo hasta llegar a Green City que les pareció un lugar adecuado para reorganizarse y seguir con sus actividades delictivas lejos de las garras de los Rangers.  Greg Leyton a pesar de no ser estudiado tenía una mente brillante para la maldad y se ideó un plan para apoderarse de los negocios y tierras de Green City en poco tiempo, es así como Landers se ganó la confianza de la gente al dar de baja a un par de bribones tahúres a los cuales venció en limpio duelo, como no había sheriff le ofrecieron el cargo a sugerencia del nuevo hacendado recién llegado a la región Greg Leyton y del nuevo dueño de la cantina Terry Donovan, así como del banquero Morty Wilson.  Fue un plan bien ideado para apoderarse de las tierras y del ganado de la prospera región de Green City, desde entonces empezaron las muertes selectivas, el despojo de tierras y se incrementó el robo de semovientes… la tranquilidad en Green City había terminado.




CAPITULO TERCERO

El anciano Kurt Flanagan, debería tener unos 80 años, era el abuelo paterno de Amber Flanagan, quien había quedado huérfana al morir sus padres hacia un año en un trágico accidente al desbocarse el carruaje donde viajaban y caer por un precipicio; fue una muerte muy lamentaba en el valle pues eran unas personas muy queridas y respetadas; Amber estaba trabajando en San Francisco y tuvo que regresarse de urgencia y hacerse cargo del Rancho “El dólar de plata” pues su abuelo Kurt ya no estaba en condiciones de hacerlo a pesar que era un anciano lleno de vitalidad pues parecía un roble.  Para ello conto con la ayuda de Lest Montgomery quien desde pequeño había trabajado en la hacienda y era como un hermano mayor de Amber, el viejo lo acogió al quedar huérfano.
La muerte de los padres de Amber dejó algunas sospechas pues algunos testigos aseguraron ver varios jinetes perseguir el carruaje haciendo disparos al aire y provocar que los animales se desbocaran y rodar por un precipicio de varios metros de profundidad, pero como eran personas que no tenían enemigos y eran muy apreciados en la región se descartó la versión del atentado.
Kurt Flanagan fue uno de los primeros pioneros que llegaron del Este buscando fortuna hacia el Oeste, al pasar por el  valle de Green City supo que había encontrado el lugar donde quería vivir y morir; allí sentó su hogar y construyó una hacienda que se volvió prospera con los años de duro trabajo, allí vio nacer a su hijo Daniel que luego se casaría con Claire Flecher una hermosa joven del pueblo y tendrían una hija a la que llamarían Amber, a la cual le gustó desde pequeña la medicina y por esto al crecer se fue a estudiar a San Francisco.  Cuando sus padres murieron Amber acabada de terminar sus estudios y trabaja en un hospital de San Francisco, lo hacía por amor a la profesión pues era una persona adinerada.  Amber Flanagan era feliz ayudando a las personas necesitadas.
-          Amber me preocupa que aún no llegue Lest y los muchachos de la correría por el rancho, tú sabes que los delincuentes tienen azotada la región y no solo roban sino que asesinan a quien se les cruce – dijo el viejo Kurt a su nieta.
-          Abue, no te preocupes, Lest y los chicos saben cuidarse.
-          Pero tú sabes que esos bandidos pueden emboscarlos y…
El viejo Kurt se interrumpió pues a la luz de la luna un grupo de jinetes galopaban hacia la entrada del rancho, rápidamente fueron distinguidos como Lest Montgomery y sus hombres.
-          Te lo dije abue que no les había pasado nada malo.
Lest entró a la vivienda principal una lujosa casa, considerada la mejor de la región, llena de lujos y amorosamente decorada, Lest era considerado como de la familia y tenía muchos privilegios de los patrones. 
-          Que pasó Lest nos tenías preocupados – le dijo Amber. – no acostumbran llegar tan tarde y abue se preocupa demasiado  por ustedes.
-          No te preocupes Amber ni usted abuelo Kurt, fue que nos distrajimos demasiado con el forastero y se nos fue el tiempo.
-          ¿Cuál forastero? ¿de quién hablas? – preguntó el viejo Kurt apresurado.
-          No me digas que llegó otro maldito forastero al pueblo – Amber no gustaba mucho de los forastero que últimamente estaban llegando a Green City, por razones obvias.
-          Bueno… lo encontramos acampando cerca de la colina hacia el norte, nos llamó la atención ver un hermoso corcel negro pastando solo y al acercarnos lo vimos, lo observamos y no nos pareció sospechoso, luego nos acercamos a donde él y resultó ser un muchacho agradable; me atreví invitarle al rancho.
-          No debiste hacerlo Lest te lo hemos advertido muchas veces, esos forasteros ya han causado demasiado daño en el valle.
-          Es cierto Lest – puntualizo el viejo Kurt – no debiste
-          Pido me disculpen, deben confiar en mí y estoy seguro de no equivocarme, es un simple vaquero que anda de paso, seguro buscando trabajo y como necesitamos un par de ellos quise contratarlo.
-          Lest tu eres un tipo muy confiado, eres demasiado noble y el mundo está lleno de gente astuta y mala – agregó Amber
-          Bueno ya deja en paz a Lest hijita y más bien dile a la muchacha que le sirva la cena.
-          No te preocupes Amber yo mismo le digo – dijo Lest en forma picara lo cual Amber entendía muy bien pues Lest estaba enamorado de María la muchacha mestiza que cocinaba para los de la hacienda.
-          Anda Lest seguro te guardaron la mejor porción – bromeo Amber.
-          Ja ja ja – rio ruidosamente Lest – eso espero Amber, eso espero
-          No lo dudes, ella también esta loquita por ti; es una buena mujer, ya es hora que sientes cabeza.
-          Tienes razón Amber, voy a pedirle que se case conmigo esta misma noche.
-          Claro hazlo para que ya no tengas que levantarte a hurtadillas para meterte en su cama – rio el  viejo Kurt – crees que no te he pillado cabrón.
-          No sé de qué me hablas Kurt… seguro lo hice sonámbulo – contestaba Lest al verse descubierto.
-          Tendremos que organizar pronto ese matrimonio Lest – continuo diciendo el viejo Kurt
-          Le he pedido a María que nos casemos varias veces pero ella dice que mejor nos quedemos así, creo que no le gusta mucho el matrimonio.
-          Debemos hacer las cosas como deben ser Lest, prepárate para el fin de semana, haremos traer al reverendo Logan para que los case y aprovechamos para tomarnos unas copas, comer y divertirnos un rato.
-          Caramba Kurt que rápido organizas las cosas… como no eres tu quien se va a casar
-          Sabes que te aprecio como a un hijo y estoy seguro que es lo que más te conviene, María es una gran mujer.
-          Por mí no hay problemas viejo, ahora toca convencerla a ella.

Todos reían de las ocurrencias del viejo Kurt, además a Lest no le disgustaba la idea y sería una buena oportunidad para comunicarles que María estaba embarazada.

Amber Flanagan además de ser una excelente medico era una mujer sencillamente despampanante, no podría pasar desapercibida por ningún lugar aun a pesar de no vestir elegantemente, pues le gustaba vestir a la usanza vaquera, sus ajustados jeans moldeaban un escultural cuerpo de piernas largas y firmes, su blusa anudada dejaba ver una estrecha cintura de vientre plano y piel dorada, su cabello dorado caía como cascada sobre sus hombros, sus ojos verdes de mirada triste le daban un toque especial a su belleza, su rostro ovalado y perfecto de boca carnosa de sensuales labios y hermosa dentadura; Amber era una mujer alta de 25 años de edad, la belleza para ella no significaba nada, y no parecía darle importancia.
En los últimos años se había dedicado a administrar la hacienda y atender a los clientes de la región, para ello había acondicionado un consultorio en la propia hacienda.

Mientras el abuelo Kurt se fumaba un puro asomado a la ventana, ella se dejó caer cansadamente en una poltrona de la sala y tomó instintivamente una foto de sus padres entre sus manos y la acarició cariñosamente no pudiendo evitar que lagrimas rebeldes recorrieran sus sonrosadas mejillas.  Amó a sus padres y disfruto de ellos mientras estuvieron vivos, sin ellos se sentía sola y a pesar de no exteriorizarlo lo sentía intensamente; Amber Flanagan necesitaba que alguien le hiciera compañía… se sentía sola.




CAPITULO CUARTO

Frank Lassiter fue despertado por el graznar de un cuervo que se posó sobre el árbol debajo del cual se guarnecía el vaquero, bostezó y se retorció perezosamente, se sintió como nuevo después de semejante cabalgata por el desierto; los primeros rayos del sol golpearon el rostro de Frank destacando con mayor intensidad el color gris de sus ojos heredado de su padre; al recordarlo sintió nostalgia pues era como un amigo para él, su papá le enseñó todo lo que sabía del ganado y de las armas; recordó sus palabras pocos días antes de que lo asesinaran: “Frank ya eres todo un hombrecito, apenas tienes quince años y ya eres mejor que yo con las armas, pero quiero que entiendas que las armas se usan como última alternativa en caso de defensa… las armas no son buenas hijo”; por su mente como una vieja película pasaba una y otra vez el momento en que aquellos bandidos le tendieron la emboscada y calló víctima de las balas, a él le tocó presenciarlo y corrió como loco hacia donde agonizaba su padre, sangraba copiosamente y sus manos al levantarlo se tiñeron de rojo, lo miró con ojos vidriosos y le dijo “te quiero hijito” y se estremeció.  Veía aquellos rostros mal encarados asegurar que fue en defensa propia, veía aquellos rostros reír a carcajadas y montar en sus caballos y partir a galope tendido; ese día ante el cadáver de su padre prometió vengarlo.

Se duchó en el rio, luego preparó café y algo de comer, una vez engulló su desayuno llamó a “Pegaso” con un silbido y este acudió presto enseguida le coloco la silla y demás aperos y montó rumbo a este en dirección al rancho “El dólar de plata”, luego de varias horas de camino divisó desde lejos las viviendas del rancho, dejando escapar un silbido al ver la majestuosa construcción, se había dado cuenta de las fértiles tierras que conformaban el rancho, sin duda el mejor de la región.
-          Bueno cualquier vaquero estaría feliz de trabajar en esta propiedad, seguro la paga y la comida son buenas, además necesito ganarme unos dólares pues me he quedado sin lana.
Al llegar a la casa notó que esta no parecía la típica vivienda de un rancho del oeste, poseía jardines bien cuidados, un diseño arquitectónico moderno, todo lucia impecable, se notaba la mano de una mujer en todo eso. Ató a “Pegaso” al barandal, la casa parecía solitaria pues a esa hora los peones estaban por fuera pastoreando, quitando malezas y arreglando cercas.  Miró por todos lados y no vio a nadie por lo cual se dispuso a tocar la tallada puerta, pero no llegó ni siguiera hacerlo pues una voz a sus espaldas lo detuvo.
-          No dé un paso más forastero sino quieres morder el polvo – era una mujer.
Instintivamente alzó los brazos y sin voltearse solo atinó a decir.
-          Tranquila… solo busco trabajo.
Se produjo un prolongado silencio detrás de él; iba a agregar algo cuando escuchó otra vos que dijo.
-          Amber, baja el arma, él es el forastero del que te hablé anoche…
Reconoció de inmediato la voz de Lest Montgomery el capataz del rancho que se acercaba a ellos desde la cocina en donde se estaba despidiendo de María la muchacha de las comidas.
-          Amigo ya puedes bajar las manos, perdona es que Amber es un poco desconfiada y no ve con buenos ojos a los forasteros.
-          Ya cállate Lest – interrumpió Amber de mal humor.
-          Lo siento señorita yo… - dijo Frank sin voltearse aun.- el señor Montgomery me dijo que necesitaba vaqueros en el rancho y quise…
Amber bajo lentamente el arma, de pronto sintió curiosidad por ver el rostro del forastero pues la anatomía de su cuerpo le pareció excelente, claro fue un fugaz pensamiento que alejó de su cabeza de inmediato.
Frank Lassiter se volvió lentamente y el espectáculo que encontró lo dejó seriamente impresionado, ante sus ojos se erguía imponente Amber Flanagan, toda una diosa hecha mujer; Frank se acordó de las palabras de los muchachos cuando le dijeron que al conocer a su patrona no le darían ganas de irse… Frank Lassiter sintió la necesidad de quedarse.
-          Oye Frank ya puedes cerrar la boca, te presento a mi patrona – dijo socarrón Montgomery
-          Disculpe señorita… mi nombre es Frank Lassiter, soy un buen vaquero en busca de trabajo.
Por supuesto que a Amber no le desagradó para nada Frank y hasta el mismo Lest notó de inmediato el cambio de aptitud.
-          Bien señor Lassiter, estamos necesitando un par de trabajadores, pero primero deberá responder algunas preguntas que deseo hacerle, no suelo contratar forasteros, pero creo con usted haré una excepción.
-          No hay problema… a sus órdenes señorita.
-          Sígame por favor.
-          Después de usted…
Frank Lassiter se estremeció al mirar aquel lindo trasero contonearse delante suyo, Amber como de costumbre lucia unos ajustados jean y una blusa anudada que dejaban ver su cintura estrecha y bien torneada.

Lest Montgomery pensó al verlos alejarse hacia la casa que hacían buena pareja… pero al recordar el carácter de Amber descartó cualquier probabilidad de un romance entre ellos; además Frank era un simple vaquero.
Amber y Frank estuvieron charlando un buen rato sentados en la sala, ella le hacía muchas preguntas al parecer sin sentido que lo único que buscaban era encontrar inconsistencias entre ellas pero no las halló, dedujo que Frank Lassiter decía la verdad.
-          Señor Lassiter…
-          Por favor llámeme Frank – le interrumpió
-          Bien Frank me decías que vienes de…
-          California señorita
-          Puedes llamarme Amber… Amber Flanagan es mi nombre, soy la dueña de estas tierras.
-          Es un gusto conocerla y sería un placer trabajar para usted.
-          Porque Frank?
-          Bueno… he notado que sus trabajadores la aprecian mucho y eso indica que seguramente es una persona justa que valora a sus empleados.
-          Eso trato Frank, así me educaron mis padres…
Frank notó cierta nostalgia al referirse a sus padres por lo que preguntó.
-          Y sus padres señorita Amber?
-          Están muertos… sucedió hace un año, en un trágico y absurdo accidente; Aun no me repongo plenamente… amaba a mis padres, ellos eran mi todo, han dejado un gran vacío en mi corazón.
-          Lo lamento señorita Amber, debió ser muy duro para usted; pero porque dice que “aparentemente”.
-          Bueno, según algunos testigos el carruaje donde viajaban se despeño porque unos delincuentes los hostigaron hasta hacer desbocar a las bestias.
-          Pero imagino que las autoridades investigaron… siempre quedan huellas y otras pistas que diluciden el crimen y los motivos.
-          Mis padres eran muy estimados en la región, no tenían enemigos.
-          Entonces se trató de un intento de robo.
-          Lo raro es que no se llevaron nada y llevaban dinero y algunas joyas de valor.
-          Me dices que cayeron por un despeñadero, quizás no pudieron acceder hasta el lugar de la caída.
-          Si hubiesen querido lo habrían podido hacer dando un rodeo, no era complicado llegar hasta el lugar y lo malo es que la lluvia borró cualquier huella que pudiesen haber dejado.
-          Ah la lluvia borró las huellas… ¿y los testigos? Que sabes de ellos…
-          Bueno se trataba de un par de cazadores provenientes de Torrente que se encontraban por casualidad en el lugar, es un anciano y su nieto pero nadie les creyó, el viejo está un poco loco y el nieto es apenas un crio de diez años.
-          Sí, no son los mejores testigos sin duda… ¿Cómo se llama ese cazador?
-          Ummm pues no recuerdo déjame ver… era un apellido francés – pensó un rato y de pronto recordó – Fontaine
-          Fontaine de Torrente… repitió mecánicamente Frank
-          Acaso lo conoce?
-          No, no, por supuesto que no señorita, no conozco a nadie de la región.
-          En fin ya paso, ahora lo que toca es sacar este rancho adelante, pero los delincuentes nos están haciendo la vida imposible y nos la tienen velada, hemos perdido muchas reses en los últimos meses.
-          Me comentó Lest que el sheriff al parecer tiene algo que ver con los delincuentes.
-          Eso es lo que se sospecha, pues no procede en contra de ellos, desafortunadamente no tenemos pruebas.

