DEL CAMPO HACIA
LA CIUDADELA NUEVA JERUSALEN
Por
esos avatares del destino me he encontrado con una historia en un pequeño
pueblo de la costa atlántica colombiana, más exactamente en la sabana sucreña; es
una historia inverosímil con un marco macondiano propia de las hazañas de los “visionarios” gobernantes de nuestro país.
Baraya es el corregimiento más antiguo del
Municipio de Galeras – Sucre,
enclavado en los playones de Santiago y San Benito Abad, cuenta con
aproximadamente ochocientos habitantes, los cuales viven básicamente de la
agricultura y ganadería, además de la fabricación de escobas elaborados con
varita de palma de vino. Durante
la década de los años 2000, Baraya sufrió los embates del conflicto armado y
muchos de sus habitantes tuvieron que desplazarse debido a la constante
presencia de la guerrilla y posteriormente de los paramilitares; en medio de
los cuales se encontraba la población civil, principal víctima de una guerra
absurda en donde las ideologías poco importan y solo priman intereses lóbregos.
En
esos tiempos aciagos ha Baraya le tocó poner muchos muertos; lo cual tuvo como
consecuencia que la población tuviera que abandonar su terruño intentando en
otro lugar encontrar la tranquilidad que le había sido robada. Muy pronto el caserío se convirtió en una
especie de “pueblo fantasma”, con
calles solitarias, casas abandonadas, era una población moribunda, presa del
miedo, que incluso hasta los animales parecían sonámbulos… los actores armados
tenían prohibido a los habitantes transitar por los playones lo que no les permitía
realizar su actividad primordial: sacar varita.
Fue
gracias al Presidente Uribe Vélez cuando
por fin el Estado se hizo presencia en estos olvidados lugares y se pudo
erradicar la presencia subversiva; lo que permitió que con el tiempo la gente
volvió a sus hogares y el pueblo pareció surgir de sus cenizas… como el ave
fénix; se reconstruyeron sus viviendas, y el ánimo de sus pobladores, los
cuales necesitaron más de una década para sobreponerse a las cicatrices psicológicas
dejadas por un conflicto que parecía ajeno y que de la noche a la mañana golpeo
a campesinos sanos, honrados y trabajadores, cuyos únicos enemigos eran las
vicisitudes del clima que arruinaba sus cosechas y la falta de oportunidades
para progresar.
Baraya volvió a ser ese pueblo típico de
gente pujante y emprendedora, acostumbrado a la ignominia de los Gobiernos de
turno; fue por eso que los barayeros celebraron tanto que en el año 2014 su
calle principal fuera pavimentada por INVIAS, lo cual le cambió radicalmente la
imagen de la población e inyectó en sus habitantes una nueva perspectiva, una
nueva esperanza, así como incrementó las ganas hacia el progreso y el
desarrollo; podríamos afirmar que Baraya sin mucha ayuda gubernamental había
dado el primer paso en pro de superar las profundas secuelas dejadas por de
conflicto armado.
Al
recientemente esta población me ha sorprendido encontrar algunas casas solas,
abandonadas… al preguntar qué le pasó a sus moradores me dijeron que se habían
mudado hacia la “Ciudadela Nueva Jerusalén”
construida en Galeras, pues habían sido favorecidos con viviendas de interés
social por parte del Estado. Al principio me alegró la noticia, pues quien
mejor que estas sufridas personas para ser beneficiarias de este programa; se
trataría de unas quince familias barayeras conformadas en promedio por cinco
personas, o sea, que estaríamos hablando de unas 75 personas aproximadamente
que se mudarían hacia el casco urbano de Galeras. Al charlar con varias de las personas favorecidas
con el programa, me comentaban que habrían preferido que esas viviendas se las
hubiesen regalado en su propio pueblo y no tener que mudarse hacia otro lugar.
El
programa de vivienda Ciudadela Nueva
Jerusalén, se construyó en el barrio Pueblito Español de Galeras, y consta
de 300 viviendas, las cuales al ser sorteadas quedaron en manos de personas que
ya poseían casas. Al preguntarnos ¿de
quién es la culpa? llegamos a la conclusión que se debió a una incorrecta
implementación del programa Estatal de vivienda, pues al sorteo tendrían opción
porcentual los desplazados y pertenecientes a la Red Unidos de la cabecera municipal mas no de la zona rural, los
cuales se inscribieron en masa; luego del sorteo nos encontramos con la
lamentable situación que más del 80% de los beneficiarios de la Red Unidos tenían casas e incluso
fincas, lo cual es inamisible teniendo en cuenta que existen tantas familias galeranas
que carecen de una vivienda. Un error al
parecer se debió a que la Red Unidos
utilizó una base de datos desactualizada de más de diez años de antigüedad que
no fue depurada; al parecer estas decisiones fueron tomadas por funcionarios en
la capital del país. Personalmente
consideramos que otro posible error consistió en no considerar la posibilidad
de construir una parte de las viviendas en los corregimientos para que los
beneficiarios recibieran la solución en sus propias poblaciones y no tener que
“desplazarse” hacia el casco urbano
en donde necesariamente tendrán que adaptarse a un nuevo ambiente, cambiando
muchas de sus costumbres.
Ahora
más de quince familias barayeras tendrán que adaptarse a una nueva vida en la Ciudadela Nueva Jerusalén en Galeras,
estarán habitando mejores casas, con los servicios básicos, pero ¿se sentirán totalmente a gusto?... tal
vez si, tal vez no, pero llevarán latente consigo la tristeza de estar lejos de
su tierrita querida, de sus familiares, de la parcelita que año tras año
trabajaban para cultivar el pancoger, lejos de los palmares en donde a diario madrugaban
a “sacar varita”, actividades de
donde derivaban su sustento diario; ahora tendrán que dedicarse a otras actividades
y generar mayores ingresos pues no es lo mismo vivir en el pueblito en donde
todo es más barato que en la ciudad.
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