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lunes, 16 de agosto de 2010

SOBRE EL FESTIVAL DE LA ALGARROBA

Los Cuadros de Galeras

ÓSCAR COLLAZOS

Debieron de haber tenido origen religioso. Teresa Navarro Gómez, la historiadora de Galeras (Sucre), recuerda que “los primeros cuadros vivos tuvieron un tinte totalmente religioso” en los que se representaban el pesebre de Belén, la Crucifixión y otras escenas, probablemente las mismas que utilizaran los evangelizadores españoles para inculcar la fe católica entre los díscolos pueblos de América.
Lo que entonces pudo haber sido instrumento de evangelización es hoy una actividad creativa con mucho ingenio, con ingredientes de investigación histórica, a veces con deliciosa ingenuidad popular, convertida en seña de identidad de Galeras. No faltan los “cuadros de costumbres” ni los “trozos de vida” de que hablara Stendhal al referirse a la novela. Al no ser literatura, creo que los Cuadros Vivos pertenecen a las artes escénicas populares.
Los cuadros vivos de hoy hacen recordar los “tableaux vivants” de la tradición europea, pero aquí, en este humilde pueblo mestizo de estirpe campesina, los cuadros recrean en vivo y con personajes estáticos, escenas de la Historia y la vida cotidiana, muchas veces con ingredientes críticos o paródicos.
Debo decir que no sabía de la existencia de este evento, realizado del 7 al 10 de enero dentro del Festival Folclórico de la Algarroba. En los Cuadros Vivos hay representación teatral. Creo que, al principio, estas representaciones pudieron haberse inspirado en la estructura dramática e intención didáctica de los autos sacramentales, posiblemente representados por los misioneros españoles.
En su forma actual, se presentan personajes inmóviles, reconocibles por su valor histórico o simbólico. Y es increíble el ingenio y el cuidado que los autores ponen en su respectivo cuadro: deben convencer a su público de que están vivos. Además, sus creadores, sin duda artistas populares, tienen la posibilidad inmediata de conocer la reacción del público que los presencia y pondera, que discute a medida que los recorre en una larga calle convertida en escenario.
La realidad más inmediata y dura ha venido a entrometerse en la tradicional escena religiosa. Los cuadros de este año, se han inclinado por la conmemoración de los bicentenarios, sin olvidar la crítica social en una región castigada por toda clase de injusticias y guerras. Tres calles de la hospitalaria Galeras “visten” en estos tres días sus cuadros y compiten para llevarse el premio, algo difícil en una forma creativa de la cultura popular en la que el público y jurado es el mismo pueblo.
La experiencia de Galeras es inolvidable, como muchos de los eventos de la cultura popular en la región Caribe. Hace parte de la gran riqueza del patrimonio intangible de Colombia. Y antes que diluirse en el tiempo de las globalizaciones, el formidable evento de Galeras se enriquece de año en año con mayor participación e ingenio. Su pueblo y dirigentes lo destacan con orgullo. Y la verdad es que vale la pena, como me aseguró la socióloga (con méritos de antropóloga) Gloria Triana al invitarme. Lo que ella no conoce en materia de fiestas y artes populares colombianas, no lo conoce nadie. Mejor dicho: no existe.

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