Siguieron charlando entretenidamente un largo rato, Amber le dijo que conocía San Francisco y Los Ángeles en California y descubrieron que conocían algunos sitios en común como restaurantes, parques, hospitales, lo que hizo más amena la conversación y fue creciendo la confianza entre ellos.
-          Perdona por desconfiar tanto, es que los forasteros que han llegado a Green City no son de fiar.
-          Es apenas comprensible señorita Amber.
-          Bien y hablando de otras cosas ¿Qué tan buen vaquero eres Frank?
-          El mejor – bromeó él ya más confiado.
-          Personalmente voy a verificar que sea cierto, soy una patrona muy exigente, la paga es buena y se les da buena comida, además de que la atención médica es gratis pues soy doctora.
-          Agradezco su confianza Amber, espero no defraudarla; solo dígame cuando comienzo.
-          Qué tal si ahora mismo Frank
-          Como mande patrona
Ambos rieron, el notaba que ella ya lo trataba con mucha familiaridad, sin duda existía una gran empatía entre ellos.
-          Qué tal si hacemos un recorrido por el rancho para que se vaya familiarizando con los quehaceres del lugar.
-          Enseguida le preparo un caballo… solo dígame en donde queda la pesebrera
-          No se moleste Frank ya lo tengo listo, justamente pensaba realizar un recorrido por el rancho cuando lo vi llegar.
-          Yo iré en “Pegaso”
-          ¿en quién?
-          “Pegaso” mi caballo – aclaró Frank
-          Aaahh ya, a propósito es hermoso su caballo.
-          Es un animal muy noble, es mi mejor amigo.
Hablaban mientras caminaban hacia la pesebrera, Frank llevaba a su caballo de cabestro.
-          Es un hermoso ejemplar, soy amante de los caballos y de las carreras y me gustaría que considerara cruzar su caballo con alguna de mis mejores yeguas.
-          Pues eso no lo decido yo, pero creo que “Pegaso” estaría encantado – respondió Frank algo irónico.
-          Anualmente competimos en la “gran carrera” en Green City y hemos ganado muchas veces, tenemos buenos caballos, pero en la última carrera fuimos derrotados ampliamente por lo que urgimos por una renovación de nuestros caballos para seguir siendo competitivos.
-          Mi caballo y yo hemos ganado algunas carreras en otros condados por lo cual puedo afirmar que mi caballo es todo un campeón.
-          No lo dudo tiene una estampa impresionante.
Siguieron recorriendo el rancho, en el camino Amber le iba explicando los pormenores al tiempo que aprovechaban para hablar de cosas personales, sin duda existía gran empatía entre ellos.
Al pasar por la orilla de un pequeño lago de aguas cristalinas rodeado de frondosos árboles decidieron poner a abrevar a los caballos y descansar un rato por lo que se apearon de sus monturas y las dejaron libres para que saciaran su sed al igual que ellos; luego Amber se dejó caer sobre las hojas secas de un frondoso árbol embelesada por la belleza del lugar cerro los ojos para escuchar mejor el silbido de las aves; Frank aprovechó para observarla bien, Amber Flanagan era sin duda alguna una mujer hermosa… entonces recordó el sueño de la noche anterior.
-          Suelo venir frecuentemente a este lugar, me encanta, desde niña me ha gustado venir aquí, me gusta recostarme en las hojas secas en la hierba y escuchar el cantico de los pajaritos, ver saltar las ardillas, nadar en las frescas aguas del lago, recoger bayas silvestres… le llamo “el paraíso perdido”
-          Es un lugar hermoso Amber – comento Frank que se había sentado al lado de la chica.
De pronto se levantó y tomó a Frank de la mano y lo arrastró hacia un árbol de retorcidas ramas.
-          Este es mi árbol favorito – sus ojos brillaban de emoción – aquí me subia y me lanzaba al agua.
-          Aun puedes hacerlo
-          De hecho lo hago, pero hoy no lo haré
-          Es una lástima porque me gustaría verlo – bromeo Frank
-          Quizás en otra ocasión te desafié a ver quién se lanza de más alto.
-          Seguro me ganaras siento temor por las alturas – confesó
-          A mí me encanta nadar – mientras hablaba se había alejado algunos metros de Frank quien no tuvo tiempo de advertirle.
Sonó un disparo y Amber lanzó un grito de sorpresa. Al volverse vio a Frank con el arma humeante en su mano… a sus pies una serpiente de cascabel aún se retorcia con la cabeza destrozada por la bala.  Instintivamente corrió y se acurrucó en los brazos de Frank quien dudó en abrazarla.  Los hermosos ojos verdes de Amber se llenaron de lágrimas al mirar a Frank a los ojos y decirle entre sollozos.
-          Gracias Frank has salvado mi vida, pues si ese ofidio me hubiese picado no habría durado media hora con vida.
-          Gracias a Dios me di cuenta a tiempo y pude dispararle, perdona si te asusté no tuve tiempo de avisarte.
-          Te debo la vida y aun me pides que te disculpe? Sin duda eres un gran tipo Frank Lassiter.
Frank permaneció callado observando al reptil.
-          Abundan por estos lugares olvidé advertirte…
-          Son comunes en casi todo el oeste, he visto muchos, cargo entre mis pertenencias un frasquito con un suero antiofídico que me regaló un viejo indio amigo mío.
-          Sí que estás lleno de sorpresas Frank… eres bueno con las armas.
-          Fue algo instintivo no tenía otra alternativa, la serpiente había iniciado el lance para morderte.
-          Buen tiro, le diste justo en la cabeza.
-          Creo que tuve algo de suerte…
-          Creo que es hora de regresar.
-          Si es lo mejor señorita Amber.
Ambos montaron sus caballos e iniciaron el regreso al rancho galopando suavemente.

Con el paso de los días Frank demostró ser un gran vaquero demostrando sus destrezas en el manejo de reses y la doma de caballos, se había ganado la admiración de los demás muchachos en el manejo con el lazo y en el amplio conocimiento y dominio de los quehaceres de la hacienda.
-          Eres un gran vaquero Frank – le comentaba Lest Montgomery
-          Mis padres tienen un rancho cerca de San Francisco, ahí me crie y aprendí muchas cosas del campo.
-          Hemos trabajado muy duro esta semana; mañana iremos al pueblo a tomarnos un par de tragos nos lo merecemos – propuso Montgomery
-          Me encantaría acompañarles pero apenas he trabajado unos días y aun no recibo la primera paga – les comentó Frank
-          Por eso no te preocupes Frank yo invito – respondió Montgomery
Varios compañeros dijeron lo mismo lo que hizo sentir alagado a Frank que no tuvo excusas para negarse.
-          Bien entonces mañana iremos a Green City, aunque les advierto que no soy buen bebedor… un par de copas y listo.

El viejo Kurt Flanagan le había cogido mucho cariño a Frank y duraban charlando largas horas durante las noches, en ellas el viejo le había contado todo los aconteceres acaecidas en la región en los últimos años.
-          Ese fulano Greg Leyton me trae mala espina Frank – comentaba el viejo Kurt
-          Pues aún no lo conozco personalmente pero por lo que ustedes me cuentan de ese personaje no deja de despertar sospechas.

El sábado a medio día Montgomery, Frank y tres vaqueros más partieron al pueblo como lo habían planeado.

Al llegar a Green City Frank se encontró con un pueblo prospero con mucho comercio, hermosas casas bien organizadas, varias bodegas, cantinas y una bonita iglesia en la amplia plaza del pueblo, podría decirse que Green City no era el típico pueblo del Oeste quizás debido al clima benigno de la región, poseía muchas zonas verdes y la mayoría de las casas eran de ladrillo, pero también abundaban las de madera, sus diseños arquitectónicos eran apropiados para soportar las diferentes estaciones del año pues en el invierno caia mucha nieve y en el verano hacia arto calor; actualmente estaban en la mejor época del año: la primavera.

Green City estaba enclavado en un fértil valle al pie de las Rocallosas, abundaban los riachuelos de cristalinas aguas que formaban hermosas cascadas, abundaban los bosques de pinos, era una región propicia para la cacería por ello en temporada llegaban muchos cazadores.  Más al norte en las estribaciones de la montaña existían explotaciones mineras lo cual contribuía a que la economía de la región fuera prospera.  Las condiciones del suelo además eran muy convenientes para la cría y engorde de ganado, el cual era considerado como la mejor del Estado.

Estuvieron un buen rato en la cantina, Frank se tomó un par de copas y salió a dar una vuelta por el pueblo, sus amigos lo esperaron allí.  Anduvo por el pueblo un buen rato, al regresar encontró los ánimos alterados, uno de sus compañeros que jugaba carta descubrió que le estaban haciendo trampas y se fue a golpes con su oponente, varios intervinieron para separarlos, en eso llegó Frank y al preguntar lo que pasaba enseguida le informaron; el tahúr con el rostro ensangrentado estaba furioso y desafió a duelo a Klinger que era el muchacho que le había golpeado el rostro. Kliinger era un crio de unos 20 años corpulento e inexperto en el manejo de las armas por lo que Frank intervino conciliador.
-          Será mejor que dejen las cosas de ese tamaño, les pido  que se calmen.
-          Y tu quien eres metiche, apártate si no quieres que te mate tambien.
-          Amigo le pido nuevamente que se calme, ese muchacho es mi amigo y lo que es con nuestro amigo lo es con todos nosotros – se referia al grupo que lo acompañaba.
-          Como veo que eres un bravucón entrometido, entonces te daré tu parte…
En sus manos apareció como por arte de magia un Colt niquelado que resplandeció con la luz… sonó un disparo y el arma del tahúr salió volando de su mano de la cual comenzó a manar mucha sangre; cuando todos volvieron la vista Frank Lassiter guardaba su arma humeante todavía.
-          Sí que eres necio… dale gracias a Dios por estar vivo aun – dijo este muy serio con un brillo especial en la mirada.
-          Ve y busca un médico para que te cure esa herida antes que te desangres – continuó diciendo Frank
Cuando el sujeto se disponía obedecer apareció el sheriff Landers en la puerta del Bar Imperial.
-          Que diablos sucede aquí… cual es el desorden, que le paso a Ferguson?
Enseguida los presentes le pusieron al tanto de la situación.
Sus ojos se detuvieron entonces en Frank Lassiter y se acercó con paso de perdona vidas al joven.
-          Así que tu eres el que quiere armar camorra en mi pueblo?
-          No es así sheriff solo evité que hubiese más problemas.
-          O sea que te crees la autoridad en Green City para andar evitando las peleas e imponiendo el orden.
Ambos hombres se miraban fijamente a los ojos desde muy cerca… la gélida mirada de Frank causaba cierta desazón en Landers que intentaba no dejarse intimidar.
-          Con todo respeto sheriff no es esa mi intensión, como le dije solo traté de evitar que ese señor matara a mi amigo Klinger quien lo descubrió haciendo trampas.
-          Tendré que detenerte amigo
Los muchos presentes protestaron de inmediato y todos estuvieron en contra del  sheriff que al ver la aptitud de la gente no insistió en detener a Frank.
-          Esta vez te dejaré ir larguirucho, pero si alguna vez intentas alterar el orden en este pueblo te las veras conmigo.
-          No se preocupe sheriff.
Frank supo controlarse y no contestó nada para evitar mayores problemas, pero pensó que sería muy difícil cumplir esa promesa.
Enseguida salieron de la cantina rumbo al rancho, no acostumbraban llegar demasiado tarde pues el viejo Kurt se los tenía prohibido.  En el camino Montgomery regañó fuertemente a Klinger y este le dio las gracias a Frank por salvarle la vida.

En la mañana se presentó uno de los vaqueros a todo galope para informar que hacían falta muchas reses de un lote que estaban pastoreando al Sudoeste de la hacienda.  Lest Montgomery ordenó algunos vaqueros salir de inmediato hacia ese lugar a buscar las reses, con ellos partió Frank Lassiter.
-          Son muchas reses las faltantes – decía Lest – teníamos pastando en este lugar unas 300 y apenas contamos 35, el resto no aparece al parecer se lo han robado.
-          Busquemos por todas partes a ver si encontramos algún rastro – dijo Frank
Se repartieron buscando cualquier pista del ganado perdido y fue el propio Frank quien alzando la vos llamó al resto de los muchachos, había encontrado pistas que demostraban que el ganado había sido robado.
-          Miren las huellas del ganado y de caballos, por este lugar cortaron los hilos de alambre y se pueden ver huellas de botas; aún están frescas lo que nos permitirá seguir el rastro; con suerte daremos con los ladrones.
-          Muchachos preparen sus armas… vamos por esos bandidos – gritó Lest
Frank Lassiter no solo había demostrado ser un gran vaquero sino un experto en seguir rastros, horas después estaban cerca de dar alcance a los ladrones.
-          Amigos se dirigen hacia la serranía, ahí hay muchos estrechos en donde fácilmente podemos caer en una emboscada, sería saludable marchar con precaución, con los sentidos bien alerta y de uno en uno para evitar sorpresas – dictaminó Frank.
Uno de los vaqueros llamado Ralph Rawson le comentó a Montgomery en vos baja.
-          Ese Frank a pesar de ser un simple vaquero sabe de muchas otras cosas.
-          Quien te ha dicho que ser vaquero significa saber solo de ganado Rawson – le replicó Lest.
-          No lo digo por malo Lest tu sabes que Frank me cae muy bien es solo un comentario.
-          Lo se Ralph, Frank es un muchacho que ha recorrido muchas tierras a pesar de su juventud y sabe muchas cosas, incluso he notado que es muy hábil con las armas.
-          Viste con la rapidez con que le disparó a ese tramposo de Ferguson?
-          Si claro que lo noté y Amber me contó que le salvó la vida cuando casi la muerde una serpiente.
-          Ese Frank es un gran muchacho, me está enseñando algunos trucos con el ganado.

Mientras tanto en el Rancho de Greg Leyton este hablaba con su mano derecha George Morgan.
-          Estoy preocupado, necesitamos entregar lo más pronto posible las mil reses que negociamos con Sullivan en Creek Mountain; también necesito hablar urgente con Monty Wilson para que presione más a los Carson sobre la hipoteca de la hacienda, tenemos que conseguir esas tierras, escuché un rumor que por esos lares han encontrado oro.
-          La semana pasada los visitamos y le quitamos unas doscientas reses, las llevamos al despeñadero donde si mal no estoy ya hay cerca de ochocientas cabezas reunidas y completaremos las mil con las del rancho “El dólar de plata” que le quitamos anoche.
-          ¿Están bien custodiadas?
-          Sí, tengo como diez hombres a cargo de eso, tú sabes que es un sitio poco accesible.
-          Bien, una vez completado ese ganado, lo llevamos de inmediato por la ruta secreta hacia Creek Mountain; no le podemos quedar mal a Sullivan, ya conoces  a ese maldito loco, es de pocas pulgas, además ya nos adelantó el dinero y sabes lo que le pasa a los que no le cumplen. Manda que me preparen un caballo.
-          Como digas jefe.
Greg Leyton salió de inmediato de su hacienda, tenía en mente hacer una importante visita por lo cual se puso lo más elegante posible. 
Montó su caballo, no quiso que nadie lo acompañara, los demás ya sabían hacia donde se dirigía Greg Leyton.

