La radiación continúa saliendo de la planta nuclear dañada por el terremoto y el tsunami en Japón. La población recibe información inconsistente sobre la gravedad de los daños y muchas personas sufren de ansiedad e incluso de pánico al pensar en las posibles implicaciones para la salud.
Aunque los científicos no pueden predecir el futuro, sí pueden poner la crisis actual en perspectiva. Hasta ahora, los especialistas mantienen que la situación es preocupante, aunque empalidece ante la comparación con los niveles de radiación de algunos de los peores desastres nucleares del pasado.
Mientras tanto, el mayor desafío para la salud pública en Japón ha consistido en descontaminar a los trabajadores y residentes que viven en un radio de hasta 80 kilómetros de la planta nuclear de Fukushima Daiichi. Estos grupos pueden enfrentarse a problemas en la tiroides, leucemia y otros tipos de cáncer en los próximos años y décadas.
Si la situación empeora, las amenazas para la salud pueden ser bastante más graves, generalizadas y potencialmente fatales. Dependiendo del viento y de los patrones atmosféricos, los efectos podrían llegar hasta la costa oeste de los Estados Unidos. Y una vez que se fija en el planeta, la radiación puede persistir por miles o millones de años.
"Si se produce la fusión del núcleo y otra explosión, tendremos otro Chernobyl”, alertó Scott Davis, epidemiólogo del Centro de Investigación sobre Cáncer Fred Hutchinson y experto de la Universidad de Washington en Seattle. "La situación entonces será totalmente diferente”.
Los científicos miden los niveles de radiación con unidades denominadas millisieverts o mSv. Como la radiación procedente del espacio y de la corteza de la Tierra fluye en nuestra dirección, junto con menores vertidos de instalaciones médicas, plantas nucleares y fuentes artificiales, la mayoría de las personas están expuestas a niveles que varían entre 1 y 10 mSv a lo largo de un año, en función de la región y de la altitud.
Una radiografía del tórax emite 0,1 mSv en una única parte del cuerpo, explica el radioterapeuta James Hevezi, director de la Comisión de Radioterapeutas del American College. Y las personas que trabajan con radiación médica son controladas para evitar exposiciones totales superiores a los 50 mSv por año, medida que se sitúa muy por debajo de los niveles de seguridad. En niveles tan bajos los riesgos para la salud son mínimos.
Pero en dosis mayores, los riesgos aumentan debido a que la radiación destruye los electrones de los átomos al pasar por el cuerpo humano. Ante un alto grado de exposición las células se mueren, el ADN se rompe y los tejidos se dañan.
La radiación afecta al cuerpo de maneras muy diferentes. Los efectos pueden intensificarse por traumas, heridas y dolencias. Pero por lo general, con niveles de exposición cerca de los 1.000 mSv (o 1 sievert) la hora, la radiación puede causar náuseas, vómitos, diarrea y ampollas en la piel.
Exposiciones entre los 3.500 y 5.000 mSv ya sea de minutos u horas pueden conducir a la muerte en 30 días a la mitad de las personas afectadas, según la Comisión Reguladora Nuclear de los Estados Unidos. Niveles más altos incluso pueden causar la muerte instantánea.
En exposiciones por encima de los niveles de seguridad, pero por debajo de los límites que causan dolencias que puedan resultar fatales, los efectos persisten aunque son menos dramáticos. Las personas no saben que están contaminadas hasta que los síntomas comienzan a surgir meses, años o incluso décadas más tarde.
"Cuando alguien ve que un camión se le lanza encima sabe que va quedar destrozado”, declaró Hevezi. "El problema con la radiación es que no la percibimos, no la vemos llegar”.
Luego de una exposición extrema, los problemas en la tiroides suelen manifestarse durante los primeros meses o los primeros años porque esta glándula es especialmente sensible a la radiación. La leucemia infantil también aparece muy temprano. Las víctimas desarrollan tumores sólidos y cáncer en los senos, en el intestino, en los pulmones y en otras partes del cuerpo.
"La radiación es a menudo considerada un carcinógeno universal por su capacidad para generar cáncer en los tejidos y en los órganos”, explicó Jerrold Bushberg, director de los programas de salud de la Universidad de California. Por cada 1.000 mSv de exposición, el riesgo de morir de cáncer salta de un 5% a un 42% sobre la tasa natural de mortalidad asociada con la enfermedad.
La historia ofrece muchos ejemplos de cómo la radiación puede afectar nuestra salud. Los investigadores encontraron algunos problemas asociados con exposiciones relativamente menores – como las de 10 mSv en personas que se encontraban cerca de lugares de pruebas atómicas, o el nivel de radiación de 20 mSv que se detectó en 1979, durante el accidente de la planta nuclear de Three-Mile Island en Pensilvania.
Durante las explosiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki en 1945, los niveles de radiación saltaron de 1.000 mSv a más de 100.000 mSv. Un gran número de personas murieron inmediatamente y la radiación mató a muchas otras durante los meses posteriores.
Sin embargo, en la mayoría de las personas que sobrevivieron a las explosiones, los niveles variaban entre los 10 y los 100 mSv. Estudios sobre la población afectada ayudaron a los investigadores a aprender más sobre la relación entre la radiación y el cáncer.
La exposición a la que fueron sometidos los trabajadores y los bomberos en el desastre de Chernobyl, en 1986, fue más baja, aunque también peligrosa, con niveles que variaban entre los 800 y los 16.000 mSv. Las personas evacuadas de Ucrania presentaban niveles de 17 mSv.
Entre los evacuados de Bielorrusia, la media se situaba en los 31 mSv. Y hasta la fecha, los únicos efectos documentados son miles de casos de cáncer de tiroides en niños y adolescentes que fueron alimentados con leche contaminadas con yodo radioactivo.
Es difícil predecir lo que ocurrirá en Japón. Con el fallo de la planta de Fukushima Daiichi, la radiación alcanzó niveles de 400 mSv por hora en uno de los reactores, pero no se sabe si la población fue expuesta a niveles más altos. En Tokio los niveles de radiación aumentaron únicamente tres o cuatro veces, regresando a la normalidad poco después.
“No quiero pensar en lo peor porque nadie sabe lo que va ocurrir”, manifestó Bushberg. "Actualmente la cantidad de radiación liberada ha sido modesta. No estoy preocupado particularmente por la población en general”.

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