Amber le vio y no pudo evitar hacer un mohín de fastidio; aquel sujeto le caía como una patada.  El viejo Kurt que estaba a su lado tampoco lo soportaba por lo que decidió encerrarse en sus habitaciones antes que llegara pues no quería ni siquiera saludarlo.
-          Buenos días señorita Amber, es un placer verla.
-          Como está señor Leyton – respondió Amber secamente
-          Pasaba por aquí cerca y me dije voy a saludar a mi amiga Amber ¿No me invitas a pasar?
-          Pues estoy un poco apurada con los quehaceres de la hacienda, pero adelante si gusta.
-          Gracias linda.
-          Y cuál es el motivo de su visita señor Leyton.
-          Mira Amber tú de sobras sabes a lo que vengo.
-          No tengo ni idea señor Leyton – dijo Amber sorprendida.
-          Te he dicho que me llames simplemente Greg… acaso no somos amigos.
-          No acostumbro llamar a las  personas mayores con tanta confianza señor Greg, así me criaron.
-          Bueno no soy tan viejo Amber… estoy apenas en la edad que los hombres deben casarse y ando buscando una buena esposa.
-          Le deseo suerte señor Leyton; Green City está repleto de mujeres bonitas.
-          Ninguna como tu Amber.
-          Que es lo que tengo yo de especial señor Leyton, soy una mujer común y corriente.
-          Si tu quisieras… créeme podría ofrecerte mi reino y llenarte de lujos.
-          Qué pena señor Leyton pero no estoy interesada…
-          Dime que tengo que hacer para que me permitas reinar en tu corazón.
-          le agradezco no insistir en ese asunto señor Leyton, pierde su tiempo.
-          Acaso hay alguien más…?
-          No es de su incumbencia, no veo el problema si lo hay o no; señor Leyton está traspasando los límites de mi paciencia.
 Greg Leyton estaba que se quemaba por dentro de la rabia, los desprecios de Amber le exasperaban y hacia grandes esfuerzos para no tomarla por la fuerza, lograba contenerse pues debía mantener una imagen de persona de bien. Pensó que aquella muchacha se merecía un par de nalgadas.
-          Cualquier mujer desearía ser mi esposa y tú me rechazas ¿Por qué?
-          No está en mis planes casarme por ahora señor Leyton, por esa sencilla razón; y si me disculpa tengo cosas importantes que hacer.  Hemos perdido algunas reses y debemos recuperarlas.
Era una situación engorrosa… Greg Leyton tomó su orgullo mancillado y llevándose la mano al ala de su fino Steton e inicio su triste retirada.  Un mal pensamiento comenzaba a criarse en su mente “sino es mía por las buenas… lo será por las  malas”; en esos momentos no sabía si desearla u odiarla; haciendo un gran esfuerzo logró controlarse para decirle.
-          Lamento lo de tu ganado Amber si hubieses accedido a vendérmelas nada de eso habría pasado.
-          Como le comentó mi abuelo nosotros tenemos comprador para nuestro ganado desde hace muchos años y no estamos interesados en cambiarlo.
-          Estoy dispuesto a pagarlo mejor, me gusta la calidad de su ganado.
-          Ya conoce nuestra respuesta al respecto.
-          Si necesitas ayuda para encontrar el ganado robado, puedo facilitarte alguno de mis hombres.
-          Se lo agradezco señor Leyton, pero tenemos suficientes vaqueros.
-          Mira Amber si aceptas casarte conmigo no tendrás que ocuparte de estos menesteres que no están hechos para una dama como tu…
-          Administrar mi hacienda me gusta tanto como la medicina y pierde su tiempo si cree que algún día aceptaré casarme con usted señor Leyton.
-          No eres justa conmigo Amber, yo solo te he ofrecido cariño; no encontrarás mejor partido en toda la región.
-          Entienda que no me interesa ningún tipo de relación con usted, no quiero ser grosera.
Greg Leyton se sentía mancillado en su amor propio, su ego se desinflaba como globo ante la negativa de Amber y le era difícil contenerse, ninguna mujer jamás la había hablado así.
-          Algún día te arrepentirás y quizás sea tarde – dijo mientras salía pálido de la rabia.
-          Adiós señor Leyton.
En el fondo Amber disfrutaba torturar a Greg Leyton, no sabia porque pero aquel sujeto le caía como una patada de mula.

Frank y Montgomery con los demás vaqueros caminaban por un cañón que conducía a una especie de planicie en la serranía, estaban seguros que ahí encontrarían a las reses robadas, el rastro cada vez estaba más fresco.
-          Se dirigen hacia allá – dijo Frank señalando a los farallones que se veian al norte.
-          Va a ser muy difícil dar con el ganado en ese lugar, es como un laberinto de cañones estrechos al que muchos temen entrar porque luego no encuentran la salida.
-          Tendremos que entrar de todas maneras, el rastro está fresco y pronto les alcanzaremos, estén preparados.
Siguiendo el rastro se adentraron por estrechos pasillos que el tiempo había forjado en las montañas, el piso de piedra pura hacia cada vez más difícil seguir el rastro, pero no era fácil ocultar el rastro dejado por más de doscientas reses.
-          Mantengamos distanciados unos de los otros, es probable que nos tiendan una emboscada y sería muy difícil sobrevivir en estos estrechos cañones – ordenaba Frank Lassiter quien se había convertido en el líder de los persecutores.
Luego de varias horas caminando por los estrechos cañones formados en los farallones; al subir por las laderas de las montañas la neblina impedía  visualizar cada vez menos el camino y por supuesto mucho menos las huellas de los abigeos, por lo cual Frank tenía que constantemente bajar del caballo para auscultar el suelo. De pronto retumbó un disparo y el vaquero que caminaba a la derecha de Frank se desplomó pesadamente, instintivamente todos buscaron refugio en donde pudieron, les disparaban desde varios lugares. Frank vio caer otro de sus amigos y detectó de donde procedían los disparos, con gran habilidad disparó y el sujeto se desplomo desde lo alto, su wínchester vomitó plomo varias veces más y un par de bandidos mordieron el polvo. 
-          Estamos en desventaja Frank, es mejor retroceder – gritó Montgomery mientras disparaba.
-          No, permanezcan en sus sitios; son pocos, pero si nos movemos nos acabarán
-          Que se te ocurre Frank, como saldremos de ésta… nos han dado de baja a dos muchachos.
-          Déjamelo a mí Lest, quédense en donde están.

Frank inició comenzó a trepar por la falda de la montaña aprovechando unas profundas grietas en sus laderas, pronto  alcanzó un mejor lugar en una azotea que estaba a la misma altura de los atacantes y desde este lugar pudo dispararle a los bandidos dando de baja a dos más gracias a su tremenda habilidad con el Winchester, los restantes se dieron a la huida dejando la vía libre. Bajó lo más rápido que pudo a donde se encontraban sus amigos.
-          Pronto sigamos, luego nos encargaremos de los muertos y de los heridos.

Al llegar a la planicie pudieron ver a un par de jinetes que se alejaban dejando una nube de polvo.
-          A por ellos – Gritó Frank – seguro nos llevarán a donde están las reses.
-          Sigámoslos – Grito también Montgomery
La tarde empezaba a despuntar, debían de darse prisa para no perder el rastro de los fugitivos, pues la neblina era cada vez más densa.  Lograron seguirlos hasta el campamento en donde también encontraron unas grandes empalizadas donde mantenían el ganado; estaba custodiado por cinco hombres más, los cuales departían desprevenidos hasta la llegada de los dos fugitivos quienes les pusieron al tanto de la situación.  El grupo era dirigido por Sanders y Lewis, quienes repartieron ordenes de ocupar posiciones estratégicas, no sabiendo que desde lejos un grupo de hombres observaban sus pasos.
Frank era quien estaba al mando de la operación y dio órdenes a sus amigos para atacar a los bandidos.
-          He contado ocho bandidos pero es posible que sean más, estén alerta, Lest y Brandon ustedes ocúpense de aquellos dos que van hacia aquella colina, ustedes tres Malory, Gruger y Garner encárguense de esos otros dos que están detrás de las rocas tienen que dar un rodeo y caerles por la espalda, no tengan compasión con ellos, Woody y Klinger en aquellos arbustos está un tipo oculto les toca a ustedes; yo me encargaré de ese de allí que parece ser el jefe, tengan mucho cuidado y disparen a matar, calculen cuando ya todos hayamos tomado posiciones entendido – Ordenó Frank 
-          Como digas – respondió Montgomery.

Frank esperó a que sus amigos actuaran y sigilosamente imitando a los indios se acercó a su presa… era Sanders quien se volvió como rayo al notar un ruido a su espalda, pero el cuchillo de Frank fue más rápido que él y se le clavó en la garganta de Sanders. De pronto escuchó disparos y gritos, antes que pudiera hacer algo notó que algo le golpeaba el costado y se arrojó al piso al tiempo que sus armas escupían plomo derretido, vio caer un sujeto pesadamente.  Se llevó la mano al costado y algo caliente y pegajoso mojó sus dedos… estaba herido.
Pudo levantarse, no sentía gran dolor aun. Escucho  voces estaba preocupado por sus amigos, reconoció a Lest y a otro vaquero venir hacia él.
-          Que pasó  - preguntó inquieto.
-          Malory está muerto y Gruger tiene una bala en la pierna, está sangrando demasiado, ¿estás bien?
-          Si, solo tengo un rasguño en el costado ¿Qué sucedió?
Fue Garner quien explicó lo sucedido, habían sido sorprendidos por otros dos bandidos ocultos entre las rocas.
-          Logramos dar de baja a tres de ellos, uno logró escapar hacia donde tu estabas Frank.
-          No te preocupes por él, pasó a mejor vida.
Una vez comprobado que no había más sobrevivientes de los bandidos Frank ordenó liberar al ganado.
-          Abrid las puertas para que el ganado salga… después nos encargaremos de recogerlo y devolverlo a sus dueños, por ahora voy a detener la sangre a Gruger y para regresar de inmediato al rancho para que Amber lo atienda. Montad los cadáveres de los bandidos en sus monturas y azuzadles para que las bestias los lleven a donde su jefe; quiero que reciba ese mensaje pues pronto iremos por él.

Procedieron a lo dicho e iniciaron el regreso a el rancho “El dólar de plata” propiedad de los Flanagan, no sin antes cruzar los cadáveres de los abigeos en sus monturas y azuzarlos para que los llevaran de regreso a donde sus amigos.  Montgomery al reconocer a uno de los muertos había comentado que le parecía haberlo visto con los trabajadores de Greg Leyton, pero que no estaba totalmente seguro. Recogieron a los tres compañeros muertos y los llevaron consigo.

Greg Leyton regresó a su rancho de muy malas pulgas, estaba que echaba chispas debido al desprecio de Amber, la maldijo una y mil veces, aquel amor enfermizo que sentía por ella se había convertido en una obsesión y locas ideas de venganza cruzaban por su mente, había perdido su compostura y afloraba el verdadero Greg Leyton, un tipo cruel, sanguinario y ambicioso, capaz de todo por lograr sus deseos.
-          Moooorgan – llamó a gritos a su cómplice el cual estuvo como siempre presto a los llamados de su jefe.
-          Dígame Jefe
-          Necesito que esta misma noche le hagan una nueva visita al rancho “El dólar de plata”, quiero dejarlos sin una res, si es posible quemen los pastizales, envenenen las aguas donde toma el agua su ganado… quiero arruinarlos y que esa maldita Amber venga a suplicarme para que la haga mía.
-          Así  se hará jefe cuente con ello.
Morgan no acostumbraba discutir las órdenes de su jefe y trataba de cumplirlas sin preguntarse el porqué, era un tipo bruto y flojo al que le costaba pensar demasiado, solo era bueno con las armas… eso sí.
-          Manda a Sanders a por Wilson necesito hablarle.
-          Sanders y Lewis están a cargo de lo del ganado que va para Creek Mountain jefe.
-          Ummm bien, entonces manda a alguien que esté disponible.
El grupo llegó al rancho a media noche, Amber estaba sumamente preocupada y salió corriendo al encuentro del grupo, al ver algunos maltrechos exclamó asustada.
-          Dios mío que les pasó muchachos… están heridos
-          Si, Gruger está grave debes atenderlo urgente Amber – le dijo Frank que lucía una gran mancha roja en el costado izquierdo.
-          Tú también estás herido déjame mirarte…
-          No, no, primero Gruger lo mío es solo un rasguño y puede esperar – le interrumpió Frank
La doctora Amber trabajó con prontitud en la herida de Gruger que no comprometía ningún órgano vital, pero que había perdido mucha sangre, luego de una delicada intervención quirúrgica pues ella como doctora procuraba tener a mano lo necesario para poder realizar su trabajo y no era casualidad pues a ella acudían a diario docenas de personas para recibir la atención médica, su casa servía de hospital.
-          Ahora sigues tu Frank ven quiero mirarte esa herida que continua sangrando.
Frank entró al consultorio, el cual no tenía nada que envidiarle a cualquier consultorio médico en las ciudades; ella le ayudó quitarse la camisa y procedió examinar la herida y limpiarla cuidadosamente.
-          Un poco más y no la cuentas Frank Lassiter… eres un tipo afortunado
-          Lo soy Amber, pues tengo la suerte de que me atienda la doctora más linda del mundo.
Amber alzó brevemente sus hermosos ojos azules hacia Frank y no pudo evitar sonrojarse y como estaba saturando la herida procuró desquitarse un poco con Frank el cual lanzó un pequeño quejido.
-          Eso es para que no me digas mentiras– bromeo Amber.
-          Solo digo la verdad.
Ella lo volvió a mirar fugazmente al tiempo que volvía a usar la aguja arrancando otro quejido a Frank.
-          Además de mentiroso eres un llorón… esto no duele.
-          Ha siiii, como no es tu piel
-          La bala atravesó tu piel sin daños mayores, es una herida dolorosa pero sanará pronto si dejas que te cuide juicioso.
-          Eso te lo prometo, me encanta como me tortures – rio Frank
Amber se tomó más del tiempo requerido, estaba disfrutando tocar el atlético cuerpo de Frank Lassiter, un tipo que le atraía extrañamente, jamás había sentido ese sentimiento por nadie, sentía la necesidad de acurrucarse en sus brazos y a Frank Lassiter le sucedía algo parecido, estaba fascinado con Amber.

Lest Montgomery prácticamente no durmió  esa noche y salió bien temprano con un numeroso grupo de vaqueros a rescatar el ganado el cual había regresado hasta los límites de rancho, apartaron las que no le pertenecían y vaquearon a las suyas hasta los potreros.  Como había reconocido los yerros de muchas de las reses mandó avisar a sus dueños para que aseguraran sus reses.
Al levantarse los trabajadores del rancho “Montana” de Greg Leyton se encontraron con el espectáculo de varios caballos con sus hombres baleados cruzados en las monturas.  Greg Leyton reconoció de inmediato a sus hombres y ordenó enterrarlos de inmediato.  Morgan estaba a su lado algo nervioso, aquello empezaba a oler mal.
-          Quien pudo hacer esto jefe?
-          No lo sé Morgan, pero ordena a los hombres estar alerta, coloca hombres en sitios estratégicos no queremos otra sorpresa, personalmente encárgate de ir a la ensenada en donde ocultamos el ganado robado y verifica que pasó, hazlo con sumo sigilo no sea que nos estén esperando.  Sea quien haya sido lo pagará muy caro, no saben con quién se han metido.
-          Como diga jefe.

Greg Leyton tenía la frente arrugada, le preocupaba sobremanera no poder cumplirle a Sullivan el compromiso pactado pues de no hacerlo tendría serios problemas… lo sabía muy bien.




CAPITULO QUINTO

El viejo Kurt Lassiter había convocado una reunión con los ganaderos de la región, los cuales lo conocían, apreciaban y respetaban, por ello asistieron casi todos a su casa.
-          Ya saben porque los he hecho venir, Green City en los últimos años se ha vuelto una mierda debido a que nos ha invadido una nube de delincuentes,  no podemos quedarnos con las manos cruzadas mientras los ladrones hacen de las suyas, es por eso que he escrito al Gobernador del Estado, a los U.S. Marshall, al igual que a unos amigos que tengo entre los militares, todos me han prometido enviar ayuda y estoy en espera de ello, pero como ustedes me conocen y saben que no debemos depender de esa ayuda, el motivo por el cual los he convocado es para proponerles conformar un grupo de hombres que nos ayude a protegernos, ellos tendrán la misión de evitar en lo posible nos sigan robando el  ganado; ya tenemos indicios de quien está al frente de esos robos y una vez tengamos la plena certeza y las pruebas suficientes le vamos a colgar en la plaza del pueblo para que sirva de escarmiento a cualquier otro que quiera hacer lo mismo.
Los aplausos no se hicieron esperar, todos estaban de acuerdo con el viejo Kurt Flanagan que a pesar de sus años mostraba una férrea voluntad y liderazgo entre sus amigos.  La reunión se extendió, algunos disfrutaron de la comida y de unos tragos que les brindaron, otros se fueron enseguida, entre ellos salió Lukas Peaton dueño de un pequeño rancho vecino de Greg Leyton, tenía la misión de informarle de lo que se hablase en la reunión pues eran muy amigos.  El viejo Kurt lo sabía y estaba seguro que Greg Leyton lo sabría de inmediato.
-          Tenemos que desenmascarar a Greg Leyton lo antes posible, ya nos ha causado mucho daño – les comentaba a sus amigos de confianza
-          Ese Leyton es un sujeto de cuidado Kurt te aconsejo esperar a que las autoridades actúen.
-          Mierda Calvert si esperas que el Sheriff lo atrape estas mal, pues estoy seguro que esos dos se conocían de antes y son cómplices.
-          Eso es verdad – argumentó otro ganadero de apellido Carson.
-          No hay que precipitarse Carson, comprendo que estés molesto pues los ladrones se han ensañado contigo y hasta has hipotecado la hacienda.
-          No es asunto tuyo Calvert – contestó molesto Carson que era un tipo de fuerte carácter.
-          Ya cálmense amigos, no debemos pelear entre nosotros, tenemos un enemigo común y es al que tenemos que combatir – intervino el viejo Kurt para aplacar los ánimos.
-          Tienes razón Kurt, discúlpame Calvert es que estoy muy angustiado con esta situación.
-          Te comprendo, discúlpame tú a mí Carson.

Torrente era un pueblucho de cazadores cercano a Green City por lo cual no fue difícil dar con el paradero del cazador que presenció el accidente de los padres de Amber, vivía solo en una pequeña cabaña de troncos a las afueras del poblado y esporádicamente era visitado por sus familiares, entre ellos su nieto al cual le gustaba la cacería y solía escaparse para donde su abuelo para ir de cacería y escuchar sus inverosímiles historias de sus hazañas como cazador.
El vaquero desmontó al frente de la cabaña, dejando a su caballo “Pegaso” pastar libremente mientras el tocaba la puerta.  Un anciano que tendría unos 80 años le abrió la puerta, lucía una poblada barba y cabellera espolvoreada, sus pequeños ojitos verdes se sorprendieron al ver a Frank quien lo saludo amablemente.
-          Mi nombre es Frank Lassiter, estoy investigando la muerte de la familia Flanagan ocurrida hace un año en Green City y me han dicho que usted presenció el accidente.
Los ojos del anciano se iluminaron de la emoción.
-          Siiii, recuerdo lo que pasó como el primer día –su expresión cambio de repente – pero nadie me creyó pues piensan que estoy medio loco, pero estoy seguro de lo que vi.
-          Que fue lo que vio anciano.
-          Venga y le cuento – haló suavemente a Frank por un brazo invitándolo a entrar a la cabaña.
Dentro reinaba el desorden, había pieles regadas por doquier y olía terrible dentro de aquel lugar.
-          Perdone el desorden, me dedico a la cacería y vendo pieles, a propósito tengo algunas que quizás le interesen son de buena calidad.
-          No, no, anciano, ahora no estoy interesado.
-          Bien, toma asiento en ese banco de allí… mi nombre es Jean Fantaine y soy cazador desde que tengo memoria – hizo una breve pausa para tomar un trago de una botella de ron el cual ofreció a Frank quien lo rechazó haciendo un gesto con la mano – disculpa, es que tenía el gaznate reseco – comento mientras se alisaba la espesa barba con su mano.
-          Señor Fantaine ¿podría contarme detalladamente lo que vio ese día cerca de Green City?
-          Claro mi amigo, lo he contado miles de veces y no me creen…
-          Cuénteme, quiero escucharlo.
-          Recuerdo que ese día estamos en las colinas cercanas Green City siguiendo la pista de una manada de osos pues necesitaba un par de piezas que me habían encargado, me acompañaba Joe mi nieto que quiere ser cazador como yo y bueno me lo llevé para que fuera aprendiendo como es este asunto, cuando de pronto escuchamos disparos, es una zona muy boscosa, con grandes árboles, nos asomamos y vimos una carreta que era perseguida por unos fulanos quienes disparaban constantemente, la carreta iba a mucha velocidad y al pasar por un despeñadero que hay por ahí, perdió el control y fueraaa se cayeron por él, creí conveniente alejarme de la zona pues esos tipos tenían mala calaña, uno de ellos, al parecer el jefe, tenía una cicatriz en el pómulo izquierdo.
-          Porque no intentaste socorrer a las victimas Fontaine?
-          Tenía miedo, esos sujetos se quedaron allí mirando desde lo alto un buen rato, pero fui yo quien informó del accidente a unas personas que encontré en el camino.
-          ¿O sea que los que perseguían el carruaje no intentaron nada más?
-          No, solo se quedaron allí arriba, puedes preguntarle a Joe que seguro llegará pronto.
El jovencito Joe en efecto llegó a los pocos minutos y corroboró lo dicho por el anciano cazador Fontaine; Frank extrajo del bolsillo algunos billetes y se los dio al anciano para luego partir de vuelta a Green City; nadie se enteró de su visita.

Greg Leyton recibió una inesperada visita aquella mañana y sintió una especie de hormigueo en todo el cuerpo.

-          Buenos días señor Leyton – saludó un tipo pecoso sin desmontar de su caballo, mientras mordisqueaba en la comisura de la boca una rama de hierba con la cual se limpiaba los dientes.
-          Buenos días Dexter Maxwell que te trae por aquí
-          Soy Alex, Dexter es aquel
-          Ah bueno siempre los confundo son igualitos.
-          Se equivoca Leyton Alex es surdo y yo derecho.
-          Sabes que no lo había notado… interesante; son gemelos y uno es derecho y el otro izquierdo.
-          Al grano Leyton… dejémonos de palabrerías – interrumpió Alex Maxwell – te traemos un mensajito del jefe.
-          Suéltala pues…
-          Te manda a decir el jefe Sullivan que espera que le cumplas lo pactado al pie de la letra o vendrá por ti y seguro te arrepentirás.
-          Dile a tu jefe que se tranquilice pues le voy a cumplir.
-          Ya sabes cómo es Leyton; espero que lo hagas o ves despidiéndote de este mundo – dijo burlón Dexter Maxwell que había permanecido silencioso hasta el momento.
-          Un día de estos tendré que demostrarle a Sullivan quien es quien – dijo Leyton envalentonado
Los gemelos Maxwell quienes estaban acompañados de cuatro hombres más soltaron fuertes carcajadas lo que puso rojo de la rabia a Leyton.
-          ¿Si será que tienes las pelotas para enfrentarte a Sullivan en un duelo a muerte frente a frente?
-          ¿Y porque no? No soy ningún manco y algún día se lo demostraré.
-          Se lo comentaremos a Sullivan seguro le interesará esa propuesta
Al decir esto dieron media vuelta y se marcharon, dejando muy preocupado a Leyton que se arrepintió de haber hablado demasiado. Estaba en una encrucijada en la que estaba en juego su vida, tendría que tomar medidas extremas para poder cumplir el pacto a su socio Sullivan pues el plazo se acortaba.





CAPITULO SEXTO

Como cualquier pueblo del oeste americano Green City celebraba anualmente su feria en la cual los eventos principales eran el rodeo, concurso de habilidades y la gran carrera de caballos, en donde los Cowboy demostraban sus capacidades.  La herida de Frank había cicatrizado totalmente.
-          El rancho “El dólar de plata” tradicionalmente se llevaba los primeros lugares, pero en los últimos años hemos sido desplazados por el rancho “Arkansas” – Le comentaba el viejo Kurt a Frank
-          Me han comentado que los premios son muy buenos, voy a inscribirme en algunas pruebas – respondió Frank
-          Perdimos una gruesa suma de dinero en la gran carrera, apostamos fuerte en contra de Leyton.
-          Este año la gran carrera la ganaremos nosotros…
-          Pero Frank no contamos con un caballo que pueda ganar
-          Si lo tenemos viejo Kurt – dijo Frank con entusiasmo – se llama “Pegaso”
-          Tu caballo Frank…? Pero, ¿estás seguro amigo?
-          Totalmente viejo… puede apostar lo que quiera con seguridad
El viejo Kurt sabía que Frank Lassiter no fanfarroneaba, confiaba ciegamente en él.
-          La feria será el fin de semana próximo… esta vez le ganaremos a este tal Leyton.
El viernes se celebraba el concurso de habilidades vaqueras; el primer evento fue el lanzamiento de cuchillo a la cual llegaron a la final Frank Lassiter y un sujeto indudablemente mestizo llamado Malah Fallon, el concurso consistía en acertar la mayor cantidad de intentos en un blanco fijo ubicado cada vez a mayor distancia; para la final la distancia era considerable aproximadamente 20 metros, , el primero en lanzar sus cinco intentos fue el  mestizo acertando cuatro de cinco intentos; para la distancia era muy difícil superar ese puntaje, pero todos quedaron con la boca abierta al observar a Frank lanzar los cuchillos, con rapidez y precisión los cinco cuchillos dieron en el blanco, los presentes dejaron escapar un alarido de sorpresa. 
-          Estúpido indio se dejó ganar de ese desconocido - dijo Greg Leyton desde la multitud.
-          Solo tuvo suerte ese larguirucho jefe, ya ganaremos las demás pruebas – comentó Morgan.
En la prueba con el lazo que consistía en enlazar un novillo desde el caballo, desmontar y atarlo en el menor tiempo posible; un vaquero del rancho “Arkansas” logró el mejor tiempo y parecía el factible ganador hasta que le llegó el turno a un vaquero del rancho “El dólar de plata” quien lo superó demostrando gran destreza con el lazo; Frank no participó en esta prueba.
La última prueba consistía en recoger tres objetos pequeños sin desmontar en el menor tiempo posible, era una prueba peligrosa y muchos jinetes salieron lesionados al intentarlo; el único en lograrlo fue Frank quien montando a “Pegaso” dio una verdadera demostración de habilidad como jinete; el público no cesaba de aplaudir, en todos los años jamás habían visto un vaquero tan hábil como Frank Lassiter, quien recibió  el premio al mejor vaquero de la región.
-          Felicitaciones Frank, no sabes cuánto he disfrutado verte participar – decía Amber mientras le daba un beso en la mejilla.
-          Bueno lo hice para recibir el mejor premio posible… un beso tuyo – rio Frank
-          Lo acabas de recibir… no esperes más eh
-          He notado que aquel sujeto no te quita los ojos de encima y no puede ocultar su enfado por verte conmigo Amber
Frank se refería a Greg Leyton que no disimulaba su enojo debido a que los celos lo carcomían… ver a otro hombre recibir los besos de su amada no le causaba ninguna gracia y menos si se trataba de un simple vaquero.
-          Maldito vaquero… - decía entre dientes – ya me las pagaras
-          Es solo un vaquero del rancho Leyton no creo que se fije en él.
-          Pues yo creo que esa perra está enamorada de ese sujeto Morgan, no te das cuenta como le mira.
-          Vamos jefe, solo estás celoso por verle junto a él.
-          Espero que así sea, porque de lo contrario tendré que matarle… esa mujer es mía.
Amber le contó a Frank que se trataba del rico ganadero Greg Leyton, quien el año anterior le había ganado una gruesa suma de dinero al viejo Kurt en la carrera de caballos; también le contó que la asediaba constantemente para que se casara con él pero que a ella le desagradaba aquel sujeto.
-          Así que ese es el famoso Greg Leyton… - dijo solamente Frank - ¿Y el tipo con quien habla? – preguntó de repente.
-          Creo que se llama Morgan es uno de sus esbirros.
Frank había notado la cicatriz en el pómulo que tenía Morgan, pero no hizo ningún comentario al respecto.

El sábado fueron juntos al rodeo en donde se divirtieron de lo lindo viendo a los jinetes sostenerse en los lomos de briosos caballos salvajes y sobre los robustos toros, caminaron juntos comieron algunas golosinas, la gente se acercaba a ellos para hablarles, felicitaban a Frank por la actuación del día anterior.  Las apuestas para la carrera estaban a favor de los  caballos de Leyton y se rumoraba que el banquero Wilson estaba apostando mucho dinero.  Greg Leyton no pudo contenerse y buscó la manera de acercarse a la pareja.
-          Amber Flanagan, cada día te vez más hermosa – saludo ignorando a Frank
-          Señor Leyton – fue la fría respuesta de Amber
-          Te invito a tomarnos un refresco y aprovechamos para hablar de la carrera de mañana.
-          Le agradezco señor Leyton, pero ya he aceptado la invitación de Frank… además si quiere hablar de la carrera, las apuestas es asunto de mi abuelo
-          Caramba Amber, no creo que seas tan descortés de preferir a un simple vaquero que a mi
-          No es un simple vaquero es mi amigo y no discrimino a nadie por ningún motivo…
-          Todas las cosas tienen su lugar Amber, y el tuyo es a mi lado
-          Creo que está sobrepasando la raya señor Leyton, no creo haberle dado esperanzas de que pueda existir algo entre usted y yo, en ese sentido he sido suficientemente clara – puntualizó Amber algo molesta, le fastidiaba el acoso de aquel sujeto y además temía que Frank interviniera, hasta el momento había permanecido silencioso a su lado.
-          Ruego me disculpes Amber, la verdad no quise molestarte…
-          Con su permiso señor Leyton… que tenga buenas tardes – dijo Amber dando por terminada la conversación mientras alaba suavemente por el brazo a Frank
Cuando estuvieron a prudente distancia de los sujetos, Frank comentó a Amber.
-          Es persistente ese sujeto llamado Leyton, no sé cómo lo soportas…
-          Ya me tiene hasta la coronilla Frank

Greg Leyton quedó que sudaba veneno, empezaba a odiar a aquella muchacha en su negro corazón se cocinaban mil formas de hacerle pagar todas esas ofensas recibidas, la maldijo entre dientes. Luego su mente se iluminó empezó a tomar forma una idea torcida.
-          Morgan manda a dos de los nuevos que provoquen a ese larguirucho que anda con Amber y que le den una paliza.  No tengo que decirte que seas lo más discreto posible.
-          Mandaré a los dos que llegaron ayer.
-          Hazlo de tal manera que no nos relacionen con ese asunto, entendiste…
-          No se preocupe jefe
Momentos después dos sujetos esperaron a que pasara junto a ellos la pareja para abordarlos de manera intempestiva, uno de ellos atrajo bruscamente a Amber hacia él con la intensión de besarla a la fuerza, mientras el otro se interponía en el camino de Frank; Amber lanzó un grito de sorpresa y dolor
-          Aaaay que…
-          Ven acá gatica preciosa, quiero darte lo tuyo – dijo el sujeto.
-          Suéltala estúpido… - gritó Frank
-          Cuida tu boca larguirucho de mierd…
Mientras habla el sujeto lanzo un golpe contra la cara de Frank que hábilmente lo esquivó, al tiempo que golpeaba al sujeto con tremenda fuerza en la mandíbula, mandándolo a comer tierra varios metros atrás; mientras Amber forcejeaba con el otro logrando soltarse, cuando el tipo intentaba sujetarla nuevamente Frank Lassiter se interpuso entre ambos colocando sendos golpes en el rostro del sujeto quien con el rostro ensangrentado rodo por el suelo; apenas tuyo tiempo de esquivar el intento del otro sujeto de golpearle por la espalda con un largo madero; Frank era una máquina de arrojar golpes y lo hizo con tanta presión que el tipo se desplomó pesadamente con el rostro hecho una masa, al ver esto el que había intentado besar a Amber salió corriendo horrorizado y se perdió en la multitud que observaba la pelea.
-          Estas bien Amber? – preguntó preocupado Frank
-          Estoy bien, gracias
Desde un lugar estratégico Greg Leyton había observado la pelea y su rostro estaba crispado.
-          Yo no me enfrentaría a este sujeto a los puños – dijo Morgan
-          Ni yo Morgan… pelea como un demonio ese infeliz – respondió pensativo Leyton
Alguien examinó al sujeto caído y dictaminó.
-          Está muerto…
-          Se lo merecía – dijo otro – intentaron sobrepasarse con la doctora Flanagan
-          Menos mal y ese vaquero amigo suyo intervino
Amber y Frank consideraron que era prudente volver al rancho, entendían perfectamente que esa provocación no había sido fortuita y correspondía a una jugada orquestada por Leyton para vengarse de Amber.
El día siguiente era el día de la gran carrera, estaban inscritos unos veinte y cinco caballos de la región, entre ellos tres pertenecían a Leyton, uno de los cuales llamado “Sarko” había ganado fácilmente la carrera el año anterior, era un pura sangre de color rojizo de fino pelambre e imponente estampa, lo montaba uno jinete contratado por Leyton traído desde Los Ángeles, ampliamente reconocido.
-          He apostado cincuenta mil dólares con el viejo Kurt – comentaba Wilson – ese viejo debe estar loco jajajaja, será como quitarle un dulce a un niño.
-          El que va a competir por el  rancho de los Flanagan es ese muchacho flaco que anda con Amber y que ha demostrado ser un buen vaquero… yo no me confiaría, además están apostando muy fuerte a su favor – comentó Donovan el cantinero.
-          No deja de tener lógica lo que dice el gordito – reconoció Leyton – pero creo que a nuestros caballos no les gana nadie aquí
-          Además tenemos el plan B, por si algo sale mal – dijo maliciosamente Wilson el banquero
-          Yo también he apostado veinte grandes con el viejo Kurt – dijo Leyton
-          Entre todos hemos apostado una gran fortuna, muchísimo más que el año anterior, suma como doscientos mil – agregó Wilson
-          Es una bonita cantidad, no podemos perder – dijo Leyton  
Por su parte Los Flanagan en compañía de Frank Lassiter esperaban la hora de la partida de la carrera que consistía en un recorrido en forma de U por las polvorientas calles de Green City, terminaba el recorrido en la plaza principal  del pueblo, los jinetes debían recorrer unas tres millas aproximadamente, por lo cual además de ser veloces tenían que tener cierta resistencia, era necesario planificar bien la carrera.
El Sheriff fue el encargado de dar la partida y los participantes partieron como gamos en busca de la meta y de los cincuenta pavos de premio  que se llevaría el ganador, en los primeros metros los caballos de Leyton tomaron la delantera, Frank montando a “Pegaso” se mantenía en medio del lote; a medida que avanzaba la carrera muchos se iban quedando rezagados al no corresponder al fuerte paso que imponían los delanteros, al frente de la carrera al doblar la curva de la U iba “Sarko” y le seguían los otros dos caballos de Leyton; Frank mantenía a “Pegaso” a pocos metros de los delanteros, tenía una estrategia para ganar la carrera; poco a poco empezaba a ganar terreno dejando atrás a los demás jinetes y acercándose paulatinamente a los tres delanteros, lucia fresco y su paso era cada vez más veloz, era inminente que alcanzaría a los primeros en cuestión de segundos; fue entonces cuando los dos jinetes que montaban a los caballos de Leyton que perseguían al delantero empezaron a rezagarse sospechosamente con la clara intención de obstaculizar el paso de “Pegaso”… ese era el plan B de Leyton.
Frank notó inmediatamente la jugada y se previno, por eso cuando uno de los jinetes intento derribarlo con su pierna, este lo evitó y al hacerlo estuvo a punto de caer pero logro sostenerse, fue entonces cuando empezó  a sentir los golpes que con la fusta le descargaba el sujeto, Frank logro detener el castigo jalando bruscamente el fuete con el que lo golpeaba el bandido quien rodó por el suelo levantando una polvareda; mientras el otro se colocaba delante de el para cortarle el paso… entre la multitud se escuchó un coro de protesta… era una jugada sucia.
Mientras Frank intentaba liberarse del jinete que le estorbada delante; el caballo de Leyton llamado “Sarko” iba ganando distancia y se alejaba más y más; Frank esperó el  momento apropiado y dándole un leve toque con los talones a “Pegaso” indicándole que corriera a toda velocidad y así lo hizo, partió como una exhalación dejando al que intentaba detenerle envuelto en una espesa nube de polvo, los últimos metros fueron emocionantes, “Pegaso” parecía volar mientras que “Sarko” se notaba cansado por el esfuerzo realizado, pero había alcanzado una buena ventaja… el triunfo de Leyton estaba casi que asegurado.
Amber y el viejo Kurt gritaban animando al dúo conformado por Frank y “Pegaso”, faltando diez metros la ventaja era mínimo, el jinete que montaba a “Sarko” lo fustigaba con violencia, mientras que Frank parecía uno solo con su montura. El caballo de Leyton relinchaba herido y eso le hacía perder tiempo…
Greg Leyton quien presenciaba la carrera en compañía de Wilson, Donovan y Morgan, estaba pálido y sudoroso, sus puños estaban crispados al notar con impotencia como el caballo del rancho “El dólar de plata” recortaba la distancia y era inminente que sobrepasaría a su caballo antes de llegar a la meta; y así sucedió, “Pegaso” pasó  la raya de meta con una cabeza de ventaja… era el vencedor.
El pueblo se volcó a celebrar el triunfo de la familia Flanagan y vitoreaban el nombre de “Pegaso” quien lucía una corona de flores como símbolo del ganador.
Amber corrió y abrazó efusivamente a Frank, quien sonreía satisfecho. Por su parte Leyton y los suyos notaban en el  publico cierto fastidio hacia ellos pues se habían dado cuenta que intentaron hacer trampa y ese tipo de conducta eran imperdonables en el oeste americano, por lo cual ahuecaron ala y partieron del lugar disimuladamente.  En la cantina Leyton descargó toda su furia contra una mesa, habían perdido una gran fortuna.

Por su parte la alegría en el rancho “El dólar de plata” era inmensa, quien celebraba con mayor efusividad era el viejo Kurt quien parecía un niño dando saltos de alegría y abrazando a Frank.
-          Muchacho, no sabes la alegría que me han dado tú y tu caballo.
-          Te lo dije viejo, que este año ganaríamos nosotros.
-          Por eso aposté una buena cantidad con lo cual recuperamos lo que perdimos el año anterior y logramos arrancarle unos cuantos dolaretes al bandido de Leyton que debe estar que se lo lleva el demonio ja ja ja
-          Mi mejor premio es verlo así de feliz viejo
-          Ellos estaban seguros que ganarían más sin embargo habían preparado una sucia jugada para evitar que nuestros caballos ganaran.
-          Estuvieron cerca de salirse con la suya, gracias a “Pegaso” pudimos ganar
-          Adoro a ese animal y voy a premiarlo juntándolo con mis mejores yeguas… claro si tú lo permites.
-          Por mí no hay problemas viejo Kurt… pero tendremos que consultarlo con él – rio Frank divertido
-          Estoy seguro que esa idea le gustará mucho – aseguró el viejo Kurt

El fin de semana se celebró el matrimonio de Lest Montgomery y María Hidalgo del Corral, los invitados fueron pocos y departieron en un ambiente familiar, la celebración fue doble al comunicarles Lest que iba a ser padre, lo cual prendió el jolgorio y los comentarios sarcásticos entre los asistentes.
-          Veo que te comiste la presa antes que la sopa Lest, eres un sinvergüenza – le decía el viejo Kurt entre risas.
-          Lest pido ser la madrina de tu hijo – Dijo Amber
-          El padrino será Frank
-          Será un placer Lest, gracias por escogerme.
-          Aprovechemos la música para bailar, hace rato que no lo hago – dijo entusiasmado el viejo Kurt
-          Bailemos Frank – dijo Amber jalando a Frank por una mano.
Bailaron hasta tarde en la noche, Frank se tomó un par de copas tras insistirle Amber que las tomara.
-          Hacía tiempo no me divertía tanto Frank, debo darte las gracias por ello.
-          No creo merecer ese honor Amber y más bien debería agradecerte por dejarme ser tu pareja… soy un vaquero muy afortunado, no todos tienen la dicha de poder bailar con la patrona más hermosa del mundo.
Amber reía a carcajadas.
-          Gracias por el cumplido Frank, ya veo que el par de copas que te has tomado empiezan a hacer efecto.
-          Empieza darme vueltas todo Amber.
-          ¿en dónde aprendiste a bailar tan bien Frank?
-          ¿crees que bailo bien? Ja ja ja pero si tengo dos pies izquierdos
-          No lo haces mal… eres un tipo sorprendente
-          A tu lado suelo hacer cosas que normalmente no hago
-          ¿Y eso porque?
-          Me siento bien a tu lado Amber
-          Yo igual Frank, es algo que no me había ocurrido con nadie.

Amber notó de repente que sus manos permanecían entrelazadas y sintió sus mejillas se sonrosaban intensamente… pero en el fondo sentía una gran tranquilidad estando al lado de Frank.



CAPITULO SEPTIMO

Frank Lassiter que últimamente no se despegaba de Amber entró en el consultorio de la doctora para que ésta le examinara la herida.
-          Señor Frank debo decirle que esa herida tuya ha cicatrizado plenamente y por tal ya no requieres de mis servicios.
-          Doctora pero siento que aún me duele, examíneme bien creo que necesito de sus cuidados un poco más – ambos reían de sus ocurrencias
-          Lo ciento vaquero debió ser la bailada de anoche, pero ya está apto para seguir cuidando de las vacas que para eso le pago.
-          Entonces me marcho a cuidar las reses.
-          Frank me urge viajar mañana temprano a Creek Mountain, a visitar un pariente que requiere de mis servicios… ¿quieres acompañarme?
-          Claro… ¿pero y las vacas?
-          Ellas te esperaran vaquero no te preocupes
-          Entonces salimos temprano
-          Iremos en mi coche Frank es un viaje largo de tres días y debo llevar algunas cosas.
-          Así será entonces señorita Flanagan ¿quiere que alguien más nos acompañe?
-          No, con tu compañía será suficiente… a lo mejor “alguien” se anima contarme cosas de su vida que aun ignoro – era una clara indirecta para Frank del que prácticamente no conocía nada, pues era muy parco al hablar de sus cosas.
-          Quizás aproveche además para confesarte otras cosas…
-          Como cuales Frank… adelántame algo.
-          No, no, no lo sabrás en su debido momento… ten paciencia.
El amor afloraba a flor de piel entre estos jóvenes, ya no lo podían ocultar; ella deseaba escuchar de sus labios la palabra “te amo” y el deseaba tenerla entre sus brazos y poder llenarla de besos… pero el destino a veces nos depara otros caminos insospechados.

En Green City estaban reunidos tomándose unas copas Greg Leyton y sus amigos entre los que se contaban Morgan, el sheriff Landers y el banquero Monty Wilson, charlaban animadamente alrededor de una mesa sobre lo sucedido con el  ganado  que estaban juntando para entregarlo en Creek Mountain.
-          El plazo que nos dio Sullivan vence en tres días maldita sea y no tenemos una sola cabeza de ganado que entregarle; las cosas no nos están saliendo bien últimamente – decía Greg Leyton – tendremos que actuar rápido y completar con nuestro propio ganado, no le pienso quedar mal a ese Sullivan… ya lo conocen
-          Sí, hay que cumplirle como sea a ese tipo loco – complementó Landers
-          Donde los Flanagan podremos conseguirnos más de mil cabezas, pero están prevenidos y habrá que darles plomo.
-          Eso a mí poco me importa Morgan si tienes que llevarte veinte hombres hazlo y si de paso me traes la cabellera de Kurt Flanagan podría darte un jugoso premio.
-          De cuanto estamos hablando jefe – sonrió torcidamente Morgan
-          Diez mil pavos…
-          Huy y solo por un vejestorio, no está mal.
-          Ese vejestorio como dices está organizando a los ganaderos de la región y eso sería peligroso pues se nos acaba el negocio – puntualizó Greg Leyton.
-          Esta misma noche haremos ese trabajo jefe.
En esos momentos entró Bob Carson al establecimiento, se le notaba descompuesto, lo acompañaba su hijo Paul; Bob Carson contaba unos cincuenta años y su hijo unos 20, era un crio de incipiente barba.  Se dirigieron directamente a donde estaba Monty Wilson, el banquero que siempre vestía de levita negra, pero adornando su cintura con un Colt 38 corto de cacha nacarada.
-          Wilson eres un maldito ladrón, ni creas que te vas a quedar con mis tierras como ya lo hiciste con las de Wallace y la de los Whitaker, primero muerto…
-          Mire Carson no le permito esas insinuaciones, yo no lo obligué solicitar ese préstamo.
-          Pero cambiaste las reglas de juego y aumentaste los intereses para que no te pueda pagar.
-          No es esculpa mía el  que no pueda pagar… y como tengo las escrituras como garantía pienso hacerla efectiva, negocios son negocios.
-          Pienso pagarte lo justo…
-          Mira Carson el plazo ya feneció y no hay prorroga, tendrás que salir con tus mulengues para otra parte, esas tierras ahora son mías.
-          Tendrás que matarnos a ambos – intervino el jovenzuelo Paul Carson.
-          Calla al bebecito Bob no sea que pierda la paciencia… - se envalentonó Wilson
-          Y que piensas hacer? Preguntó Bob Carson, matarnos como a mi amigo Wallace.
-          Él se lo buscó Bob, todo el mundo se dio cuenta que fue en defensa propia.
Wilson sabría que eso iba a pasar, era lo que había buscado para finiquitar un lucrativo negocio y quedarse con las tierras de Bob Carson, una estrategia que le había dado buenos resultados, por eso buscaba provocarlo para poderle asesinar.
-          Mañana mismo iré a tomar posesión de mis tierras, espero no encontrarte en ellas Bob ni a tu crio llorón… al menos que prefieran quedarse a trabajar como peones.
-          Ya basta de burlas maldita sabandija, te hare tragar tus palabras – gritó Bob Carson al tiempo que se abalanzaba hacia Monty Wilson, quien no esperaba aquella reacción; el enorme puño de Bob Carson descansó en la mandíbula de Monty Wilson quien rodó por el piso llevándose a su paso una mesa y varias sillas, quizás la patada de una mula no le habría dado tan fuerte… con los rojos enrojecidos por la furia se levantó como pudo, con los ojos inyectados de sangre gritó.
-          Maldito cretino defiéndete que voy a matarte – tenía todas las ventajas él era un pistolero, Bob Carson era un simple campesino que poco sabia de armas.
Inició un movimiento fugaz hacia sus pistolas las cuales descargó sobre Bob y Paul Carson quienes recibieron la lluvia de plomo sin alcanzar a sacar sus revólveres. El recinto se llenó de humo y el característico olor a pólvora se mezcló con el de tabaco y alcohol; los cuerpos de los Carson se fueron desplomando como muñecos desarticulados hasta golpear sordamente el piso de madera de la cantina, pronto un charco de sangre apareció bajo sus inertes cuerpos… estaban completamente muertos.
-          Alguien tiene  algo que decir – preguntó Wilson desafiante a las personas presentes en la cantina – fue en legítima defensa, ellos fueron los que comenzaron.
-          Nadie puede decir lo contrario Wilson – dictaminó el sheriff Landers – yo como sheriff de Green City así lo certifico.
Por supuesto que nadie dijo nada, quien estaría tan loco de decir lo contrario, sería como dictar su sentencia de muerte, por lo tanto todos guardaron silencio.
-          Cliff y Thompson saquen esos fiambres de aquí – ordeno a sus ayudantes quienes permanecían tranquilamente recostados a la barra.
-          Sí, me están manchando el piso – dijo Terry Donovan el dueño de la cantina en tono irónico. 
Al cabo rato los viejos amigos seguían tomando y jugando a las cartas como si nada hubiese parado.
-          Bueno Greg ya el negocio de las tierras de los Carson está finiquitado – le decía Wilson
-          Ya mandé a buscar a unos amigos expertos en minería para que exploren la zona aurífera, si es cierto que es tan rica dejaremos ese negocio del robo de ganado por un tiempo para volvernos honrados mineros, eso ayudará a calmar el ánimos de los pobladores.

Al enterarse de la muerte de los Carson a manos del banquero Wilson en el rancho de los Flanagan, todos explotaron de rabia, pero se calmaron pues debían proceder con prudencia y no dejarse llevar por la rabia del momento.
-          Estas muertes no quedarán impunes se los garantizo – prometió Frank
-          Pero que puedes hacer tu Frank… no puedes enfrentarte solo a esos delincuentes que actúan protegidos por la propia Ley – se quejaba el viejo Kurt
-          El castigo les llegará en el momento justo viejo Kurt, confíe en mí.
-          Bo Carson era una buena persona, un gran amigo, me duele demasiado su asesinato.
-          Abuelo, muy pronto llegará la ayuda solicitada al Gobernador, seguro enviará algunos agentes que desmantelarán esa banda y pondrán al descubierto muchas cosas.
-          Bah... estoy por creer que no enviarán a nadie, ya hace rato que le enviamos la comunicación a este cretino del Gobernador; cuando lo vea voy a gritarle cuatro verdades en la cara de ese gran cabrón.
-          Cálmate abuelo, con exaltarte no ganas nada. – le decía Amber cariñosa
-          Su amigo el Gobernador seguro tendrá en cuenta su petición viejo Kurt – comentó Frank
-          Si en los próximos días no llega nadie, iré personalmente a la capital para hablar con él y tendrá que escucharme.

Todos sabían que el viejo Kurt hablaba en serio y estaban seguros que iría hasta la capital y le diría cuatro verdades al Gobernador en su propia cara.





CAPITULO OCTAVO

El viejo Kurt Flanagan atendiendo una sugerencia de Frank Lassiter había ordenado a sus muchachos trasladar el ganado hacia otro sitio más seguro y apostar hombres en puntos estratégicos pues estaban seguros que intentarían robarlo nuevamente, por eso Lest Montgomery permanecía alerta con unos 15 hombres custodiando aquel pequeño valle que solo tenía una entrada y la cual era fácil de custodiar, intentar entrar por ahí era casi imposible, sin duda la idea de Frank había sido genial, el ganado estaría seguro en ese lugar en donde tenía abundantes pastos y agua suficiente.

Al día siguiente temprano partieron rumbo a Creek Mountain en el coche de Amber, Frank ató su corcel al coche, el viejo Kurt Flanagan los vio partir desde la terraza, pensando en vos alta dijo “ese par van a terminar juntos…”

Tras un largo día de camino Amber y Frank decidieron acampar a la orilla del rio Green en donde descansarían para emprender el viaje el día siguiente temprano.  Frank había estado pendiente de Amber sin duda una valiente mujer a la cual no le había escuchado una sola queja.
-          Voy a encargarme de los animales, vez preparando algo de comer Amber.
-          Como ordene jefe – contestó ella jocosamente – pero primero enciende fuego
-          Discúlpame Amber es que olvido que eres mi jefa – bromeo Frank
-          Tranquilo vaquero, ya sé que solo sabes tratar a las vacas
-          Es verdad no estoy acostumbrado tratar con mujeres, mi relación con mujeres se limita solo a mi madre y hermanas que viven en Los Ángeles y las veo poco.
-          Lo decía por molestar Frank, no te lo tomes en serio; además estoy seguro que más de una mujer ha caído redondita en tus redes, tienes pinta de rompecorazones.
-          No creas Amber… soy algo tímido con las mujeres.
-          Ja ja ja no pienses que voy a creerte eso Frank con esa pinta seguro las atraes por montón.
-          Mejor me voy a buscar leña para encender una fogata – con el tiempo sabrás que no te miento.
-          Aaah y es que piensas pasar mucho tiempo conmigo?
-          Toda la vida… - respondió Frank sin pensarlo siquiera
-          Mejor ve por la leña rápido si quieres que prepare la comida, te advierto que no soy muy buena para eso.
Frank preparó la fogata y atendió a los animales, al terminar se sentó al lado de Amber junto a la Fogata, una brisa fría empezaba a soplar desde el norte.  Ella solicita le sirvió un plato de frijoles con tocino, huevos y una jarra de café.
-          Esta delicioso Amber y decías que no sabías cocinar.
-          Lo poco que se lo aprendí desde niña con mi madre.
-          Creo que serias una excelente esposa, dichoso el hombre que logre conquistarme
-          Eres muy galán Frank tampoco conocía esa faceta tuya.
-          Yo tampoco – rio él
Después de la cena ambos se tendieron sobre sus cobijas y alumbrados por la luz de la luna y recibiendo el calor de la fogata se miraron fijamente hasta quedarse dormidos.

Esa misma noche unos veinte jinetes cruzaron la pradera adentrándose en los predios de la hacienda “El dólar de plata”, al frente cabalgaba George Morgan.  Al llegar al lugar en donde pensaban encontrar el ganado de los Flanagan se llevaron una sorpresa.
-          Maldita sea, se lo han llevado, no hay nada… - gritó  Morgan
-          Yo poder seguir rastro y llevarte a donde estar ganado – dijo a su lado Roy Wamba un mestizo criado entre indios.
-          Andando entonces indio a que esperas…
Al rato llegaron al valle en donde habían llevado el ganado los Flanagan.
-          Al otro lado de ese estrecho se encuentra valle donde estar ganado – dijo el indio Wamba – haber muchas cabezas de ganado, haber demasiadas huellas.
-          Vamos por él, nos lo llevaremos todo a como dé lugar – dijo Morgan.

Estaban tan seguros que no midieron el peligro y pronto pagaron las consecuencias de su imprudencia, al pasar por el estrecho una lluvia de plomo les cayó desde diferentes puntos, cuando quisieron dar la vuelta y regresar ya fue demasiado tarde para una docena de ellos que quedaron tendidos en la tierra, el resto algunos mal heridos y otros  milagrosamente sanos como el mismo Morgan emprendieron una rápida huida… el grupo había sido seriamente diezmado.

Bien temprano se levantó Frank y preparó un oloroso café Amber fingía dormir mientras lo observaba.  Lo vio alejarse hacia donde estaban los animales y prepararlos para reiniciar el viaje. Decidió levantarse, tomar una taza de café y pegarse un baño en las frescas aguas del rio Green antes de continuar el viaje.
En efecto Frank preparó los animales y pensó asearse un poco antes de partir, confiaba en que Amber dormía aun.  El rio Green en esa parte era una corriente de aguas cristalinas de poca profundidad por eso se acercó a un vado del rio cuando a unos tres metros sus ojos se agrandaron como platos al ver semejante espectáculo… allí estaba Amber bañándose desnuda, dejando al descubierto su escultural cuerpo de diosa, de piel dorada y formas perfectamente torneadas y firmes, brillaban al reflejar los primeros rayos del sol… todo un espectáculo.
Frank se había quedado paralizado mirando el hermoso espectáculo que apreciaban sus ojos, por unos segundos no supo que hacer, luego reaccionó y como pudo retrocedió pues era todo  un caballero y no quería que Amber pensara que la estaba espiando, agazapado corrió hacia el campamento sintiendo su corazón latir aceleradamente, allí esperó a que llegara, la vio venir con el cabello húmedo aún, al llegar no pudo mirarla a los ojos, se sentía algo avergonzado y no podía apartar de su mente aquella imagen del rio.
-          Uff me siento como  nueva y lista para partir, el agua está fresca y cristalina, no pude resistir la tentación de darme un chapuzón; deberías probar el agua Frank está deliciosa.
-          Si, si, pensaba hacerlo, estaba esperando a que regresaras.
-          Ve enseguida, te espero para desayunar
-          No demoro para poder disfrutar de los manjares que tu preparas
-          Oye Frank no te burles… o te toca a ti la cocina.
-          Pero si no me burlo Amber en realidad de encanta como cocinas.
-          Si claro comamos algo.- estuvo de acuerdo Amber.
Al poco rato el carruaje partía hacia Creek Mountain; Frank sentía el cuerpo de Amber pegado al suyo y esto lo hacía estremecer de placer.   

Morgan llegó lleno de polvo y todo desencajado a la hacienda “Montana” donde Greg Leyton esperaba impaciente, pues le preocupaba no  poder cumplirle a Sullivan con el negocio del ganado y el resultado de esa misión era determinante para ello; aquel sujeto Sullivan era un tipo que no perdonaba jamás y en eso basaba su fama de pistolero; pero eso no era lo que más temía Leyton pues él no era manco sino que siempre se hacía acompañar por sujetos tan temibles como él.  Al ver a Morgan se tensionó, vio a otros hombres sangrar heridos y salió a su encuentro.
-          Que pasó maldita sea…
-          Nos emboscaron jefe no nos dieron oportunidad de defendernos, solo sobrevivimos ocho y de ellos cuatro están mal heridos. - Morgan le contó lo sucedido a su jefe.
-          No cabe duda que les estaban esperando, pero tu maldito estúpido como fuiste tan confiado de meterte así a esa madriguera.
-          Lo lamento jefe tiene razón nos confiamos demasiado.
-          No quiero ni pensar lo que pueda pasar con Sullivan, ese loco es capaz de llenarnos el cuerpo de plomo sin dejar de sonreír.
-          Y si le devolvemos el dinero…
-          No me hagas reír Morgan, tú crees que Sullivan acepta devoluciones, a él se le cumple o se le cumple.
-          Que ha pensado jefe… no creo que podamos reunir el ganado y cumplirle a Sullivan.
El rostro de preocupación de Greg Leyton lo decía todo… ahora parecía más viejo que antes.

El segundo día del viaje de Amber y Frank hacia Creek Mountain transcurrió tranquilo, el clima fue agradable, aprovecharon para seguir afianzando su relación; Amber no cesaba de hablar de cosas de su profesión como médico, se notaba que era algo que le apasionaba. Por su parte Frank le contaba de su familia y que era huérfano de padre pues el suyo fue asesinado por la espalda siendo sheriff de un condado cerca a Los Ángeles por un Tahúr llamado Dante Sullivan.
-          Cuando conozcas a mi madre y a mis hermanas te van a agradar mucho – comentó Frank
-          Por lo que me has contado de ellas, estoy segura que así será, espero conocerlas pronto.
-          Primero iremos a Los Ángeles y después las traeré a Green City ¿te parece?
-          Si, había pensado viajar a esa ciudad a comprar algunos medicamentos y visitar a unas amistades.
-          Habrás dejado algún novio esperándote en San Francisco, estará desesperado por verte… - dijo socarrón Frank para molestar a Amber
-          No uno sino varios – contestó ella pues ya conocía el sentido del humor de Frank
-          Que no se dejen ver de mí, pues les iría mal
-          Parecería que estas celoso Frank
-          Mucho
-          Al igual que tú no he tenido tiempo para eso… he tenido muchos pretendientes pero siempre me dediqué a los estudios y a mi profesión.
-          Yo solo he tenido tiempo para las vacas – bromeo Frank
-          Ya empiezo a sentirme celosa de ellas – rio Amber
El viaje se les hacía corto pues siempre tenían temas de qué hablar y a pesar de que Frank era un simple vaquero se defendía demasiado bien en otros temas y eso no dejaba de sorprender a Amber.
-          Oye Frank para ser una persona que solo sabe de vacas y caballos me he dado cuenta que eres una persona culta y educada; me he dado cuenta que sabes más de lo que aparentas.
-          La escuela de la vida te enseña muchas cosas – le respondía Frank




CAPITULO NOVENO

En Creek Mountain sentado en su oficina se encontraba Dante Sullivan un tipo flaco, alto, de piel cetrina, cara huesuda y escaso cabello, de ojos pequeños y cejas pobladas, estaba acompañado como siempre de dos sujetos de aspecto inocultable… eran pistoleros; lucían revólveres bien bajos, lo que era una clara señal de la experiencia que tenían con las armas, de movimientos felinos y miradas escurridizas… eran los temibles gemelos Alex y Dexter Maxwell, ambidextros, usaban dos pistolas y quienes los habían visto actuar decían que parecían un par de demonios con las armas.
-          Jefe no sé por qué pero tengo la sospecha que Greg Leyton no le va a cumplir con el trato – decía Alex Maxwell a Dante Sullivan
-          Entonces tendremos que sentar un buen precedente pues a Dante Sullivan nadie le ve la cara de tonto, nadie… Si no cumple iremos a Green City para hacerle una visita a ese pilluelo llamado Greg Leyton, desde pequeño demostró lo que iba a ser.
-          Como fue que le conoció jefe? Preguntó Dexter.
-          Se nos unió a la banda en Abilene, era apenas un crio, pero aprendió rápido, en más de una oportunidad me tocó sacarle de problemas; es un tipo de cuidado y poco confiable.
-          Nos lo deja a nosotros jefe.
-          No Greg Leyton es mío, ya es hora de convencerlo de quien es más rápido con las armas – luego agregó – pero no se preocupen que no está solo, está rodeado por tipos de mala calaña, igual de peligrosos como él.

La pareja conformada por Amber Flanagan y Frank Lassiter acampó nuevamente antes de llegar a Creek Mountain, lo hicieron en un lugar apropiado donde los animales pudieran pastar y abrevar y donde nadie les molestara, luego de cenar frugalmente conversaron animadamente un rato antes de dormir.
-          Me preocupa mi abuelo Kurt – comentó Amber
-          Cuéntame porqué
-          Está empecinado en desenmascarar a Greg Leyton y temo que ese tipo le haga daño.
-          El viejo Kurt sabrá cuidarse Amber no te preocupes – dijo Frank para tranquilizarla, pero la verdad también estaba preocupado por el viejo
-          Ahora está empecinado en organizar a un grupo de hombres para protegernos de los ladrones, cuando Leyton se entere y de seguro ya lo sabe tratará de evitar eso.
-          Si, tienes razón
-          Es una banda bien organizada pues hasta tu llegada no se tenía idea hacia donde llevaban el ganado robado.
-          El mercado más cercano es Creek Mountain, cuando llegue trataré de averiguar algo mientras tu atiendes a tus parientes.

El tercer día de viaje a pocos kilómetros de Creek Mountain se cruzaron con un grupo de cinco jinetes, quienes galopaban en sentido contrario, ni siquiera intercambiaron saludos; eran nada más ni nada menos que Sullivan y sus secuaces quienes se dirigían hacia Green City en busca de Greg Leyton para pedirle cuentas sobre el negocio del ganado… el destino los volvería a cruzar en su camino.
Horas después entraban a Creek Mountain, una prospera región para la época, era una zona minera, maderera y ganadera; fueron directos a una de las posadas del pueblo, en donde les atendió muy amablemente una honorable señora.
-          Para ustedes que están recién casados, les tengo una habitación especial con una cama con un colchón suave.
Ambos se miraron sonrojándose.
-          No señora, no somos pareja – aclaró Amber
-          Les ruego me disculpen, pero la verdad que pensé que lo eran, pues lo parecen… se notan tan enamorados – comentó la señora, sonrojando a ambos.
-          Pierda cuidado señora, denos dos habitaciones por un día pues mañana mismo regresaremos a Green City, estamos solo de visita – respondió Amber
-          Como gusten jovencitos.
La señora les dijo el costo de las habitaciones, indicándoles las habitaciones que quedaban contiguas.
-          Voy a asearme, que bien que me hace falta un buen baño – dijo Amber
-          Haré lo mismo, te espero en el comedor para luego acompañarte a visitar a tus familiares.
-          Ahí nos vemos, no demoro – dijo Amber con una sonrisa
A la hora se encontraron en el comedor y pidieron un buen plato para recuperar energías, Amber lucia bella como siempre, y Frank se había afeitado y lucia como nuevo, además se había vestido jeans nuevos y una fina camisa a cuadros, botas y sombrero nuevos.
-          Te ves muy elegante Frank -  bromeo Amber
-          No quería desentonar a tu lado y quería lucir como un vaquero aseado – rio Frank
-          Pues déjame decirte que luces estupendo
-          Gracias Amber, te ves muy bien.
-          Solo bien… que tristeza
-          No, quise decir que luces hermosa… si, bella – tartamudeaba Frank confundido mientras ella reía divertida
-          Se nota a leguas que eres un tipo tímido con las damas Frank
-          Ya te lo he dicho, tengo poca experiencia con las mujeres, soy poco galante.
-          O sea que nunca has tenido una novia
-          Ya te dije que no, no he tenido tiempo para eso
Amber se divertía atacando a Frank
-          Nunca has besado a una mujer
-          Si a mi madre en la mejilla, por supuesto
-          No me refiero a esa clase de besos tonto…
-          Quieres decir besos entre marido y mujer
-          Así es…
-          Pues sabes que no… por lo menos no recuerdo ninguno., quizás algún día borracho
-          Pero si tú me has dicho que nunca tomas… acaso me mentiste?
-          Tienes razón, no tomo y no he besado a ninguna mujer satisfecha – confesó Frank apenado
-          No es motivo para sentirse apenado, me complace escuchar esas palabras Frank
-          Porque lo dices Amber?
-          Mira Frank no sé si eres tonto de nacimiento o te las picas… - Ahora el que reía era Frank pues bien sabía lo que quería decir Amber

Después de cenar salieron hacia donde los familiares de Amber, una tía de esta presentaba algunos quebrantos de salud y se comunicaron con la doctora Amber para que le hiciera un chequeo de rutina y aprovechaban para verse después de algún tiempo.  Frank los acompañó un rato y luego se disculpó y salió a dar una vuelta por el pueblo, necesitaba información respecto a los compradores de ganado procedente de Green City. Se dirigió hacia donde el comisario el cual encontró saliendo de su oficina, le abordó de inmediato presentándose formalmente. El comisario Perkins era un tipo de edad avanzada, corpulento, de prominente vientre y cabello canoso y espeso bigote.
-          Me dirigía a la cantina a refrescarme con una cerveza – si gusta puede acompañarme
-          Claro comisario – respondió Frank

En el camino conversaron animadamente y pronto puedo Frank darse cuenta que el comisario era un tipo respetuoso de las leyes las cuales hacia cumplir al pie de la letra; tenía un buen equipo bajo sus órdenes y contaba con el apoyo del ejército que acantonaba en las afueras de la ciudad. Pero Creek Mountain distaba mucho de ser una ciudad tranquila, como toda ciudad minera era desordenada, abundaban los burdeles en donde pululaban los facinerosos, tahúres y pistoleros de toda índole, estafadores, mejor dicho toda la plaga del mundo podía encontrarse en Creek Mountain, mientras disfrutaba de una espumosa cerveza y Frank de un jugo de arándano pues solo tomaba licor en ocasiones muy especiales, le puso al tanto de la situación de un grupo de delincuentes que negociaban ganado traído desde Green City, al frente de los cuales estaba un sujeto llamado Dante Sullivan.
-          Mire Frank si viene a por ellos le diré que no es misión para un solo hombre, son demasiado peligrosos, incluso para usted Frank Sullivan.
-          Gracias por su información comisario, no se preocupe, sabré manejar la situación.
-          No lo dudo, pero igual puede contar con nuestra colaboración, desde hace rato que vengo detrás de Sullivan pero es un tipo astuto no me ha dejado ponerle las manos encima.
-          Si es el mismo Sullivan que sospecho… pronto dejara de preocuparse por el – sentenció Frank con una extraña mirada perdida en el vacío.
-          Le repito, tenga cuidado con ese sujeto y con los gemelos Maxwell.
-          ¿los gemelos Maxwell? – preguntó rápidamente Frank
-          Si, son sus hombres de confianza, son como su sombra…
-          ¿En dónde puedo localizarlos?
-          Porque tanta prisa amigo Frank, cálmese
El semblante de Frank había cambiado y sus ojos denotaban agitación interior, fue algo fugaz, pronto recuperó la compostura.
-          Ahora estoy completamente seguro que esas personas son las que he buscado por años para hacerles pagar horrendos crímenes cometidos en algunos Estados de la Unión.
Frank Lassiter resumió al comisario los motivos por los cuales perseguía a Sullivan y a los gemelos Maxwell.
-          Desafortunadamente no podrá encontrarse con ellos por ahora, pues tengo entendido que salieron temprano; lo sé porque los mantengo bien vigilados, se hizo acompañar por cuatro de sus esbirros.
Frank recordó a los cinco jinetes que se cruzaron con ellos a pocos kilómetros de Creek Mountain… “eran ellos”, pensó. Acordándose de Amber se despidió del comisario dándole las gracias por la información.
Amber caminaba a prisa por las polvorientas calles de Creek Mountain, se le había hecho tarde conversando con sus parientes, al ver que Frank no llegaba decidió regresar a la posada; a medio camino al lugar de hospedaje dos sujetos malencarados le cerraron el paso.
-          Hola muñeca preciosa – le dijo uno de ellos – para dónde vas con tanta prisa
-          No te asustes – dijo el otro – solo queremos pasar un buen momento contigo
Ambos rieron estrepitosamente, Amber sabía que corría un gran peligro, estaba segura que esos sujetos no la dejarían pasar sin hacerle daño, maldijo no portar un arma en esos momentos.
-          Será mejor que se aparten señores, tengo prisa – dijo Amber tratando de mostrar tranquilidad.
Los sujetos reían mientras se acercaban a ella, en sus ojos se notaba la lujuria de tener al frente a una mujer tan linda como Amber.
-          Tranquila mi amor, si te portas bien, no te pasará nada malo – le dijo uno de los pillos
-          Solo queremos un poco de cariño muñeca… - puntualizó el otro
Amber retrocedía a cada paso de los tipos… cuando de pronto una voz potente y autoritaria se escuchó a sus espaldas.
-          Será mejor que la dejen en paz si aprecian sus vidas señores.
Era Frank Lassiter quien tenía las manos muy cerca de sus armas y mantenía las piernas entreabiertas… los sujetos se sorprendieron al escuchar la voz, no habían notado su presencia. Por su parte Amber algo agitada instintivamente se apartó de la línea de tiro dejándolos frente a frente.
-          Señores… la señorita se merece una disculpa de su parte, será mejor que lo hagan. 
-          Y quien eres tu pedazo de metiche… - escupió uno de los sujetos.
-          Soy quien les dará un pasaje sin regreso al otro mundo, sino se disculpan ya…
-          Eres un fanfarrón entrometido… eso es lo que eres y ya te daremos lo tuyo…
Sus manos volaron hacia sus pistolas intentando sorprender a Frank quien esperaba ese movimiento pues estaba acostumbrado lidiar con cobardes como aquellos, sonaron cuatro disparos… rapidísimos como si fueran uno solo; salieron todos de las armas de Frank Lassiter para impactar los miembros superiores de sus adversarios quienes sangraban con sus brazos inutilizados caídos a los lados.
-          Agradezcan que no les haya matado… tuvieron suerte este día – dijo Frank – lárguense antes de que me arrepienta…
Los sujetos no se hicieron repetir la orden, sabían que estaban vivos de milagro, aquel sujeto les había perdonado la vida; Amber corrió hacia Frank abrazándole fuertemente sin darse cuenta.
-          Oh Frank que susto me han dado esos sujetos… gracias por ayudarme
-          Perdóname por demorarme en ir a buscarte Amber, me entretuve hablando con el comisario.
-          Debí esperar a que llegaras…
-          Tranquila, ya pasó
Frank sentía el cuerpo de Amber pegado al suyo, sentía su corazón latir acelerado y sin darse cuenta la había abrazado suavemente por la cintura.
-          Ya puedes soltarme Frank – bromeó Amber ya más tranquila
-          Eres tu quien me tiene abrazado Amber.
-          No te aproveches Frank
-          Por mi me quedaría para siempre así contigo…
-          Me sorprende tu rapidez con las armas… no pareces un simple vaquero
-          Solo me se defender Amber
-          Esos tipos ni siquiera alcanzaron a desenfundar…
-          Eran unos torpes con las armas esos dos… es solo eso.
Emprendieron el regreso hacia el hospedaje, pues debían descansar para emprender el viaje de regreso a Green City el día siguiente.

Un anciano que había presenciado el duelo comentó a un amigo que tenía al lado.
-          Ese vaquero es muy rápido con las armas… parece un pistolero, jamás había visto algo parecido.


CAPITULO DECIMO

Por las calles de Green City cabalgaban cinco jinetes, los cuales lucían cansados como producto de haberlo hecho durante varios días; se trataba de Sullivan, los gemelos Dexter y dos tipos malencarados más; no podían disimular su condición de gatilleros. La gente los miraba con recelo, sabían que aquellos sujetos no traerían nada bueno al pueblo.
-          Busquemos un hotel donde quedarnos, necesitamos descansar y asearnos antes de ir a por ese sinvergüenza de Greg Leyton – les dijo Dante Sullivan a sus hombres.
-          Tengo el gaznate reseco Sullivan, antes iré por una cerveza bien fría – Dijo uno de los sujetos que le acompañaban de apellido Smaily
-          Iré contigo – le respondió Hardmann el otro sujeto.
-          Vayan pero procuren no demorar; mantengan la boca cerrada, quiero darle la sorpresita a Leyton – puntualizó Sullivan

Bien temprano partieron de regreso a Green City la joven pareja, Frank permanecía pensativo, Amber le observaba en silencio… le intrigaba el hermetismo de Frank, era un tipo demasiado misterioso y guardaba tantos secretos que no podía evitar le inquietaran pues estaba perdidamente enamorada de él.
Frank Sullivan pensaba en otra cosa, en su mente se proyectaba algo difusa la imagen de Dante Sullivan… había pasado mucho tiempo, el apenas tendría unos quince años cuando presenció el asesinato de su padre Paul Lassiter quien era U.S. Marshall, a manos de unos delincuentes que le tendieron una emboscada; mientras se enfrentaba en un duelo a Sullivan otros le dispararon desde un techo cercano, todos creyeron que había muerto en un duelo limpio con Dante Sullivan… nadie le creyó lo que había visto; juró vengar la muerte de su padre y la vida le estaba brindando esa oportunidad.
-          Porque tan callado Frank – la vos de Amber le arrancó de sus pensamientos
-          Estaba pensando en mi familia Amber… les extraño mucho; apenas termine con este asunto pienso visitarles.
-          De qué asunto hablas Frank? – pregunto Amber
-          Ah no no… cosas personales Amber – tartamudeo Frank
-          No sabes mentir sabes…
-          Tienes razón pero creo que no es el momento para que lo sepas
-          Y cuál es ese momento… vamos cuéntame ya me tienes intrigada con tanto misterio
Frank la miró fijamente, sabía que podía contar con ella y necesitaba que ella supiera cosas que ignoraba de él.
-          Está bien Amber, voy a contarte una historia que posiblemente hará que cambies de parecer respecto a mi
-          Me asustas Frank…
-          Todo comenzó en un pueblito llamado…
Frank habló durante horas y aun mientras descansaban de su largo viaje, Amber Flanagan escuchaba en silencio.
-          Y Esa es mi historia, no quería contártela por obvias razones que estoy seguro entenderás.
-           Claro que te entiendo Frank… pero ahora estoy muy preocupada por ti, no dejaré que te enfrentes a esos sujetos tan peligrosos tu solo.
-          Esa es una de las razones por las cuales no quería contarte nada Amber, no quería preocuparte… sabes que te amo, no te lo había dicho porque primero debo terminar con esta peligrosa misión.
-          También te amo Frank con todo mi corazón y temo perderte
Amber abrazó a Frank con fuerza y este la estrechó contra su pecho, luego sus labios se entrelazaron en un apasionado beso… lo que pasó después, bueno eso lo dejo a su imaginación, pero hasta “Pegaso” bajo su cabeza para no mirar.
Les sorprendió la mañana abrazados y cubiertos por las cobijas, Amber pudorosa se sonrosaba al notar la desnudez de sus cuerpos… aquella noche seria inolvidable para ellos.

Dante Sullivan acompañado de sus hombres irrumpió en la cantina de manera brusca, era un tipo petulante y sabia como intimidar a sus adversarios; Thomas Landers, Terry Donovan, Morty Wilson, quienes casualmente estaban reunidos en la cantina, precisamente planeaban la forma de escapar de Sullivan, cuando lo vieron entrar no pudieron evitar sentir un escalofrío les recorriera todo el cuerpo… era como sentir la presencia de la muerte.
-          Vaya, vaya, a quien tenemos aquí, pero si es mi amigo Thomas Landres, el famoso sheriff de Green City y sus amigotes.
-          Hola Sullivan, precisamente hablábamos de ti – respondió Landers
-          Donde esta Greg Leyton? - Preguntó autoritario Sullivan – o es que acaso esa cucaracha se está escondiendo?
-          Debe estar en su rancho Sullivan no lo vemos hace rato… - respondió nervioso Donovan, quien comenzaba a sudar a chorros
-          Nosotros no tenemos nada que ver con los negocios de Greg – aclaró Monty Wilson el banquero
La gente se había apartado instintivamente, olfateaban que algo malo iba a suceder y no querían estar en medio, los hombres de Sullivan habían tomado posiciones estratégicas.
-          Son un trio de cobardes que no merecen vivir, prepárense, ya saben a lo que vinimos; con Dante Sullivan nadie juega…
-          Oye Sullivan cálmate – decía Wilson a punto de llorar – mira tenemos un trato que ofrecerte
-          No quiero ningún trato con ustedes… ya son carroña
Era la señal acordada y que sus esbirros sabían de memoria, era la hora de entrar en acción; sus Colt  escupieron fuego contra los tres bandidos, Thomas Landers demostró ser un tipo de cuidado al arrojarse al suelo, fue el único que logró disparar llevándose con él a Smiley quien recibió el disparo en el pecho; fue lo último que alcanzó hacer antes de recibir los disparos de Sullivan y los gemelos Dexter. 
En el suelo yacían los cuerpos ensangrentados de Landers, Wilson, Donovan y por otro lado el de Smiley.
-          Sullivan los miró fugazmente lanzándoles un escupitajo.
-          Agradézcame los habitantes de Green City que les he librado de esta escoria – grito a los presentes en la cantina.
No se había disipado el humo de la pólvora cuando ya galopaban al rancho “Montana” de Greg Leyton. Este acompañado de Morgan había decidido visitar a los Flanagan para intentar comprarles el ganado, era una medida desesperada, pero era la única solución que se les había ocurrido para salir de esa situación tan difícil con Sullivan.  Estaban los tres conversando en la sala de la casa.
-          Mire viejo Kurt, le ofrezco el doble del precio que cuesta el ganado, aquí tengo el dinero.
-          Vuelvo y le repito señor Leyton… nuestro ganado no está a la venta
-          Maldita sea viejo en ningún lugar lo venderían por el precio que les ofrecemos
-          Así nos ofrezca el triple no se lo venderemos Leyton
Greg Leyton descompuesto no pudo contenerse y golpeo repetidamente al anciano Kurt Flanagan mientras Morgan vigilaba.
-          Viejo decrepito, te lo mereces por terco – gritó enfurecido Leyton.
El viejo Kurt estaba en el suelo jadeante, su rostro estaba ensangrentado, Greg Leyton desenfundó su revolver dispuesto a acabar con la vida de Kurt Flanagan, cuando…
-          Hey Greg se acerca un numeroso grupo de jinetes, creo que debemos partir pronto.
En efecto a la distancia se podía ver una espesa nube de polvo que levantaban los corceles, eran unos 20 hombres aproximadamente.
-          Maldición, vamos Morgan rápido.
Cuando el grupo de jinetes llegó a la casa Montgomery encontró en la sala al viejo Kurt y avisó a los demás.
-          Está mal – dictaminó – y la Doctora Amber está en Creek Mountain
-          Que hacemos Lest
-          Que alguien salga a avisarle a Amber y a Frank, mientras nosotros le atendemos, haremos lo que esté a nuestro alcance.
La suerte estaba del lado de Greg Leyton porque por casualidad divisó a los cuatro jinetes que llegaban a su hacienda… los reconoció de inmediato; eran Sullivan y sus hombres.
-          Maldito Sullivan ya está aquí, viene a por mí – chilló rabioso
Desde la colina escuchó muchos disparos y pudo ver una gran columna de humo levantarse… le habían prendido fuego a su hacienda.
-          Vámonos de aquí Morgan, ese desgraciado de Sullivan ya me las pagará… lo juro
-          Hacia donde iremos Greg
-          Al pueblo, allí nos organizaremos junto con Landers, Wilson y Donovan para darle una buena bienvenida – Leyton ignoraba que sus amigos ya no la contaban.
El mensajero enviado para ir al encuentro de Frank y Amber logro contactarlos pronto y estos aceleraron el viaje de regreso.  Una vez llegaron Amber corrió hacia donde su abuelo con los ojos llenos de lagrima le curó amorosamente.
Frank Lassiter visiblemente molesto juró encontrar al culpable de lo sucedido, en conversación con Lest Montgomery llegaron a la conclusión que el autor era Leyton, lo cual quedó confirmado cuando el viejo Kurt le susurró al oído a Frank el nombre de Greg Leyton; aprovechando que Amber estaba distraída se hizo acompañar de Lest y varios hombres más al rancho “Montana” el cual encontraron hecho cenizas humeantes y colmada de cuerpos carbonizados.
-          Quien pudo hacer esto Frank? – preguntó extrañado Lest Montgomery
-          Dante Sullivan – fue la respuesta de Frank
-          Dante Sullivan? Quien es ese…?
Frank le explicó brevemente de quien se trataba y ordenó a los muchachos partir hacia el pueblo, en donde tenía el presentimiento de encontrar tanto a Greg Leyton como a Dante Sullivan.
Dante Sullivan y sus hombres después de no encontrar a Leyton decidieron regresar al pueblo pues tenían la esperanza de encontrarlo allí.
-          No me iré de este pueblo hasta saber que Greg Leyton esté totalmente muerto – dijo rabioso Sullivan
El rostro de Greg Leyton se puso libido al ver los cuerpos de sus amigos cocidos a plomo, una mezcla de impotencia y miedo lo embargó, sabía que Dante Sullivan no estaba lejos y que no le perdonaría haber incumplido el pacto.  Al preguntar por lo sucedido alguien del público le informo que había sido obra de unos desconocidos; al mirar los cadáveres reconoció a Smiley uno de los hombres de Sullivan.
-          Maldito Sullivan…
-          Creo que sería conveniente pegarnos un paseo lejos de este pueblo Greg – le sugirió Morgan
-          No es mala idea Morgan – admitió pensativo Leyton.
Lo que no sabían era que aquella decisión la habían tomado demasiado tarde, pues al salir de la cantina cuatro jinetes desmontaban frente a ella… Dante Sullivan, los gemelos Dexter y aquel sujeto rubio llamado Hardmann. Una sonrisa torcida iluminó la boca de Sullivan quien parsimoniosamente descendió de su caballo.
-          Vaya, vaya, vaya… mi queridísimo amigo Greg Leyton, no sabes cuánto gusto me da verte, no me dirás que piensas marcharte de Green City sin pagarme lo que me corresponde.
-          Nunca he pensado quedarte mal Sullivan… solo han surgido unos pequeños impases
-          Demasiado tarde Greg tu tiempo ha expirado – la vos de Sullivan sonaba maquiavélica
-          Oye Sullivan, bastante negocios que hemos hecho juntos, primera vez que te quedo mal, además pensaba pagarte con creces… tu sabes que no sería capaz de brincarte en ningún negocio.
-          Ahórrate las explicaciones Greg, no tengo tiempo para eso, tengo un prestigio que mantener y debo ofrecer escarmiento a mis otros socios para que no se repita.
-          Quédate con mi rancho si quieres, cuesta muchas veces más de lo que me diste…
-          No me interesa Greg… ya no
Estaban tan pendientes de los movimientos de ellos que ni siquiera notaron que un grupo de jinetes había tomado posiciones estratégicas para evitar que escaparan… solo Frank Lassiter y Lest Montgomery se habían situado a unos cinco metros de ellos.
-          Tengo suficiente dinero en el banco Sullivan…
Dante Sullivan conocía demasiado a Greg Leyton y sabía que solo ganaba tiempo esperando una mínima oportunidad para llenarle el pellejo de plomo y hacerle bailar la danza de la muerte.
-          Empiezas a aburrirme Greg, no es ese de allí tu banquero – y señalo el cuerpo sin vida de Wilson- creo que estamos hablando dema…
Una potente voz retumbó cerca de ellos haciendo que las miradas se dirigieran hacia ese lugar.
-          No serás tu quien lo mate Dante Sullivan, de eso me encargo yo… debe pagar lo que le hizo al viejo Kurt Flanagan; luego me encargaré de ti…
-          Quien eres tu larguirucho metiche… no sabes con quien hablas
-          Claro que se con quién eres… Dante Sullivan, tahúr, estafador, asesino de agentes del gobierno… un gran cobarde

Greg Leyton creía haber encontrado una oportunidad de salvar su vida… y con las ganas que le tenía al vaquero entrometido que se había vuelto inseparable de su amada Amber.
-          Es justo Sullivan… déjame finiquitar este asunto primero, luego hablaremos de nuestro asunto.
Dante Sullivan estaba confiado de sus habilidades, sabia de sobras que Greg Leyton no era rival para él y mucho menos un simple vaquero; pensó que ahorraría un par de balas en el impertinente vaquero que había aparecido de pronto, por tal hizo un mohín y se relajó un poco.
-          Voy a cumplir tu último deseo Greg… para que veas que soy un buen tipo – dijo socarronamente.
Greg Leyton y Morgan se concentraron en el alto vaquero que tenían al frente, quien lucía demasiado tranquilo.
-          Lest quiero que te alejes un poco, déjame este asunto a mí solo…
-          Pero Frank déjame ayudarte, son dos contra uno…
-          Aléjate y no le quites los ojos de encima a Sullivan y sus hombres.
A mala gana Lest Montgomery se separó lentamente de Frank, quien alzó la voz para decir:
-          Quiero advertirles que no intenten ninguna jugada sucia porque hay hombres apostados que les llenarían el cuero de plomo… si juegan limpio nadie les impedirá salir de aquí…
Se hizo un largo silencio…
-          Greg Leyton… no mereces otra cosa que la horca y una vez te llene el cuerpo de plomo te colgaré en el árbol de la plaza, no solo  por haber golpeado a un anciano indefenso sino por haber asesinado a muchas personas honradas de este pueblo y haberles despojado de sus tierras y de su ganado, también pagaras por el asesinato de los padres de Amber Flanagan, a los cuales tu esbirro Morgan hizo desbocar los caballos que tiraban del carruaje hasta hacerles caer por el precipicio.
-          ¿Cómo sabes eso…? – preguntó Leyton sin pensar
-          Lo investigué y dos testigos reconocieron a Morgan por la cicatriz en la cara. Además quiero que sepan que este sujeto Leyton es el jefe de la banda que tanto daño les ha causado en complicidad del Sheriff y el banquero Wilson… El gobierno de los Estados Unidos te condena a muerte por todos estos crímenes y por el asesinato de varios agentes enviados a esta región para investigar dichos crímenes.
-          Ya basta de tanta basura estúpido vaquero… te arrepentirás haber puesto tus ojos en Amber Flanagan – era lo único que parecía importarle a aquel delincuente.
-          Greg démosle a este sujeto lo que merece – gritó Morgan al tiempo que giraba su cuerpo y sus manos iniciaban un frenético viaje hacia sus revólveres.
Sonaron solo dos disparos… certeros, dos cuerpos se balancearon intentando agarrarse de la nada, en sus frentes habían aparecido dos perfectos orificios… sus ojos reflejaban la sorpresa que ni siquiera pudieron expresar, los cuerpos de Greg Leyton y George Morgan se desplomaron como pesados fardos… estaban totalmente muertos; se había hecho justicia.

Dante Sullivan y sus compinches se habían quedado perplejos, no sabían exactamente lo que había pasado, no reaccionaban… solo habían notado un imperceptible movimiento en las manos de aquel vaquero al que no pareció importarle el resultado de sus disparos y sus ojos habían estado pendientes de Sullivan y sus amigos.
-          Cuidado… ese vaquero es un pistolero – dijo Dexter Maxwell a sus amigos
-          Es muy rápido… ni siquiera vi cuando desenfundó sus armas – dijo el pelirrojo Hardmann
-          Somos cuatro contra uno jefe – Dijo el otro gemelo Maxwell
-          No cabe duda que ese no es ningún vaquero… es un pistolero – puntualizó Sullivan.
La voz de Frank Lassiter sonó imponente…
-          Dante Sullivan y ustedes tres, a nombre del Gobierno de los Estados Unidos de América, les condeno a muerte por la autoría en la muerte de varios agentes del Gobierno y otros tantos delitos en contra de la población como abigeato, estafa, robo a mano armada… son escoria y mi calidad de U.S. Marshall les ejecutaré ahora mismo… así que defiéndanse.

Frank Lassiter había sido comisionado por el Gobierno de los Estados Unidos para realizar una limpieza en la región, capturar o dar de baja a varios delincuentes que venían causando terror en Green City y Creek Mountain.   Dada las capacidades demostradas por Frank le habían encomendado aquella misión especial a él solo… no necesitaban de nadie más.  Frank era un conocido “pacificador” dentro de las fuerzas especiales del Gobierno, temido por su habilidad con las armas, su puntería era infalible, poseía entrenamiento especial en la lucha cuerpo a cuerpo y ha cuchillo.

El rostro de Dante Sullivan cambió radicalmente de color, su palidez era notable y perlas de sudor empezaban a surcar su cara; trató de disimularlo, no era conveniente mostrar debilidad en esos momentos.
-          No eres manco hijo, veo que sabes utilizar esos fierros que cargas…
-          Soy el agente especial Frank Lassiter y te he buscado durante años Dante Sullivan para hacerte pagar por la muerte de mi padre, el cual asesinaste por la espalda en Los Ángeles.
-          Fr Fra Frank Lassiter – tartamudeó
-          ¿Qué pasa Sullivan?… estas pálido ¿lo conoces? - Preguntó uno de los gemelos Maxwell intrigado
-          Acaso no han escuchado lo que se dice de él, es agente especial del Gobierno, le apodan “El pacificador”… es un demonio con las armas, estamos en serios problemas, hagan su mejor esfuerzo quizás con suerte alguno sobreviva…- aquellas palabras no tranquilizaron para nada a sus hombres.
-          Es solo uno contra cuatro… no tiene posibilidad alguna de salir vivo.
-          No necesita ayuda de nadie créanme…

Se hizo un silencio sepulcral que podía escucharse el zumbido de una mosca, los músculos se tensionaron, los dedos acariciaron se movieron rítmicamente, las miradas se fijaron… Dante Sullivan no pudo evitar un escalofrió recorriera su columna vertebral, como nunca sintió miedo, mucho miedo; miró de reojo a sus amigos quienes lucían impávidos a su lado, estaban acostumbrados a esa clase de duelos.
-          No seas loco muchacho ja ja ja – rio nervioso Sullivan – somos cuatro contra uno, en realidad crees  que tienes alguna oportunidad.
-          Estoy esperándote Sullivan… - la voz de Frank sonaba tranquila y eso preocupaba mucho más a Sullivan
-          Sabes que maté a tu padre en un duelo limpio… - trataba de ganar tiempo para sorprender a Frank
-          Tu padre era un cobarde… - buscaba desestabilizar para que cometiera algún error.
-          A los bandidos como ustedes más temprano que tarde les llega su hora…Voy a contar hasta tres… uno… dos…
No pudo terminar de contar pues las manos de sus rivales se movieron desesperadamente en busca de las armas, todo sucedió en fracciones de segundo… cuatro disparos que parecieron uno.  El movimiento de las manos de los cuatro bandidos parecía en cámara lenta comparado con los del vaquero que tenían al frente, quien disparó cuatro veces y enfundó con la misma rapidez, algunos de los testigos no alcanzaron a visualizar el movimiento.  Cuatro certeros disparos, cuatro cuerpos durante algunos segundos bailaron la “danza de la muerte” antes de caer pesadamente mordiendo el polvo; sus manos engarrotadas empuñaban las armas que no alcanzaron a disparar.
-          Se ha hecho justicia pa… - solo dijo Frank, dando media vuelta para alejarse del lugar; sus ojos estaban húmedos… había cumplido la promesa hecha a su padre moribundo.
Una mujer con los ojos repletos de lágrimas corría hacia él desesperada… Era Amber
-          Frank, Frank mi amor… ¿estás bien?
No pudo contestarle pues ya la boca de ella se aplastaba en un desesperado beso contra la suya y claro que fue bien correspondida; no les importó que una multitud los estuviera mirando.

Mientras ellos se besaban el pueblo reaccionó arrastrando a los cadáveres hasta la plaza del pueblo en donde les colgaron como escarmiento para otros bandidos que pensaran hacer lo mismo.

-          El vaquero resultó ser un pistolero – comentó eufórico alguien en la multitud.
-          Es lo mejor que he visto – decía alguien
-          No es un simple vaquero, es un agente especial que mandó el Gobierno para hacer una limpieza en la zona.
-          Esos bandidos no alcanzaron siquiera a desenfundar – dijo otro
-          Vaya precisión… les perforó la frente a todos… - seguían comentando
-          Es un tipo afortunado… logró conquistar a Amber Flanagan, la mujer más bella de la región.
-          Green City debe agradecerle por habernos librado de tanta escoria.

Mientras la gente formaba coritos para comentar lo sucedido, una pareja se alejaba del lugar de los hechos agarrados de las manos.
-          Gracias por vengar la muerte de mis padres… pero ¿Cómo fue que lo supiste?
-          Viaje hasta Torrente y entrevisté al viejo cazador Fontaine que presenció lo sucedido, me dijo que uno de los jinetes que fustigaron la carroza tenía una cicatriz en el pómulo izquierdo. Cuando vi a Morgan supe que se trataba de él.
-          Pero si mis padres jamás se metieron con nadie…
-          A esos desalmados no les importaban las personas, tenían intensión de apoderarse del rancho “El dólar de plata”.
-          ¿Entonces tú eres el agente especial enviado por el Gobernador solicitado por el abuelo Kurt? -  preguntó Lest a su lado
-          Así es Lest, fue el Gobernador quien solicitó se enviara un agente especial a Green City como respuesta a la petición del viejo Kurt.
-          Siempre tuve la sospecha que no eras un simple cowboy Frank
-          Soy un buen vaquero… – rio con ganas Frank.
-          Quiero decir que además eres Agente del Gobierno.
-          Me hice Agente tras el asesinato de mi padre… quería vengarle, seguí las huellas de Dante Sullivan por muchos Estados de la Unión pero no había podido dar con él hasta ahora; una vez cumplido mi propósito creo que no continuaré siendo Agente, estoy cansado de esto y me dedicaré a otras cosas… más importantes para mí.
-          ¿Otras cosas como cuáles Frank?
-          Como formar un hogar con la mujer que amo…
Al decir esto la atrajo a Amber hacia él y la besó suavemente en los labios.
-          ¿Quieres casarte con este humilde vaquero Amber?
-          Claro que si Frank… te adoro





FINAL

Años después…
-          Papá, papá, corre, corre, que “Pegaso” va a ser papá nuevamente.
La que gritaba era una preciosa niña rubia como de cinco años, de ojitos verdes que le brillaban de la alegría ante semejante evento.
-          Voy a llamarle “Relámpago”… será mío, así lo prometiste padre – continuo diciendo la niña.
-          Mi caballo correrá este año en la gran carrera y seguro ganará como lo ha hecho su padre en los últimos años  - ahora el que hablaba era un chico flaco como de siete años que jugaba con otro chico un par de años mayor que él.
-          Tranquilo hijitos, veamos en que podemos ayudar a esa yegua, Laurie ve por tu mamá y ustedes Dylan y Nick avísale a Lest pues él sabe de esto que nosotros – Nick era el hijo de Lest.
Una hora después contemplaban entusiasmados los primeros pasos del potrillo al que la pequeña Laurie había bautizado “Relámpago”.
-          Papá que hermoso es mi potrillo – decía Laurie
-          Es hermoso hijita como todos sus hijos… ese “Pegaso” se ha divertido de lo lindo con las yeguas y muy pronto volverá a ser padre.
-          No solo él se ha divertido últimamente Frank – dijo Amber maliciosamente
-          Que me quieres decir mi amor – preguntó Frank intrigado
-          Que vas a ser padre nuevamente…

La felicidad de la pareja era indescriptible, Frank Lassiter atrajo suavemente a su mujer hacia él y la besó largamente y solo la soltó al escuchar la risa picaresca de sus hijos; luego los cuatro caminaron agarrados de la mano hacia la  mansión del prospero rancho “El dólar de plata”.

La gente comento lo sucedido durante mucho tiempo, hasta convertir a Frank Lassiter en una leyenda de la que hoy en día aún se recuerda.  Green City volvió a ser una población en paz en donde los delincuentes la pensaban dos veces antes de hacer de las suyas, pues sabían que allí vivía “el vaquero” más temido del oeste Frank Lassiter.

FIN


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